24/06/2018

Otra semana mundial

Para bien o para mal el mundial ocupó un lugar privilegiado, tanto en los medios como redes sociales o conversaciones cotidianas. Si bien la media sanción del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) siguió presente, al igual que la crisis económica que atraviesa el país, el mundial se transformo en un tema ineludible. La Selección Argentina cayó 3 a 0 frente a Croacia en una de las peores actuaciones de su historia, pero el triunfo de Nigeria frente a Islandia la mantiene con chances de no quedar eliminada en primera ronda. En el hecho político del mundial, Suiza derrotó 2 a 1 a Serbia con goles de Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, dos albanokosovares nacionalizados suizos, que festejaron sus goles recreando el águila bicéfala albanesa. Con un gol agónico Alemania derrotó a Suecia y se salvó de la eliminación. Por ANRed

La segunda semana mundialista arrancó con las presentaciones de los equipos de los grupos G y H. Bélgica ganó de manera contundente sus primeros dos partidos y fue el equipo más sólido hasta el momento, Inglaterra sufrió para derrotar a Túnez con un gol sobre la hora. Colombia decepcionó al caer sorpresivamnte  con Japón a pesar del gol de Juan Fernando Quintero, y una de las sorpresas fue Senegal, que derrotando 2 a 1 a la Polonia de Robert Lewandowki volvió a sorprender al mundo como en su anterior, y hasta este mundial única, presentación mundialista.

De la mano de Alou Cisse, el entrenador más joven del mundial con 42 años, Senegal dio más de una señal al mundo. Nacido en una de las fechas más oscuras para los argentinos, el 24 de marzo de 1976, fue el capitán de la otra gran selección senegalesa durante el mundial de Japón y Corea 2002. Llamativo por estilo es uno de los pocos casos en donde un seleccionado de la “Africa negra” opta por no contratar un director técnico extranjero y sí una figura de su propio fútbol. Si bien Cisse tuvo un paso importante por el fútbol europeo, dio una gran señal al hacerse cargo de este seleccionado y golpear al sentido común  muchas veces impregnado de racismo. Un joven africano con peinado “rasta” al mando de una institución derrotando a un seleccionado europeo en la previa favorito.

El triunfo de Senegal fue celebrado también en Argentina, donde la comunidad senegalesa es víctima de una escalada represiva. Resulta curioso como desde quienes destilan comentarios xenófobos hacia vendedores ambulantes de origen africano, de repente el viernes alentaban a Nigeria frente a Islandia para evitar una eliminación de Argentina. Extranjeros salvando los errores cometidos por argentinos, o al menos prolongando la agonía por unos días.

 

El juego y la migra

Hasta qué punto alguien pueda poner en duda su xenofobia por el fútbol es algo difícil de corroborar, al menos al momento de escribir esta nota. Pero lo cierto es que desde el fútbol se puede ver algo que sucede en muchos ámbitos de la vida: como la inmigración enriquece a un territorio.

El pasado viernes la afición argentina celebraba los goles que Nigeria le hizo a Islandia, goles que Argentina no había podido hacerle 6 días antes,  y Senegal había logrado ganar en su primer partido, algo que Argentina todavía no consiguió en los dos que jugó. Seguramente más de uno de esos que cuando un equipo no funciona empieza a pedir jugadores que no están habrá pensando en “que bueno sería tener a un Mussa o un Obi Mikel” y por qué no “nacionalizar senegaleses”. En Europa muchos de sus seleccionados cuentan con jugadores “extranjeros” o de segunda generación de inmigrantes en sus selecciones. Aquel recordado cabezazo del astro francés Zinedine Zidane en la final del mundial del 2006 tuvo como disparador la provocación del defensor italiano que le recordó sus orígenes argelinos. Casos similares hubo muchos, pero aquella selección francesa campeona en 1998 y subcampeona en 2006 contó con una selección integrada por una gran cantidad de afrodescendientes. Los inmigrantes se destacaron y llevaron a un seleccionado nacional a lo más alto.

En este mundial ya hubo un episodio que refuerza la hipótesis. La selección de Suiza, que en su primera presentación dio el golpe al empatar con Brasil, derrotó a Serbia 2 a 1 en el partido que mostró, además de los goles y las emociones al ser la primera remontada de esta copa, el hecho político más trascendente del mundial hasta el momento.  Serbia empezó ganando el partido con un gol de  Aleksandar Mitrovic a solo 5 minutos de iniciado el partido. Pero en el segundo tiempo Granit Xhaka puso el partido 1 a 1 y celebró el gol recreando con sus manos el águila bicéfala, que representa la bandera de Albania frente a la tribuna Serbia, país que no reconoce la independencia de Kosovo habitada mayoritariamente por albaneses. El condimento adicional es que Rusia, país anfitrión es otro de los países que no reconoce la independencia en apoyo a Serbia. Para redondear una jornada picante, Suiza terminó ganando el partido sobre el final con un contragolpe muy similar a aquel gol de Jorge Burruchaga en la final del 86, convertido por Xherdan Shaqiri, otro albanokosovar que repitió el festejo con el águila bicéfala.


