17/02/2008

«Mafissa hoy despide a sus trabajadores y ayer los hacía desaparecer»

1-83.jpg Despidos, suspensiones, vacaciones forzadas y persecución sindical son metodologías que, según revelaron los empleados, la patronal utiliza para acrecentar la flexibilidad laboral y de este modo, tener mayores ganancias. Durante la última dictadura militar en Mafissa, propiedad de la familia Curi desde 1959, desaparecieron al menos doce trabajadores. «Nuestro actual gobierno ha derrotado ampliamente a la subversión», festejaba el dueño en un libro de su autoría sobre la represión.


Los trabajadores de la empresa Manufactura de Fibras Sintéticas S.A (MAFISSA), de la localidad de Olmos, partido de La Plata, llevan 90 días reclamando por su derecho a trabajar. Según denuncian, todo lo que ha hecho el dueño de la empresa Jorge Emilio Curi, es ilegal.

«Es ilegal que haya parado la fábrica y suspendido a 400 compañeros, son ilegales los 103 despidos, siendo que el preventivo de crisis que presentó para justificar esta «reestructuración» fue rechazado por el Ministerio de Trabajo porque no demostraba ninguna crisis. Pero pese a tanta ilegalidad patronal, no hemos tenido ninguna respuesta por parte de las autoridades del Ministerio de Trabajo» dijeron los empleados.

El objetivo de los despidos y la paralización de la planta, advierten, es desarticular la organización sindical con la cual fueron obteniendo, desde el 2005, importantes mejoras laborales y expulsar así a la nueva Comisión Interna, elegida en el 2006 y compuesta en su mayoría por trabajadores jóvenes.

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Desde el 2005 mediante los reclamos aprobados en las asambleas, obtuvieron la efectivización de más de 200 trabajadores que estuvieron precarizados entre cinco y diez años, la recategorización del personal, aumentos de los salarios y mejoras de las condiciones de seguridad e higiene. Estos avances significan para la empresa mayor inversión y por lo tanto, una desaceleración en el aumento de sus ganancias, hoy valuadas en más de 400 millones de pesos por año. Durante la década del ’90, como producto de las condiciones de trabajo -y con un alto riesgo porque manipulan productos químicos- en promedio moría un obrero por año. Actualmente, si bien la cifra de accidentes laborales bajó, decenas de trabajadores sufren hernias, sorderas, y afecciones en su salud.

Fue en marzo de 2007 que el conflicto se recrudeció cuando los empleados comenzaron a reclamar un aumento del 20 por ciento sobre el sueldo básico, y así poder alcanzar paulatinamente el valor de la canasta básica -el salario mínimo que cobra un trabajador de Mafissa es de 1300 pesos aproximadamente, y reclamaban 1400-, la efectivización de los contratados, el pase a planta permanente después de tres meses de trabajo y mejoras de las condiciones de trabajo.

La empresa respondió a los reclamos despidiendo a 103 trabajadores, luego dio vacaciones forzadas al 80 por ciento del personal, y procedió a apagar la CPU (Área madre de la producción) para dejar sin tareas a quienes no fueron despedidos.

Cuando los trabajadores profundizaron sus medidas de fuerza, mediante el piquete en la puerta y las asambleas dentro de la planta, la empresa completó el lock out suspendiendo a todo el personal sin goce de sueldos, y procediendo al abandono de la planta de todos los directivos.

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Actualmente el personal reclama «que se declare el lock out -formal, porque hoy es de hecho- y que se haga cumplir la ley reincorporando a todos los despedidos y suspendidos«. A su vez denuncian que «los últimos días se viene creando un clima enrarecido» y temen «una probable represión. Personas en actitudes sospechosas merodean la fábrica y nuestra Comisión Interna fue detenida y requisadas todas sus pertenencias cuando al finalizar la asamblea se dirigían hacia el Sindicato«.

Para lograr la intervención del gobierno y pedir que los reciba el gobernador Daniel Scioli, los trabajadores movilizaron el jueves 7 de febrero a la casa de gobierno de la provincia de Buenos Aires junto a sus familiares y La Multisectorial de La Plata. Allí entregaron una extensa carta detallando los atropellos que el empresario Curi viene realizando desde hace un año y le pide al gobierno que declare el «lock out» patronal. Los funcionarios que los recibieron se
comprometieron a gestionar una reunión con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. Luego de la concentración, regresaron al piquete que se mantiene en la puerta de modo permanente.

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Esta movilización se suma a la decena de medidas de lucha que vienen impulsando desde hace más de 90 días. Realizaron desde paros, hasta marchas que incluyeron represión y la firma de un petitorio (que se puede descargar sobre el final del artículo) con el fin de que los cientos de despedidos sean reincorporados por la empresa.

El sábado 9 de febrero los trabajadores realizaron una peña para juntar dinero y apoyo de la comunidad en el Club de Olmos que se encuentra frente a la planta; y el miércoles 13 del mismo mes hicieron una permanencia en la fábrica y cortaron un carril de la avenida de la localidad de Olmos.

Los trabajadores llamaron a una asamblea para mañana lunes 18, a las 14 horas en la puerta de la fábrica en 44 y 148.

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Los sindicatos y la organización en la planta

El 80 por ciento de los empleados, que está en el sector de producción, está nucleado en la AOT (Asociación Obrera Textil) y el resto de los sectores de calderas, programación y usinas en la CETIA (Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines).

Los trabajadores tienen cinco delegados que forman la Comisión Interna. En septiembre de 2006 se realizaron las elecciones y ganó una lista nueva por 384 a 84 votos.

Maxi, trabajador de la fábrica cuenta a ANRed que el primer año de la nueva Comisión Interna «llamaron a uno de los delegados, y le dijeron ‘acá tenés tu paquetito’» y aclara que «no fue la empresa sino la burocracia, la AOT, pero a pedido de la empresa. Ya después les decían cuánto querían de plata para que se vayan«. Como el sindicato perdió a su Comisión Interna, cuenta Maxi que actualmente «tiene tres o cuatro rompehuelgas, son tipos que les paga la burocracia. El sindicato trajo gente que no viene a trabajar desde hace 8 meses para participar de las asambleas, son laburantes pero que se fueron con permiso gremial o con carpeta médica. Ellos usan el discurso de que nosotros somos zurdos, tiran rumores que la empresa va a cerrar, meten miedo y división. Para ellos romper es re fácil, lo que cuesta es construir, entonces nosotros estamos del lado mas complicado.»

Maxi antes de entrar a Mafissa había trabajado en un taller de bobinados, «vine acá porque me queda cerca de mi casa, entré hace 4 años y viví la presión, el maltrato que hay adentro, con los jefes, laburar como perro, quemarte con los químicos y que nadie venga a ayudarte, esto era un laburo de mierda. Hace dos años esto cambió, por ejemplo, antes había 200 precarizados y ahora quedan menos de 20. A mi me habían despedido porque soy amigo del que era candidato a delegado«.

Otro trabajador relata a ANRed que el sindicato se comunicó con él antes de anunciarse las 175 suspenciones: «Me llamaron a las 11 de la noche para decirme que diga en la asamblea que hay que darle a la empresa una tregua de tres años para poner otra comisión interna«.

«El ánimo de los compañeros mejoró, continúa Maxi, porque antes había un poco de división, pero ahora están firmes. Si tocan a uno nos tocan a todos. Lo que pasa es que la gente de Mafissa viene de derrota en derrota. Hay gente que está hace años. Con la dictadura y el exterminio que hubo, quedó mucho miedo. Hay gente con 37 años de experiencia de trabajo, con despidos y todo eso«.

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Osvaldo, un hombre con historia

Osvaldo apenas tiene 48 años y entró a Mafissa cuando tenía 25, después de la dictadura militar, en 1984. Aunque no estuvo allí sabe que la empresa hizo desaparecer a muchos delegados. «Yo estuve buscando a uno porque me dijeron que se salvó, al final me enteré que se fue a Jujuy pero no lo pude ubicar»¦ el problema es que no sé su apellido«, cuenta esperanzado en que alguien leyendo estas notas pueda ayudarlo. Y sigue recordando: «Otro desaparecido fue el Negro (Julio) Heredia, fue preso y torturado con su mujer».

