31/10/2007

Más testimonios contra Febres

esma-justiciaya-4.jpg El martes 30 de octubre se desarrolló la tercera audiencia de testimonios en el juicio contra el represor de la ESMA Héctor Antonio Febres en el Tribunal Oral Federal (TOF) Nº 5 de la Capital Federal. Declararon Ricardo Coquet, Guillermo Oliveri, Amalia Larralde y Andrea Bello. Por Justicia YA! Buenos Aires.


Cerca de las 11 de la mañana se dio inicio a la serie de declaraciones testimoniales previstas para la audiencia: Ricardo Coquet, Guillermo Oliveri, María Amalia Larralde y Andrea Bello, todos ellos ex detenidos-desaparecidos que estuvieron secuestrados en el campo de concentración que funcionó en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA).

El primero en declarar fue Ricardo Coquet, quien fue secuestrado el 10 de marzo de 1977, junto a su primo. Estuvo detenido-desaparecido durante 22 meses en la Escuela de Mecánica de la Armada. El testigo narró durante su declaración las terribles condiciones de detención que se sufrían en ese lugar, y como se lo sometió a realizar trabajo esclavo durante su cautiverio: «Me hicieron trabajar en diagramación y carpintería, fui obligado a participar en la confección de documentación falsa. Nos llevaron al edificio Libertad, había una máquina para imprimir documentación falsa: credenciales de policía federal, cédulas de identidad, carnets del jockey club».

Relató como funcionaba el Grupo de Tareas, y como se fue construyendo la impunidad desde entonces: «Massera decía: ‘Todos tienen que poner los dedos para que nadie delate a nadie’. Si no participaban de operativos o de inteligencia, los hacían participar de los vuelos de la muerte, los traslados donde tiraban a los compañeros vivos al mar o al río».

Respecto de los archivos, mencionó que se hicieron microfilmar carpetas de color celeste con los legajos de los detenidos-desaparecidos: «Los casos mil, ahí vi la foto de mi primo que había sido secuestrado conmigo».

Describió también el rol que cumplía el represor Febres en la apropiación de los bebés nacidos en cautiverio. «Era el responsable de las embarazadas», dijo Coquet.

«Torturado, cada día de la Esma fue una tortura», sentenció a la hora de ser preguntado sobre cuantas veces fue torturado.

Finalmente, trajo a la audiencia el campo de deportes de la ESMA, el que se encuentra en la parte posterior del predio, hacia el río. «También se utilizo el campo de deportes, allí -los represores- quemaban cuerpos -los cuerpos de los compañeros, de los desaparecidos-, ellos le decían «hacer el asadito».

La audiencia continuó luego con el testimonio de Guillermo Oliveri, quien fue secuestrado en su casa en La Boca junto a Josefa Prada de Oliveri. Relató en su testimonio cómo fueron secuestrados de su casa, cómo fueron llevados a la ESMA y permanecieron en situación de detenidos-desaparecidos durante una semana aproximadamente. Fue golpeado y sometido a un simulacro de fusilamiento. Quien lo interrogaba era llamado «Mariano» o «Pingüino» (Teniente de Navío Raúl Scheller). «Me dijeron que me convenía hablar, porque por allí habían pasado cerca de 4000 personas», relató el testigo.

Continuó la audiencia con su testimonio María Amalia Larralde , ex detenida-desaparecida que fue secuestrada en agosto de 1978. La sobreviviente narró cómo fue detenida y llevada a la ESMA. Allí fue interrogada por -entre otros- el represor Jorge Perrén, fallecido en el día de ayer, detenido en condiciones de privilegio en una dependencia del Ejército, sin haber sido juzgado y condenado por los crímenes genocidas que cometió.

Relató como fue llevada a capucha -el altillo del casino de oficiales de la ESMA- y que fue aislada durante 20 días. Tuvo hepatitis.

En ESMA también fue obligada a desarrollar trabajo esclavo, como otros detenidos-desaparecidos, la hacen resumir libros de aviación naval, y entre enero y marzo del 79: «Nos hicieron fotocopiar el material de estudio que sería utilizado en un curso de lucha antisubversiva, organizado por el Grupo de Tareas de la ESMA, del cual participaron milicos de otros países, se hizo en la escuela de Guerra Naval, dentro del mismo predio».

