14/09/2008

Los medios de comunicación frente a la prostitución y la trata de mujeres y niñas/os

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«La representación de las mujeres por parte de los medios es como un espejo roto que no logra encajar, ni siquiera juntando todos los pedazos», expresó hace un tiempo la periodista brasileña Adelia Borges. Desde la Campaña «Ni una mujer mas víctima de las redes de prostitución», las mujeres que la integran realizaron el siguiente análisis sobre los medios de comunicación y su mensaje sobre las mujeres. El artículo pertenece a su reciente publicación «Una perspectiva abolicionista sobre la prostitución y la trata».


Los medios de comunicación frente a la prostitución y la trata de mujeres y niñas/os
(O cómo nos imaginan los medios de comunicación)

En esta etapa del patriarcado capitalista, el mercado se extiende a todos los ámbitos de la vida, incluidos los más íntimos. La intimidad se exhibe como producto y la sexualidad se mercantiliza. Los cuerpos, especialmente los cuerpos de las mujeres, se convierten en productos.

Los medios de comunicación acompañan y a la vez producen esta realidad, obteniendo importantes beneficios económicos. La promoción de los cuerpos-sexuados como mercancías, impulsa la idea de la prostitución como algo deseable, placentero y económicamente conveniente, lo que se opone a la experiencia de millones de mujeres en esa situación.

Cuando expresamos «medios de comunicación» nos referimos a todas las formas comunicacionales: radio, TV, periódicos, revistas. Haremos referencia a los programas de mayor audiencia, a la mayoría de las publicidades, a la casi totalidad de la prensa escrita y a gran número de revistas. Dejamos de lado las excepciones, algunos medios y periodistas que tratan de implementar una perspectiva no sexista de la comunicación. Incluso tenemos el acompañamiento de algunas periodistas que forman parte, con nosotras, del movimiento de mujeres y del feminismo. La propuesta de la Red PAR (Periodistas de Argentina en Red) que acaba de lanzar un «Decálogo para el tratamiento periodístico de la violencia contra la mujer» en el cual elabora una guía no sexista sobre el femicidio y la violencia de género, nos parece importante.

Las mujeres tenemos un lugar en los medios. Se nos propone un «ideal de mujer» que es reproducida por el conjunto de las diferentes formas comunicacionales que, junto con la escuela, la familia y las iglesias conforman una cultura que nos coloca en el lugar de la mujer objeto, la mujer-cuerpo para el placer de otros. No se contempla la realidad cotidiana de «las mujeres reales», las mujeres que trabajamos y luchamos, las que actuamos todos los días, las diversas, las que ejercemos nuestro derecho a otras opciones y que no aparecemos como algo «deseable» de ser relevado.
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Nos muestran permanentemente «el modelo»: flaca, linda, perfecta y joven, legitimando determinados cuerpos; emancipada por la mediación del dinero, limitando la autonomía de las mujeres; heterosexuales y pasivas, imponiendo roles y algunas sexualidades sobre otras. Con cada una de estos ítems hacen programas que nos enseñan, nos atrapan y nos moldean.

La exhibición erótica de las mujeres en la televisión, en el cine, a través de la moda y con los concursos de belleza es pedagógica. Todos los medios de difusión son de manera permanente una escuela de prostitución para las mujeres de todas las clases sociales, grupos de edad y nivel educativo, como señala la antropóloga Marcela Lagarde, en «Los cautiverios de las mujeres».

Los medios de comunicación enseñan a las mujeres el lugar de objetos-eróticos-pasivos. Promocionan el uso de su cuerpo. Las que despiertan el deseo de los varones son las que se ven validadas, podrán acceder al bienestar, al éxito y por supuesto a los hombres.

