02/05/2018

«Tu violas, el viola, todos callamos»

La violación es una de las máximas agresiones que sufrimos las mujeres y niños. Simpre han sucedido, pero a veces como si fuera contagioso, el tema se vuelve recurrente en los medios de comunicación locales e internacionales. Desde la sentencia bochornosa a La Manada, numerosos casos de violaciones grupales  fueron otra vez noticia. La escalada violenta sobre el cuerpo femenino, tanto en número como en formas de crueldad es impactante. Por lo tanto la recurrencia de este tipo de violencias son un síntoma de un momento del mundo y, sobre todo, de nuestras sociedades. Por ANRed

Una manada feminista tomó  la Puerta del Sol este Dos de Mayo, día de la Comunidad de Madrid bajo la consigna: «tranquila, hermana, aquí está tu Manada» y «no es abuso, es violación». El movimiento feminista de Madrid ha vuelto a mostrar su indignación con la sentencia de ‘La Manada’, que condenó a cinco varones que violaron a una chica en los sanfermines de 2016, por abuso sexual y no por agresión, al considerar que no existió «violencia» ni «intimidación».

«De camino a casa, quiero ser libre, no valiente», «jueces machistas violan la justicia», «si tocan a una, nos tocan a todas», o «estamos en guerra, autodefensa feminista» decían los carteles de las muejeres que se manifestaron.

La indignación colectiva se hizo sentir luego que la justicia, a quienes le atribuímos el rol de aplicar las normas, no evalúa como agresiva una violación colectiva.

El lunes, en Chile se dió a conocer el caso de una mujer de 28 años, supuestamente argentina, que denunció haber sido violada por un grupo de hombres, hinchas de Universidad de Chile, en la comuna santiagueña de Ñuñoa tras el partido que se disputó en el Estadio Nacional, el domingo por la noche. El grupo de hombres la encerró en la calle y la llevó a una plaza cercana, donde tres de ellos abusaron por medios sexuales de ella. La mujer habría llegado durante la madrugada a su casa. Allí su marido la asistió y la llevó hasta un centro asistencial, donde confirmaron que tenía lesiones por violación. Cámaras de seguridad registraron el momento en que los hinchas, cinco varones vestidos con camisetas de Universidad, la atacan.

El sábado en Olavarría (Argentina), dos chicas fueron violadas por un grupo de varones a quienes los medios locales llamaron «La Manada de Olavarría». Las jóvenes concurrieron a un boliche, donde fueron drogadas y luego abusadas por medios sexuales.

En México la cronista de una reconocida señal de tv,  María Fernanda Mora fue acosada en vivo por un hincha del Club de fútbol Chivas. La periodísta reaccionó frente a la agresión, pero lo llamativo fueron los comentarios que circularon via redes sociales. Recibió duras críticas que le indicaban que su reacción fue desmedida. La secuencia no es mas que otra forma de violar justificadas grupalmente, pero que rara vez tipificamos como tal.

https://www.facebook.com/ReporteNivelUno/videos/634412606909285/UzpfSTcxNTU1OTM5MjoxMDE1NjMxMTE5OTU4NDM5Mw/?q=Mar%C3%ADa%20Fernanda%20Mora%20fue%20acosada%20en%20vivo%20po

 

La escalada violenta sobre el cuerpo femenino, tanto en número como en formas de crueldad es impactante. Por lo tanto la recurrencia de este tipo de violencias son un síntoma de un momento del mundo y, sobre todo, de nuestras sociedades.

Las violaciones son la punta del iceberg, de otras violaciones que no tipificamos como tales. Hay una serie de valores compartidos que son el sustrato para que irrumpan este tipo de agresiones hacia las mujeres. Como lo indica la antropóloga argentina Rita Segato «las violaciones son actos de poder y dominación», agrega «El violador no es un ser anómalo. En él irrumpe un contenido y determinados valores que están presentes en toda la sociedad. Cuando eso sucede nos espantamos y transformamos al violador en un chivo expiatorio, pero él en realidad fue el actor, el protagonista de una acción de toda la sociedad.»

Tal como lo afirma la antropóloga argentina, las violaciones  son ataques a la sociedad y a la vida en el cuerpo de una mujer. Entonces el problema no es el de un hombre y una mujer. O el de un violador como un ser anómalo, como un ser solitario. Ese es un error que ya el pensamiento feminista eliminó hace muchísimo tiempo. El violador no es un ser anómalo. Sino que es quien ejecuta o pone en practiva valores socialmente aceptado. Por lo tanto el problema debe ser entendido en términos sociales, grupales. La violación, por ende, constituye una problemática social y no la conducta de un criminal “raro”.

Tal como lo indica la imágen que acompaña esta nota, para evitar que sigan ocurriendo estas agresiones, no hay recetas mágicas, ni la punición como la única solución. La sociedad entera debe dejar de educar violadores.

 

 

 

 

 

 

 



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