19/06/2018

«Yo Aborté»

Compartimos el relato de Verónica, quien en un momento de su vida decidió abortar: «Sentí por primera vez el abrazo sororo. Cada una de estas mujeres me dio información, herramientas y estuvo a la espera de mi decisión. Buscaron los recursos, pero sobre todo acompañaron. Pude decidir, tuve información y estuve acompañada. Empecé a buscar más información. Pude leer otros relatos de mujeres que pudieron abortar y que siguieron su vida como yo, pero no pude conocer las historias de las mujeres que ya no están. Es por eso que decidí activar. Conocí a una marea gigante de otras compañeras sororas que desde hace muchos años pelean porque todes podamos acceder a nuestros derechos». Imagen: Romilustraciones


Yo Aborté

Desde chica viví como en una especie de burbuja. Fui conociendo las cosas a medida que las transitaba. Puntualmente mi sexualidad, mi cuerpo, los placeres los fui conociendo hace muy pocos años. Mi madre ni su familia nos hablaban de sexualidad ni de cuidados sobre nuestro cuerpo. Lo que yo sabía es que había que usar preservativo en una relación sexual. Entonces siempre lo exigí para disfrutar de la relación sexual.

Cuando comencé a salir con esta persona exigía lo mismo, pero luego de un tiempo (llevábamos 2 años saliendo) acepté, al no dejarme opciones y tampoco conocer otras, no usar preservativo. Recuerdo que me dolía la panza. Pensé que eran gases, por lo cual tomaba té de diferentes yuyos, pero no pasaba nada, los gases no salían. Iba al ginecólogo pero no logró recordar si él me dio la orden para los análisis.

Habían pasado varias semanas, me hice los análisis de sangre y a los días tenía que hacerme la eco. Mi madre sospechaba. Un día fui a verla al hospital, donde ella trabajaba, en la parte de laboratorio, y me insistía con hacerme los análisis ahí, ya que rápidamente sabríamos los resultamos. Me negué y enojé mucho. Finalmente me dejó ir.

A los días fui a hacerme la eco. Tenía que tomar mucha agua pero me había olvidado de hacerlo. Me lo hizo igual, y me confirma que “es un embarazo de tales semanas” (eran pocas). Salgó con la eco y me quedó afuera pensando. Le mando un mensaje a una compañera de militancia, que era de Varela pero que vivía hace unos años en La Plata. Le cuento, le digo exactamente dónde me encontraba. Me dijo “espérame ahí”.

Ella llegó a las 2 horas, me abrazó y fuimos a la casa de su mamá. Me preparó algo de comer, charlamos y me dio para que vea el libro “Cómo abortar con pastillas”. Después de un par de horas de charla ya quería irme a casa, le deje la eco y los análisis de sangre. Subí al bondi pensando qué haría, aunque mi decisión ya estaba latente. Llegué a mi casa, no le conté a mi madre, ya que insistía en que sí estaba embarazada íbamos a criarlo juntas, a pesar de la situación económica en la que nos encontrábamos.

El fin de semana tuvimos un plenario de la orga en la que participaba. Como era una cena me quede a dormir en la casa de una compañera que no sabía. Al otro día me levanté. Le conté. Llegó otra cumpa, me miró y dijo: “estás embarazada”. Me abrazó. Sentí que no estaba sola. Me propusieron llamar a una línea telefónica de información. Llamé y deje mi número. Ellas hicieron lo mismo.

Lo pensé mucho, aunque en el fondo cuando me enteré sabía que no podía seguir con ese embarazo, que no deseaba ser madre, cuando entré a repensar mi vida, y entre otras cosas mi relación con esta persona la cual me había violentado tantas veces hasta cuando se lo conté me volví a chocar contra la pared.

Una tarde estaba en mi casa y recibo el llamado. Me pregunta “¿podes hablar?”. «Sí», le respondo. Prosiguió consultándome cuestiones de salud, las semanas de embarazo y el procedimiento con misoprostol. El llamado terminó de sacarme las dudas. Le mandé un mensaje a mi cumpa y le dije: “ya decidí: quiero abortar”. «Bueno, lo vamos a hacer», me expresó.

El domingo salí de casa. Me subí al colectivo TALP. Viajé todo el tramo parada, mirando por la ventana, centrada en mi decisión. Llegué, bajé por la puerta de adelante. La casa estaba cerca de la vereda. Caminé unos pasos. Toqué timbre y ella me abrió la puerta.

Me había preparado todas las cosas, ya había ordenado las horas en que debía hacer la aplicación. Eran casi las 12 del mediodía. Me dijo “empecemos con primera colocación”. Me explicó cómo debía hacerlo y me dio el espacio para que lo hiciera. Me acosté en la cama y coloqué las pastillas en mi vagina. Me lavé las manos y salí de la habitación. Este proceso lo hice dos veces más.

Almorzamos juntas. Más a la tarde vino otra compañera y luego vinieron dos compañeras más. Sentí por primera vez el abrazo sororo. Cada una de estas mujeres me dio información, herramientas y estuvo a la espera de mi decisión. Buscaron los recursos, pero sobre todo acompañaron.

Pude decidir, tuve información y estuve acompañada en un gran abrazo sororo. Yo pude seguir viviendo. Seguí con mis proyectos. Empecé a buscar más información. Pude leer otros relatos de mujeres que pudieron abortar y que siguieron su vida como yo, pero no pude conocer las historias de las mujeres que ya no están. Es por eso que decidí activar. Conocí a una marea gigante de otras compañeras sororas que desde hace muchos años pelean porque todes podamos acceder a nuestros derechos.

Siempre pelearemos con alegría por nuestros derechos.



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