14/07/2008

Modelo sindical y conflicto subterráneo

Foto: Olmo (Argentinaphoto)Juan Montes Cató y Patricia Ventrici analizan las características de la lucha sindical de los trabajadores del subte «Las características de la práctica gremial en el sector hacen que el ejemplo del subte reedite, en un contexto de creciente protagonismo de la conflictividad laboral, problemáticas históricas en torno a la estructura sindical argentina, especialmente en relación a las dificultades normativas y políticas para generar prácticas alternativas que puedan forzar cierta apertura democratizante en los aparatos clásicos de los sindicatos»


La privatización del subterráneo de Buenos Aires en 1994 supuso para los trabajadores cambios en las condiciones de trabajo y en las relaciones laborales. Se disminuyó la plantilla a prácticamente la mitad a través de despidos encubiertos denominados retiros voluntarios; se tercerizaron actividades a empresas del mismo grupo empresarial; se aumentó la jornada de trabajo (retomando los decretos de la dictadura y desconociendo las condiciones de insalubridad de la actividad) y se negociaron convenios colectivos que incorporaron cláusulas flexibilizadoras.

Estas modificaciones tuvieron dos objetivos. El primero, operar sobre el factor laboral disminuyendo los costos asociados al salario. Esto implicó sacar fuera de convenio a los trabajadores o en otros casos encuadrarlos en sindicatos que poseen salarios menores y condiciones de trabajo aún más precarias como el de seguridad o comercio. El otro objetivo fue operar sobre la homogeneidad de la fuerza de trabajo para erosionar la capacidad de acción gremial. Si bien esta política empresaria fue efectiva durante prácticamente diez años, desde el 2004 se produjeron dos conquistas importantes que cristalizaron algunos avances gremiales previos. Estas fueron el reencuadramiento de trabajadores de limpieza y seguridad tercerizados y la disminución de la jornada laboral. Le siguieron mejoras en el salario, mayor incidencia en los criterios de ascenso e igualdad en el acceso de las mujeres a puestos claves como los de conductor.

Si bien la dirigencia sindical de la UTA se opuso a la concesión privada, a partir de ella entabló una doble estrategia. En el plano externo participó en el MTA, lo cual le valió un perfil opositor. En el plano interno llevó adelante una alianza estratégica con la empresa Metrovías que condujo al sindicato a alejarse de las bases, a desestimar la movilización de trabajadores como herramienta de acción y a concentrarse en la administración de los recursos organizativos.

¿Qué explica entonces las mejoras sustanciales de los trabajadores en los últimos años? En gran medida estos avances están relacionados con la legitimidad del instrumento de participación en las decisiones de orden sindical. Frente al modelo tradicional de organicidad institucional sustentada en un verticalismo y centralismo férreos promovido por los dirigentes de la UTA, los nuevos delegados impulsan formas eficaces de democracia sindical. La capacidad de movilización, producto del contacto fluido con las bases, les ha permitido sortear un nudo georgiano del modelo sindical argentino. Como se sabe, la representación recae en el sindicato con mayor número de afiliados; como la UTA aglutina también a las líneas de colectivos, esto le permite mantener a la dirigencia actual el mando del sindicato. Pero precisamente como el Cuerpo de Delgados posee tal capacidad de acción prácticamente opera como un sindicato en cuanto, si bien sigue siendo la dirigencia de la UTA la que suscribe por ejemplo el CCT, el Cuerpo de Delegados ha logrado constituirse en un actor privilegiado al momento de negociar salarios y condiciones de trabajo. Estas características de la práctica gremial en el sector hacen que el ejemplo del subte reedite, en un contexto de creciente protagonismo de la conflictividad laboral, problemáticas históricas en torno a la estructura sindical argentina, especialmente en relación a las dificultades normativas y políticas para generar prácticas alternativas que puedan forzar cierta apertura democratizante en los aparatos clásicos de los sindicatos.

Por ello, las medidas de fuerza que se vienen sucediendo en los últimos tiempos en el sector, más allá de los emergentes coyunturales, están relacionadas con dos formas de entender lo sindical: el de una dirigencia burocratizada que no tolera corrientes opositoras y posee una alianza estratégica con la empresa y por otro lado, el cuerpo de delgados que privilegia la democracia sindical activa y participativa como herramienta eficaz para la mejora de las condiciones laborales.

Juan Montes Cató es Sociólogo, Investigador del Conicet y docente de la UBA. Patricia Ventrici es Socióloga y becaria del Conicet



0 comentarios

1000/1000
Los comentarios publicados y las posibles consecuencias derivadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Está prohibido la publicación de comentarios discriminatorios, difamatorios, calumniosos, injuriosos o amenazantes. Está prohibida la publicación de datos personales o de contacto propios o de terceros, con o sin autorización. Está prohibida la utilización de los comentarios con fines de promoción comercial o la realización de cualquier acto lucrativo a través de los mismos. Sin perjuicio de lo indicado ANRed se reserva el derecho a publicar o remover los comentarios más allá de lo establecido por estas condiciones sin que se pueda considerar un aval de lo publicado o un acto de censura. Enviar un comentario implica la aceptación de estas condiciones.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba