16/12/2007

Febres envenenado

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El jueves se conoció la noticia de que el represor Héctor Antonio Febres presentaba grandes cantidades de cianuro. Desde Justicia YA! se denunció que el ex prefecto había sido asesinado. La dudosa muerte trae de nuevo a la discusión los privilegios de detención que poseen los genocidas así como el pacto de silencio e impunidad que entre ellos se mantiene.


Hace quince meses, con la desaparición de Jorge Julio López, un nuevo manto de impunidad volvió a caer. El lunes pasado una sensación similar embargó todo. El ex prefecto Héctor Antonio Febres, torturador de la ESMA y entregador de los bebés nacidos en cautiverio, fue encontrado muerto en la sede del Delta donde gozaba de condiciones «vip» de detención. Las peores sospechas se corroboraron el jueves: había grandes cantidades de cianuro en el cuerpo del represor. Como sostuvo, el sobreviviente Carlos Lordkipanidse todo hacía pensar en un «mensaje mafioso».

A las pocas horas, la jueza interviniente en la causa ordenó la detención de dos prefectos y de cuatro familiares de Febres, para intentar dilucidar si Febres había cometido suicidio o había sido asesinado. «Una persona que se suicida lo hace con cinco miligramos, nada más. No era cinco miligramos lo que había en el cuerpo de Febres, estaba repleto de cianuro. Por lo tanto, no fue una pastilla. Independientemente de si fue suicidio o asesinato, lo grave es que el cianuro entró y no lo hizo a cualquier lado, entró a una delegación de Prefectura», sostuvo el ex detenido-desaparecido Enrique Fukman en una entrevista en el programa radial Pateando el tablero.

Como se denunció desde el colectivo Justicia YA!Febres contaba con condiciones de alojamiento en la sede de Prefectura casi típicas de un hotel de categoría: la puerta abierta, un reproductor de DVD, visitas ilimitadas y sin sufrir controles. «Hace años que venimos denunciando que los militares que están en prisiones militares o con arresto domiciliario se mueven como si no estuviesen en esas condiciones. Ni la Justicia ni el Gobierno nacional toman medidas», denunció una vez más el integrante de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD).

Un muerto en el día de los Derechos Humanos

El lunes no sólo era un día importante por la asunción de una nueva mandataria en la Argentina. También, era el día de los Derechos Humanos. Otro elemento puede sumarse a esa fecha, fue el día en que apareció muerto el represor Héctor Antonio Febres, quien estaba siendo enjuiciado por tres casos de tormentos y una privación de la libertad dentro de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada. Faltaban sólo cuatro días para que Febres tuviese oportunidad de decir sus últimas palabras frente al Tribunal Oral Federal 5.

«Febres sabía mucho. De los cinco mil compañeros que pasaron por la ESMA, Febres podía dar cuenta de 3500, por lo menos. También conocía perfectamente quiénes son los que tienen a los bebés que nacieron en la ESMA porque él los entregaba, los llevaba hasta los domicilios», manifestó Fukman. Además, agregó: «Si Febres hubiera hablado ayer, habría permitido empezar a cambiar esta historia. Esta historia que nos dice que en la Argentina todavía hay casi 500 desaparecidos porque esos jóvenes a los que les sustrajeron su identidad, son desaparecidos».

Sin embargo, como tantas veces han sostenido los sobrevivientes el destino de los hijos de los desaparecidos es un secreto a voces dentro de las estructuras militares. Enrique Fukman contó cómo al ser obligado a declarar frente a la Armada en 1985 vio que los miembros de la Fuerza contaban con la carpeta que le había sido asignada mientras estuvo secuestrado en la ESMA. «Si la Armada tenía mi carpeta con mi historia de vida en 1985, quiere decir que la Armada tenía la carpeta de cada uno de nosotros. Por lo tanto, hoy la Armada si tuviera la voluntad de hacerlo, podría presentar qué pasó con cada uno de los compañeros y cada uno de los bebés. Si decimos la Armada, la Armada tiene jefes. En un gobierno constitucional, el jefe es el Presidente de la Nación. Por ello, la decisión política es de los presidentes de turno de que esas carpetas se den a conocer», responsabilizó.

Lo cierto es que la posibilidad de que Febres empezara a deshacer el muro de impunidad había estado al alcance de la mano, después de años de lucha. Pero la noticia de su muerte, ya desestimada como natural y denunciada como homicidio, opacó la posibilidad de comenzar a hacer justicia. Fukman reconoció que el sentimiento frente a la noticia fue contradictorio. «Primero, me dio bronca obviamente porque uno quiere verlos sentenciados a cadena perpetua. Pero mi primera reacción fue decir bien, la humanidad ya no va a tener que convivir con un hijo de puta«.

Por su parte, la abogada Myriam Bregman relató: «También, fue generalizado cuando el Juzgado nos llama para darnos la noticia, todos dijimos casi simultáneamente: ‘Lo mataron’. Tuvimos que salir, como pasó con el caso de Julio López, a enfrentar una operatoria. Incluso desde otras querellas se salió a decir muy rápidamente que Febres había muerto de un infarto».

Febres muerto, López desaparecido hace ya casi quince meses emergen como signos de que la impunidad está presente, aún cuando desde el Gobierno se enarbola la bandera de los Derechos Humanos. «Es un verdadero escándalo para el Gobierno que en el día de los Derechos Humanos y el día de la asunción de la nueva Presidente, cuando ella intentó evitar cualquier referencia a Julio López en su discurso, aparezca otra persona asesinada- en el caso de Julio, secuestrada- que tiene que ver con la impunidad en la Argentina», resumió Bregman.

La abogada de Justicia YA! afirmó: «Hay una política de juzgar a unos pocos casos emblemáticos y cerrar el problema de la impunidad en la Argentina. Se ha tratado de tener un discurso muy afilado de Derechos Humanos, de incorporar al staff de los actos oficiales a figuras emblemáticas en la lucha por los Derechos Humanos, pero para su contrario: no, para lograr terminar con la impunidad, para que no haya más represión en manos de la prefectura o de la policía sino para juzgar algunos casos que son muy emblemáticos pero que solamente son la punta de un enorme iceberg».



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