Además, da cuenta de cómo, aún después de la dictadura militar, las condiciones laborales siguieron asentándose en la persecución laboral. «Esto era un régimen dictatorial, no podías hablar nada, encima estaban amparados. La comisión interna que estuvo 20 años no hacía nada, al contrario, nos mandaba al frente. Recién con estos chicos cambió. En 20 años no tuvimos un aumento salarial«, y agrega exclamando «Â¡a mi me echaron tres veces!. Las cosas cuestan conseguirlas.

«A mi ahora me dieron las vacaciones forzadas, a propósito, porque yo siempre me las tomo en febrero y ahora me tocan 35 días… pero ya no sé si vuelvo. Me trataron de activista, hasta de Montonero. Una vez me llamaron y me preguntaron ‘¿vos sos zurdo?’. Yo les dije que no, ‘pero si lo soy qué hay’. Y me respondieron ‘nosotros combatimos a los zurdos, a los montos, a los terroristas, a todos los que afecten nuestra estructura’.

«Así que imaginate. Este tipo (Jorge Emilio Curi) aprendió del padre que actuó con la dictadura. Veo que hoy juega con las leyes, como hizo hoy, porque no puede suspender gente sin una carta documento. A los que hacen paro les sacó el premio. Y hoy dejó entrar a los suspendidos, para mi porque quería que tomemos la planta para poder desalojarnos, pero no les dimos el gusto», añade Osvaldo.

Maxi completa parte del relato sobre la larga historia de Julio Heredia: «Murió hace tres o cuatro años, el Negro era un compañero que lo secuestró, lo mandó a buscar Curi, el padre de Curi, porque estaba en una organización. No lo mató porque la mamá de Heredia era mucama en la casa de Curi. Lo tuvieron como 18 meses detenido. A la mujer también la secuestraron con él. Los torturaron, después no pudieron tener hijos»¦ un drama. Se murió hace poquito y le hicimos un mural allá…»

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Amigos del terrorismo de Estado

En 1959 Jorge Curi (padre) fundó la compañía petroquímica Sudamericana. Sin embargo, Curi padre no sólo sería reconocido por su empresa dedicada a los hilados; sino también por ser un ferviente defensor de la dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976. Su libro Arriba Argentina se ha convertido en una verdadera oda al Terrorismo de Estado, cuyo saldo se cuenta en 30000 personas desaparecidas y más de 400 jóvenes que aún desconocen su identidad.

En 1977, cuando Curi padre publicó su libro se enorgullecía de las grandes hazañas conquistadas por el gobierno dictatorial. «A los argentinos nos consta que nuestro actual gobierno ha derrotado ampliamente a la subversión y ha obligado a muchos de sus componentes a emigrar a lejanos países donde, bien pertrechados de dinero, descansan y esperan», decía. Ese no era otro que el mismo argumento esgrimido por los militares que negaba la existencia de desaparecidos y que se jactaba diciendo: «Están todos por Europa».

Nadie podría negar que Curi padre era un ferviente defensor de las instituciones, que en su apología del genocidio sostenía que habían sido «violentadas» y, por tal motivo, los militares no habían tenido otra escapatoria que hacerse con el poder. Lo que omite mencionar es que ese hacerse con el poder era sinónimo de secuestros, desapariciones, torturas, apropiación de niños. «Como no podía ser de otro modo, las Fuerzas Armadas de la Nación, que durante casi tres años, pudieron asistir impasibles a la descomposición, destrucción y disgregación de nuestras más caras instituciones, en aras de un exceso de profesionalismo, no tuvieron otra alternativa que dejar momentáneamente a un lado sus tareas específicas y procedieron a destituir y arrestar a Isabel Perón, tomando en sus manos las tareas de Gobierno y aceptando la enorme responsabilidad, con todos sus riesgos, a partir del 24 de marzo de 1976», resaltaba por 1977.

