13/06/2018

Hoy, nos convertimos en heroínas

Hoy viviré una jornada colectiva histórica, de esas que luego quedan en los libros como hechos sociales que marcan un comienzo. Así lo siento y así la vivo. Todas esperamos que el Congreso esté a la altura de nuestras discusiones. Esperamos que el proyecto de ley que legaliza el aborto obtenga su media sanción en diputados. Hoy, deseamos ser más libres que ayer. Por Leticia Corral, para ANRed.


¡Estoy caótica!, y no sé por donde comenzar. Poner en orden estas líneas, se me hizo cuesta arriba. Llamo a las compas y están igual o peor que yo. Me río y sigo tratando de poder sintetizar lo que se me hace casi imposible: codificar en palabras esta emoción.

Hago memoria y no puedo recordar cómo fue que me transformé en una activista por el derecho al aborto legal. Lo que sí sé es cuáles fueron los motivos que me llevaron a participar de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. Esta lucha se me hizo carne propia, cuando siendo adulta comprendí muchos silencios familiares. Las consecuencias de la clandestinidad del aborto golpearon a mi familia de una manera trágica, cobrándose la vida de mi tía. La causa de su muerte fue un secreto hermético, un pacto familiar para poder seguir adelante. Sobre todo porque mi tía tenía dos hijas muy pequeñas: mis primas, con quienes me crié. No la conocí, porque murió antes que yo naciera, pero conocí su enigmática y angustiosa ausencia.

Pasaron los años y en esos enfrentamientos políticos que suelo tener con mi madre, discutimos sobre el aborto. En plena guerra de palabras, me reveló el secreto familiar. Sólo recuerdo su cara triste, pero también aliviada por poder decir lo que durante muchos años debió callar: «tu tía murió en un aborto». Ese silencio hastío se rompía al fin.

A partir de ahí me juré que el silencio no sería parte de mi. Necesitaba decir lo que mi vieja, mi tía y todas las mujeres de mi vida no pudieron.

Así fue como me acerqué a la regional zona sur de la Campaña y conocí a mis compañeras de lucha. Cada una con sus motivos, sus dolores y sus alegrías, me enseñaron a transformar mi causa en una causa colectiva. De a poco fui aprendiendo que el aborto no se trataba de muerte. La muerte tenía que ver con la clandestinidad. Y entendí que abortar tenía que ver con la vida, con la autonomía de nuestros cuerpos, con nuestra libertad.

Las mujeres nos hemos acostumbrado a tejer la política con nuestras vidas. Lo personal es político no es slogam, sino una forma de ver el mundo. Y haciendo política sin hegemonías llegamos hasta aquí, a este día histórico donde no estamos luchando por una simple ley, sino por nuestra libertad.

No sé porqué me acordé de Mascherano, el futbolista a quien corresponde la frase «hoy te convertís en héroe», cuando busqué un título para ésta nota. Porque entre nosotras no hay capitanas, pero me gusta sentir la épica de que hoy somos las protagonistas de una página de la historia. Heroínas de verde. Nosotras, las mujeres, siempre silenciadas, las que siempre debemos dar mil argumentos, las que laburamos, militamos, las que queremos cambiarlo todo. Ahora que sí nos ven: nosotras les decimos que el patriarcado se va a caer, y ¡el aborto será ley!



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