13/04/2008

Liberaron a policía condenado por torturas

cana-3.jpg Con permiso del Poder Judicial y del Ministerio de Seguridad, uno de los policías condenado a prisión perpetua por torturar hasta la muerte a Sergio Durán trabaja en la agencia «Segur Part SA» de la localidad de Morón. El Estado le otorgó un subsidio por medicamentos y la posibilidad de retirarse efectivamente de la Policia, cobrando jubilación.


Sergio Durán (17) fue torturado, durante no menos de ocho horas, en la comisaría 1ª
de Morón la noche del 6 a 7 de agosto de 1992. Uno solo de los policías
intervinientes, el oficial subinspector Jorge Ramón Fernández, fue detenido en
1993. Con evidente apoyo oficial, se profugaron el subcomisario Miguel Angel
Rojido, el cabo Raúl Rodolfo Gastelú, el oficial Luis Alberto Farese y el cabo
Hugo Nicolosi. Pericias médicas y de laboratorio, y el testimonio de varios
detenidos de esa noche determinaron que el adolescente fue sacado por Fernández
de su celda, y llevado a la oficina del servicio de calle de la comisaría 1ª de
Morón, donde fue golpeado brutalmente (tenía un diente roto, un corte en la
lengua, laceraciones en las muñecas, y hematomas en la cara y testículos), le
aplicaron la «bolsita» (submarino seco) y lo picanearon en los genitales, además
de someterlo a maniobras masturbatorias violentas, que aumentan el dolor de la
tortura. La muerte se produjo por un «un mecanismo reflejo que causó un paro
cardiorespiratorio». Es decir, Sergio murió de dolor.

El 14 de octubre de 1995 el oficial Fernández fue condenado a prisión perpetua por
ser partícipe necesario de la tortura seguida de muerte. Los medios titularon
«Perpetua en el juicio a la picana», porque era la primera vez, desde 1983, que se
comprobaba la utilización de la picana en una comisaría argentina.

Pero una condena a prisión perpetua, si el reo es un policía, y aunque el delito
sea de lesa humanidad, puede significar, como en este caso, la libertad con menos
de diez años cumplidos, el premio de un trabajo en blanco en la rama privada de la
misma actividad represiva, un subsidio oficial para medicamentos y la posibilidad
de un retiro efectivo de la policía, con su consiguiente haber previsional
.

EN LIBERTAD, Y HACIENDO SEGURIDAD PRIVADA

Hace dos semanas, un anónimo llegado por correo electrónico hizo que CORREPI
rastreara el expediente. Descubrimos que el 16 de diciembre de 2003, sólo ocho
años después de su condena a prisión perpetua, Jorge Ramón Fernández fue
excarcelado por la Sala Segunda de la Cámara de Apelaciones y Garantías de Morón,
y casi enseguida empezó a trabajar como Supervisor en la empresa Segur Part SA.
Aunque Fernández informó al poder judicial que su tarea es de «supervisor de
maestranza», la empresa confió al diario Clarín que el policía :»hace tareas de
gestoría, para nosotros y otras agencias, para la portación de armas de los
vigiladores». Eso sí, ni siquiera tuvo que acostumbrarse a un nuevo barrio. Su
actual trabajo, en la calle Bartolomé Mitre 1131 de Morón, está a una cuadra y
media de la comisaría 1ª de Morón donde Sergio Durán murió torturado.

No sólo con permiso de los jueces trabaja el torturador en la agencia de
vigilancia y seguridad. Segur Part SA, CUIT 30-68526975-5, figura en el listado de
prestadores de servicios de seguridad privada del Ministerio de Seguridad de la
Provincia de Buenos Aires, de manera que su nómina de empleados y contratados es
visada por el poder ejecutivo provincial. Como si fuera poco, también el gobierno
de la ciudad de Buenos Aires la tiene habilitada, con permiso para que su personal
porte armas.

