01/05/2018

Hablan los mártires de Chicago

El 1 de mayo de 1886 se produjo una huelga exigiendo una jornada laboral de ocho horas en Chicago. Las horarios de trabajo llegaban hasta 14hs diarias. Las trabajadoras, ya cobraban salarios inferiores por iguales condiciones, de esta situación no se excluía a los niños. En los primeros días, la policía disparó contra los trabajadores en huelga asesinando a seis. Luego, el mitín de Haymarket en protesta por la violencia policial y el supuesto atentado que justifico el bochornoso juicio que ejecutó a Spies, Albert Parsons, Louis Lingg, Adolph Fischer, y George Engel el 11 de noviembre de 1887. Michael Schwab y Samuel Fielden recibieron prisión perpetua. Por ANRed

George Engel, albañil, fue miembro de la Primera Internacional;

«¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza, y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, la libertad, el bienestar».

 

Adolf Fischer, imprentero y periodista;

«Solamente tengo que protestar contra la pena de muerte que me imponen porque no he cometido crimen alguno… pero si he de ser ahorcado por profesar mis ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente. Lo digo bien alto: dispongan de mi vida».

 

Albert Parsons, periodista y activista contra la esclavitud afro luego de luchar en la Guerra Civil norteamericana;

«El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme».

 

Hessois Auguste Spies, Tapicero, antes de ser ejecutado grito, «llegará el día que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy ahorcan»;

«Honorable juez, mi defensa es su propia acusación, mis pretendidos crímenes son su historia. […] Puede sentenciarme, pero al menos que se sepa que en el estado de Illinois ocho hombres fueron sentenciados por no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia».

 

Louis Lingg, carpintero, supuestamente se suicido en la celda un día antes de ser colgado;

«No, no es por un crimen por lo que nos condenan a muerte, es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos: nos condenan a muerte por la anarquía, y puesto que se nos condena por nuestros principios, yo grito bien fuerte: ¡soy anarquista! Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!».

 

Michael Schwab, encuadernador y periodista. El día del supuesto atentado se comprobo que estuvo solo cinco minutos en el mítin;

«Hablaré poco, y seguramente no despegaría los labios si mi silencio no pudiera interpretarse como un cobarde asentimiento a la comedia que se acaba de desarrollar. Lo que aquí se ha procesado es la anarquía, y la anarquía es una doctrina hostil opuesta a la fuerza bruta, al sistema de producción criminal y a la distribución injusta de la riqueza. Ustedes y sólo ustedes son los agitadores y los conspiradores».

 

Samuel Fielden, pastor metodista, socialista y obrero textil;

«Yo amo a mis hermanos los trabajadores como a mi mismo. Yo odio la tiranía, la maldad y la injusticia. El siglo XIX comete el crimen de ahorcar a sus mejores amigos. Hoy el sol brilla para la humanidad; pero, puesto que para nosotros no puede iluminar más dichosos días, me considero feliz al morir, sobre todo si mi muerte puede adelantar un solo minuto la llegada del venturoso día en que aquel alumbre mejor para los trabajadores. Yo creo en que llegará un tiempo en que, sobre las ruinas de la corrupción, se levantará la venturosa mañana del mundo emancipado libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones…»

«No hay ningún criminalista que niegue que todo crimen en su origen es el producto de la miseria. Pues bien; se me acusa de excitar las pasiones, se me acusa de incendiario porque he afirmado que la sociedad actual degrada al hombre hasta reducirlo a la categoría de animal. Andad, id a las casas de los pobres, y los veréis amontonados en el menor espacio posible, respirando una atmósfera infernal de enfermedad y muerte.»
«Si queréis mi vida por invocar los principios del socialismo y de la anarquía, como yo entiendo y creo honradamente que los he invocado en favor de la humanidad, os la doy contento y creo que el precio es insignificante ante los resultados grandiosos de nuestro sacrificio.»

«Si me juzgáis convicto por haber propagado el socialismo, y yo no lo niego, entonces ahorcadme por decir la verdad.»

«Yo he invocado los principios del socialismo y de la economía social, y ¿por esta y sólo por esta razón me hallo aquí y soy condenado a muerte? ¿Qué es el socialismo? ¿Es tomar alguno la propiedad de otro? ¿Es eso lo que el socialismo significa en la acepción vulgar de la palabra? No. Si yo contestara a esta pregunta tan brevemente como los adversarios del socialismo, diría que este impide a cualquiera apoderarse de lo que no es suyo. El socialismo es la igualdad; el socialismo reconoce el hecho de que nadie socialmente es responsable de lo que es; de que todos los males sociales son el producto de la pobreza; y el socialismo científico demuestra que todos debemos evitar y combatir el mal dondequiera que se encuentre.»



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