Además de Xhaka y Shaqiri, también Behrami y Xhemaili, titulares en el partido para la selección de Suiza, son de origen albanokosovar. Granit Xhaka es hijo de un profesor, que en los años 80 luego de la muerte del mariscal Tito, fue preso político en el contexto del rebrote nacionalista en la ex Yugoslavia, y que al quedar en libertad emigró a Suiza. Su hermano Taulant Xhaka, también nacido en Suiza, optó en 2014 por jugar para la selección de Albania y protagonizó en 2016 un episodio similar cuando su selección enfrento a Serbia y un hincha albanés con un dron llevó la bandera con el águila dentro del campo de juego que al ser quitada por un jugador serbio de manera despectiva inició un caos tanto en el campo de juego como en las tribunas. Xherdan Shaqiri, probablemente el más conocido y figura de la selección de Suiza, nación en Kosovo y de pequeño fue a Suiza con su familia durante la guerra en condición de refugiado, por lo que se lo puede considerar como uno de los “niños de la guerra”. Pero este episodio no concluye en el estadio de Kaliningrado. En las calles de Pristina, capital de Kosovo, hubo festejos con las banderas de Albania y Kosovo celebrando la hazaña de sus “compatriotas exiliados”.

Ya hay medios que hablan de posibles sanciones a los jugadores por parte de la FIFA, que prohíbe expresiones políticas durante la competencia. El hecho representa un choque de poderes ya que estos jugadores representan a una selección económicamente poderosa que ocupa la presidencia de la FIFA, hablando en criollo: “los dueños de la pelota”, pero a su vez pondría en evidencia  el autoritarismo de una institución mundial salpicada de denuncias de corrupción.

 

Argentina y Alemania, diferentes también “en las malas”   

Alemania tampoco tuvo un buen comienzo en esta copa del mundo. Tras la derrota con México en su presentación le tocó enfrentar a Suecia en un partido sin margen de error. En una situación similar a la de Argentina, tras no empezar ganando como se esperaba, la crisis se hizo pública en determinadas situaciones que ya no muestran a esta selección como una “maquinaria perfecta”. Algunos cuestionamientos al cuerpo técnico por no permitir el uso de redes sociales a sus jugadores, o por la titularidad de su arquero y figura Manuel Neyer después de haber estado un año sin jugar por lesión, relegando a Marc-André ter Stegen, quien lo había reemplazado en los partidos de eliminatorios y además tuvo una destacada actuación en Barcelona durante la pasada temporada. Con algunas modificaciones pero manteniendo el estilo de juego que lo caracterizó, Alemania salió a jugar su segundo partido con un planteo ofensivo prácticamente monopolizando la posesión de pelota y el dominio territorial, pero con un par de contragolpes Suecia generó las situaciones más claras y terminó la primer mitad ganando 1 a 0. Alemania salió a jugar el segundo tiempo virtualmente eliminado, incluso el empate 1 a 1 logrado con el gol de Marco Reus, todavía lo dejaba en una situación muy complicada. Sin caerse mentalmente ni renunciar a su estilo de juego siguió buscando el gol hasta el final. No hubo piñas ni adentro ni afuera de la cancha, si bien una jugada desafortunada dejó a Alemania con un jugador menos. En tiempo de descuento Toni Kroos, que había cometido un error al perder la pelota que terminó en el gol de Suecia, logró el gol de la victoria en tiempo de descuento.

Las comparaciones, odiosas y no tanto, se hicieron presentes. Mientras la reacción argentina ante el primer gol de Croacia fue una silbatina unánime de la hinchada albiceleste con el Arquero Wilfredo Caballero cada vez que tocaba la pelota hundiendo aún más la moral del jugador, el director técnico Jorge Sanpaoli protagonizó un incidente al querer pelear con un jugador croata. En las tribunas también hubo argentinos protagonizando incidentes cuando un grupo de hinchas golpeó a un simpatizante croata.

Desde los medios de comunicación el machismo violento también se hizo presente, tanto desde filtraciones de audios y videos de personalidades hablando de “trompadas en el vestuario” hasta la apología de «los huevos” que supuestamente le faltaron a los jugadores en lugar de hablar del fútbol, que más bien se juega con los pies y la cabeza. Los mismos columnistas de canales deportivos que encubrieron a jugadores del ámbito local denunciados por violencia de genero salieron con ese discurso vacío y machistas, una apología de la brutalidad como “clave del éxito”. Curiosamente para muchos, y pese a no quedar eximido del discurso superficial sobre si se «tiene huevos», una de las voces más sensatas fue la de Diego Armando Maradona, quien podría considerarse como la única persona autorizada para criticar a Lionel Messi, diciendo que no es culpa del crack del Barcelona y señalado deficiencias colectivas e institucionales como el principal problema.

El triunfo de Nigeria sobre Islandia renovó las chances de “evitar el desastre”, aunque gran parte de la salvación dependerá de Argentina. Una actuación deslumbrante de Messi como la que tuvo frente a Ecuador en la última fecha de las eliminatorias podrá volver a salvar a Argentina de un papelón, pero de ninguna manera deberá ocultar el desastre institucional de la AFA y de una gran cantidad de argentinos que en Rusia pusieron en vergüenza a la Argentina con sus muestra de soberbia y machismo fuera del campo de juego. Tal vez el verde de la camiseta de Nigeria que salvó a Argentina de la eliminación sea más representativo que el celeste y blanco que dio lastima en los dos primeros partidos…. Cualquier parecido con el verde que hace 10 días rodeó el Congreso de la Nación derrotando al machismo patriarcal y a una lamentable actitud violenta de personas de celeste es una interesante coincidencia.

Pero el próximo martes, las historia, quizás sea otra, al menos en el fútbol… después de todo estamos hablando de un juego. Lo que no es un juego es la desidia de las instituciones y las dilaciones para tratar una ley urgente que evite las muertes de mujeres empujadas a la clandestinidad.

El fútbol, después de todo, es solo un juego.

 

 



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