Según la ley 12.297 de la provincia de Buenos Aires, que regula el servicio
privado de seguridad, «No podrán desempeñarse en el ámbito de la seguridad
privada, (…): quienes hayan sido excluidos de las fuerzas armadas, de seguridad,
policiales (…); quienes posean antecedentes por condenas o procesos judiciales
en trámite por delitos dolosos, o culposos relacionados con el ejercicio de la
función de seguridad». Pero ni el ex ministro León Arslanián, ni el actual, Carlos
Stornelli, impugnaron la contratación de Fernández, que trabaja en blanco y tiene
sus aportes jubilatorios al día.

PRÓFUGOS EN SUS CASAS

En octubre de 1996, guiados por rumores y mensajes anónimos de vecinos,
encontramos a dos de los prófugos, el subcomisario Rojido y el cabo Gastelú, que
seguían viviendo en sus viejos domicilios y haciendo una vida normal. Logramos
filmar a a Rojido en su casa de Mar del Plata, junto a su esposa -también policía,
hoy comisaria e instructora de policías- y saludando con un abrazo a un uniformado
que iba a visitarlo en patrullero. A Gastelú lo ubicamos en Moreno, en el barrio
Las Catonas, llevando con custodia policial a sus hijos a la escuela, entrando a
su trabajo en la municipalidad de Moreno -donde tiene un puesto su esposa- y
caminando tranquilamente por la calle. La amenaza de difundir públicamente los
videos garantizó que ambos fueran detenidos en día de la madre.

Pero no estarían presos mucho tiempo. En 1999, como la cámara de Morón no había
tenido tiempo de juzgarlos, fueron excarcelados.

Mientras tanto, se detuvo al oficial Farese, que a pesar del pedido de captura en
su contra siguió cobrando su sueldo de policía normalmente en la jefatura de La
Plata hasta 1997. El 4 de febrero de 1998, Farese se escapó caminando de la
comisaría donde estaba alojado. Nunca más se supo de él. El comisario responsable
de su fuga, Pedro Montesinos, fue exonerado, y reapareció años después, al mando
de las fuerzas de choque en el Mercado Central, con cargo de «asesor de seguridad»
del secretario de comercio kirchnerista Guillermo Moreno. Como para compensar la
fuga de Farese, en 1998 fue detenido el cuarto prófugo, el cabo Nicolosi.

El 20 octubre de 2003, once años después del crimen, debía comenzar el segundo
juicio oral, contra Nicolosi, y los excarcelados Rojido y Gastelú, que, por
supuesto, no se presentaron. Se libró una decorativa nueva orden de captura
nacional e internacional contra los dos torturadores, mientras el juicio continuó
sólo contra Nicolosi, que fue condenado a prisión perpetua como coautor del delito
de tortura seguida de muerte en perjuicio de Sergio Gustavo Durán.

Nuevamente los vecinos de Moreno nos alertaron de que el cabo Gastelú había vuelto
al barrio de toda su vida. En abril de 2004 comprobamos que el torturador vivía en
otro domicilio que figuraba en su legajo policial. De nuevo lo filmamos y
entregamos la evidencia a la justicia, que lo mandó detener con un grupo de elite
del ministro León Arslanián, la brigada «antiprófugo» que debutó con un fenomenal
blooper, permitiendo que Gastelú se escapara. Emprendimos una campaña pública
responsabilizando al gobierno por la fuga. Gracias a la difusión de afiches con la
cara del prófugo, que pregonaban «Si lo ve, NO le avise a la policía», Gastelú fue
recapturado en la Nochebuena de 2004, en la misma zona oeste del conurbano donde
siempre se movió. En el tercer juicio del inacabable proceso, a fin de abril de
2005, el cabo fue condenado, como los dos anteriores, a prisión perpetua por el
delito de tortura seguido de muerte. Rojido y Farese siguen prófugos hasta hoy.

CORREPI-PRENSA


Contactos:

 Gustavo Filograsso 15 6 644 1693

 María del Carmen Verdú 15 4 417 0659



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