12/05/2018

El pesimismo actual supera al optimismo original: De la euforia al desencanto

Es el tiempo de lo efímero. Lo que hasta hace seis meses atrás era un curso económico positivo y una reelección casi segura mutó a una nebulosa. Priman  ahora  la incertidumbre, la desconfianza, el escepticismo. Por Eduardo Lucita, integrante de Economistas de Izquierda (EdI).

Diciembre borró a octubre y el “affaire” Triaca, la inflación que no desacelera, el tarifazo que golpea los presupuestos familiares, la corrida del dólar, que siembra inquietudes y el regreso sin gloria y de apuro al desprestigiado FMI, completan el cuadro.

La desorientación y la pérdida de credibilidad del gobierno crecen. Sintetizando este estado de ánimo el analista de La Nación, Carlos Pagni, se preguntaba en la edición del 10 de este mes “¿Por qué la Argentina de Mauricio Macri, que era señalada por el mundo como un ejemplo global, se transformó en un destino tóxico?”

De octubre a diciembre

Los resultados de las elecciones de medio término desataron la euforia en el gobierno y en los adherentes a Cambiemos. Se daba por segura la reelección de Mauricio Macri en el 2019, los más entusiastas auguraban que se venía la disputa entre Ma. Eugenia Vidal, Enrique Rodríguez Larreta y Marcos Peña, por quién sucedería al actual presidente en…2023. Machacando sobre caliente el presidente presentó su tríptico de reformas (previsional, impositiva y laboral).

Las grandes movilizaciones contra la reforma previsional del 14 y 18 de diciembre pasado -un inédito despliegue represivo y su contrapartida una impresionante resistencia y respuesta de masas-  y la insólita conferencia de prensa del 28 frenaron esa algarabía cambiemista y dieron inicio a una tendencia a la baja en la percepción que del presidente y su gobierno tiene parte importante de la sociedad.

De diciembre a hoy

El gobierno logró que el Congreso le aprobara el saqueo a los jubilados, el costo político fue muy alto y aún lo sigue pagando; los cambios impositivos los pudo imponer a medias y pasó de impulsar reformas laborales “sector por sector” a buscar cambios en la Ley de Contratos de Trabajo para, finalmente, dividir en partes la reforma buscando más apoyo. Ahora la envió al Congreso pero hizo unos agregados que rompen los acuerdos que tenían con la CGT y sectores políticos del peronismo.

El “affaire” del ministro Triaca, la off shore del ministro Caputo, el blanqueo del ministro Dujovne, la falta de confianza en el país del ministro Aranguren, todos hicieron su aporte al descrédito del mejor equipo de los últimos 50 años, golpeando de lleno en el discurso sobre la superioridad moral del macrismo. La inflación que no cede y el continuo cambio de metas, que buscan ocultar los fracasos en controlarla; los tarifazos, que golpean los presupuestos familiares; la errática política del BCRA ante la corrida del dólar, de conjunto desnudaron la fragilidad de la economía argentina y la débil capacidad de gestión del equipo de gobierno. El ministro Caputo declaró “No nos tomó de sorpresa” ¿entonces porque tantas idas y vueltas?; el secretario de comercio Braun comentó “No pensamos que la devaluación iría tanto a precios, tampoco las tarifas” ¿pero no era un gabinete de expertos? El ministro Dujovne, antes de ser ministro, agitaba “No volvamos al Fondo”, se tomó un avión de apuro para ir al FMI a pedir auxilio financiero.

Completando el panorama la anticipadísima renuncia de Emilio Monzó a renovar su banca en 2019, no es más que la punta de iceberg que expone otra de las aristas que abonan el descrédito: los choques e internas en el oficialismo. Disputas entre tecnócratas y Ceos puestos a gobernar por un lado y entre políticos de distinta procedencia que forman parte de la alianza Cambiemos por el otro.

Calidad y cantidad

Así las cosas todos los estudios y análisis de carácter cuantitativo (encuestas) muestran que en el ranking de las preocupaciones el podio lo ocupan ahora la situación económica, la crisis cambiaria y la debilidad del gobierno, mientras escala posiciones el temor al desempleo. En tanto que los cualitativos, especialmente los basados en los Focus Grups –instrumento analítico preferido del gobierno- reflejan como va cambiando el humor social. Detectan que no se trata de una bronca momentánea sino de pérdida de expectativas. La “revolución de la alegría” trocó a caras largas.

El resultado no es otro que una importante caída en la imagen de gestión del gobierno, que alcanza ya no solo al propio presidente Macri, sino también a la gobernadora Vidal. Es que si la inflación corroe la confianza de los consumidores, la resistencia a la desaceleración y la corrida cambiaria muestran que esa desconfianza ha llegado también a los sectores financieros y a los grandes capitalistas. No solo no aportan ya fondos frescos, para financiar déficit fiscal y de cuenta corriente, sino que retiran los que habían puesto.

Regreso sin gloria

En este contexto el regreso al Fondo es vivido como resultado de un fracaso. Hay consenso en que apenas permitirá ganar tiempo, que impondrá condiciones ya por todos conocidas que alejan toda perspectiva de una mejora en la situación. Una historia ya vivida por los argentinos. Así la insatisfacción por la marcha general del país alcanza en estos días al 70 por ciento.

El gobierno se ha debilitado, la oposición mayoritaria sigue sin poder reorganizarse, la izquierda anticapitalista aún minoritaria es la única que ofrece una salida programática sobre la base de medidas rupturistas. Se abre un espacio político, el problema es quién lo ocupará.

 



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