También está en los medios la otra opción, la «mujer-objeto-para el uso-del otro»: la madre-esposa, la que siempre está dispuesta a un sacrificio más. Única responsable de sus hijo/as. Este es nuestro «deber», el más «sagrado». Así se refuerzan los roles tradicionales y quedamos, una vez más, atrapadas como mujeres, y por el solo hecho de serlo. No ofrecen ninguna posibilidad de una maternidad libremente elegida y compartida, ni la alternativa de no ser madres. Tampoco contemplan la maternidad como una función social, de la que deben ser también responsables los varones y toda la sociedad, ni muestran las dificultades reales que enfrentan millones de mujeres que están solas a cargo de sus hijas e hijos, sin cuota alimentaria y sin apoyo alguno del estado.
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Otro modelo que nos impone la cultura a través de los medios es el «amor romántico», basado en la propiedad privada del varón sobre la mujer. Su exaltación a través de diversos tipos de expresión y de formatos (aquí deberemos incluir los cuentos infantiles con el príncipe azul, las mujeres domesticadas y la eterna preocupación por «la belleza»), refuerza la idea de nuestra dependencia, enaltecida ahora por el «romanticismo» de haber alcanzado la felicidad del «pertenecer».

Fomentan, así, una socialización y una sexualidad masculina basada en la dominación sobre nuestro cuerpo. Así, juguete o incubadora, siempre «con dueño», debemos desaparecer como personas en función del bienestar y el placer de otro.

Estos mensajes re afirmativos de estereotipos y mandatos: mujer-objeto, mujer-madre perfecta, mujer-amor romántico, nos inducen a gozar de nuestra propia opresión sintiéndola como nuestro destino ineludible-deseable y desde allí transmitirla a nuestros hijas/os.

Queda expuesta la moral opresora, con la permanente apropiación del cuerpo de las mujeres, que con la intermediación de los medios, transmisores del pensamiento y valores del patriarcado aliado fraternal (alianza entre varones) del capitalismo, se legitima y se reafirma.
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Al transmitirnos el mensaje aprendido a través de siglos tienen altos niveles de rating, divierten domesticándonos, hacen dineros como cómplices del naturalizado negociado de la explotación sexual de las mujeres, crean complicidades entre varones, reafirman códigos entre pares. Por citar algunos ejemplos: Tinelli, Andrea del Boca, rubro 59, Clara de Noche, Cenicienta, publicidad de celulares, etc.

Muestran la prostitución y la trata «forzada» como algo intolerable y paralelamente y a renglón seguido, incentivan, propagandizan y ofrecen saunas, servicios de acompañantes, o sea mujeres en situación de prostitución. De esta manera banalizan y difunden como ejercicio de la «libertad» la explotación de la mal llamada prostitución «voluntaria» y trata «consentida». Para ellos la prostitución forma parte de la cultura.

En la TV, los afiches de la calle y en internet, la pornografía está presente y es mucho más que imágenes. Relacionada con la violencia, con el supuesto deseo de crueldad por parte de la victima (mujer o niña/o, la mayoría de los casos), con la imagen de una mujer que desea ser torturada y humillada, es una práctica de discriminación sexual.

La realidad nos muestra sólo show mediático y falta de voluntad política de cambio mediante análisis profundos basados en los enfoques que proponemos las feministas: las mujeres somos personas sin destino ineluctable marcado por el género y merecedoras de derechos como humanas.
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Sin voluntad política de equidad y de justicia, con desprecio a las pautas más fundamentales de la no discriminación (sin que a nadie le importe), ni de respeto a los derechos de las mujeres, considerándonos como receptoras pasivas, ignorando nuestra diversidad, ocultando nuestras inserciones en múltiples ámbitos de lucha y movilización por el cambio social y cultural, fortaleciendo nuestra desigualdad, promoviendo un discurso hétero-sexista, con el propósito de que el espectáculo y la cultura patriarcal deben seguir, no intentan cuestionar de manera alguna el orden establecido.

Los medios nos enseñan que nuestro cuerpo expropiado es una «mercadería» a exhibir, fuente de toda felicidad»¦para otro. Construcción básica de la institución de la prostitución.

Usan todo su poder para reafirmar los cautiverios de las mujeres.

Campaña «Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución»

http://www.campanianiunavictimamas.blogspot.com/


Fotos de la nota: ANRed en el Encuentro Nacional de Mujeres – Neuquén 2008



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