Por supuesto que este apoyo teórico a los métodos dictatoriales quedaba plasmado también en la práctica. Según los archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires (DIPBA), era habitual la colaboración entre Curi padre, los servicios de inteligencia y la policía de la provincia de Buenos Aires, comandada por el general Ramón Camps y por su mano derecha, el comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, actualmente sentenciado a prisión perpetua por los crímenes cometidos en el marco de un genocidio -tal como evaluó el tribunal encabezado por el juez Carlos Rozanski.

Tal como se pudo reconstruir, Curi empleó a los servicios de informaciones de la Bonaerense para detectar a militantes que trabajaban en su empresa, la entonces Petroquímica Sudamericana. Quienes hicieron desde 1970 a 1978 los informes diarios de la actividad de los trabajadores en el Comité de Huelga fueron los represores que años más tarde adquirirían notoriedad por sus crímenes durante la última dictadura. Entre los que participaron del espionaje se encuentran el comisario de la 9º Juan González; el comisario Rodríguez de la seccional 8°, el Comisario Inspector Luis Héctor Vides, Jefe de la Brigada de Investigaciones de La Plata y mencionado en su declaración por Jorge Julio López, ex detenido-desaparecido vuelto a desaparecer hace ya casi 17 meses.

Como era de preverse, en la empresa de Curi padre se contabilizaron decenas de desapariciones de trabajadores. Pero en 1983, con un cambio de nombre- la empresa volvió a resurgir: ya no era más la Petroquímica Sudamericana. La actual Manufactura de Fibras Sintéticas S.A (MAFISSA) está nuevamente bajo la lupa.

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REFERENCIAS:

 Mafissa es una petroquímica que produce fibra sintética en base a químicos derivados del petróleo. Es por esto que antes se llamaba «Petroquímica Sudamericana» y en 1975 se cambió a «Hilandería Olmos» para pasar del convenio de los petroquímicos al de los textiles que tiene un salario más bajo. En 1981 comenzó a llamarse Mafissa. Es la empresa que provee de materia prima al 80 por ciento de la industria textil nacional y exporta a algunos países latinoamericanos. Según explicaron los trabajadores, desde el loc out la empresa debe importar y vender para seguir abasteciendo la industria.

 Hoy cuenta con más de 500 operarios y tiene una producción continua. Los distintos sectores que integran la planta son: producción, fibra, hilatura, montaje, ricofil (donde se hace poliéster) y mantenimiento mecánico.

 «Sale mas caro comprar el cartón para la producción, que la mano de obra, la masa salarial es del 5 por ciento de toda la fábrica«, relata Javier Catán, uno de los delegados. Según explicó, los trabajadores cobran siete pesos la hora y producen 170 toneladas de fibra cada 24 horas (antes de la ampliación de la planta sacaban 64 toneladas diarias) y que se vende a tres dólares el kilo.

 Según explica el comunicado del Comité de Apoyo a los Trabajadores de Mafissa la empresa factura más de $ 400 millones por año y viene ampliando su planta a la par de su crecimiento económico.

 Curi cuenta con el apoyo de la Secretaría de Industria y Comercio de Economía de la Nación que le otorgó beneficios para la importación de bienes con el fin de ampliar la planta. Además «fue beneficiado desde mayo de 2000 por el Programa de Promoción Industrial de la Provincia de Buenos Aires, a partir del cual Mafissa queda exenta de pagar Ingresos Brutos por 10 años, hasta el 2010. Esto le genera a la patronal un beneficio de unos $ 14 millones anuales. Además desde el 2002 se la eximió también de pagar Impuestos Inmobiliarios, otro beneficio millonario si consideramos las dimensiones del predio de Olmos donde está localizada la planta (208.000 m2)» según revela el Comité de Apoyo.

Contacto:

Hernán García, integrante de la Comisión Interna de Mafissa, (0221) 15-5725439

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