Por otra parte, la testigo habló sobre los partos, sobre los nacimientos de criaturas en cautiverio, la sala de las embarazadas. «Vino un penitenciario a preguntarme si conocía a Patricia Roisimblit, que también militaba en zona oeste, me dijo que estaba embarazada y que la iban a llevar a ESMA a tener su bebé. La llevaron en noviembre, la instalaron en una piecita en el tercer piso. La pude ver, pedí estar en el parto, porque soy enfermera, y el 15 de noviembre de 1978 Jorge Luis Magnacco -el médico ginecólogo y represor que atendía los partos en cautiverio en la ESMA- me hizo bajar para ayudarla en el parto. También estaba Sara Osatinsky. Patricia estuvo 3 o 4 días en la ESMA con su bebé, pidieron que la dejaran quedarse pero la trasladaron.»
Remarcó que Febres era el responsable de las embarazadas.

Relató también que en noviembre de 1978, llegó un grupo de gente entre los que estaban Carlos Lordkipanidse con su mujer y su bebé. «Fueron torturados muy salvajemente. Ayudé a Liliana Pellegrino a evacuar la leche» -estaba en período de amamantamiento a su hijo cuando la secuestraron-. También en noviembre de ese año mencionó a ver visto a Martínez , Frank y Mirabelli tres jóvenes de Trenque Lauquen y a la novia del último de los nombrados Dina Nrdone.

«Todos sabían lo que pasaba, todos son responsables», dijo la testigo para terminar su relato.

Siguiendo esta declaración vino el turno de Andrea Bello, secuestrada el 6 de diciembre de 1978, junto con su marido Lázaro Gladstein. Fue llevada a la ESMA, donde fue sometida a condiciones inhumanas de vida y a tormentos. Describió el funcionamiento del grupo de tareas, y el trabajo esclavo que obligaban a realizar a los secuestrados. En ese marco, y antes de fin de año, le asignan tareas en el pañol de ropa -el lugar donde los represores guardaban la ropa que se robaban de las casas de los detenidos-desaparecidos- donde debe realizar inventarios de la ropa. «Había muchísima ropa, bolsas llenas de ropa ocupando todo el cuarto».

En el mes de enero, es llevada con su marido en fila junto con otros detenidos al sótano de la ESMA. Una vez allí, los distribuyen en diferentes lugares, y mientras esperan el represor Scheller le dice a un guardia que a ellos dos los devuelva a la capucha. Nunca más volvió a ver a los compañeros con los que los bajaron al sótano ese día. «El traslado fue muy grande», dijo la testigo.

Luego relató como la hicieron trabajar en la «huevera», en el sótano de la ESMA, donde tenía -junto con otros detenidos-desaparecidos- que «levantar los fondos de seguridad de las cédulas» y abrochar DNI, pasaportes, registros de conductor, y otros documentos que los represores falsificaban.

Respecto de los archivos, contó que la llevaron al sector de inteligencia, junto con su marido, y que allí había mudado sus oficinas el represor Scheller, y que allí ve gran cantidad de carpetas con fotos, ve un fichero -llamado de los «casos 1000»– con datos de las personas que los represores no habían podido ubicar, pero que eran objetivo del Grupo de Tareas. Allí la hacen trabajar pasando fichas a máquina, fichas -se da cuenta- de personas que habían sido secuestradas. También en el mismo lugar ve un libro de actas con muchísimas páginas, con una lista de nombres muy larga, que al lado de cada nombre tienen una letra: T, M o D. Otros, los más nuevos -que habían sido secuestrados hacía poco tiempo- no tenían nada.

Cuando se le preguntó en la audiencia si supo de compañeros que hayan podido sacar información de la ESMA contó: «Si, yo misma saqué carpetas, de los casos mil, en esa época se usaban botas y polleras largas, yo sacaba las carpetas dobladas adentro de mis botas.»

Al ser liberada, el mandato de los represores es bien claro: «Ni una empanada en la sociedad de fomento», refiriéndose a que debía dejar de tener cualquier tipo de participación.

Andrea Marcela Bello es integrante de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, y en la audiencia iba a presentar una proyección con un trabajo de investigación realizado por la AEDD con el aporte de más de 20 años de testimonios de sobrevivientes y familiares, donde se detallaba la inmensa cantidad de compañeros que pasaron por la ESMA durante el período en que Febres se desempeñó como represor en ese campo de concentración.

El tribunal consideró que no aportaba nada nuevo a la causa y no permitió que se proyectara.

Por Justicia YA! Buenos Aires



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