17/10/2007

Comienza juicio contra un solo represor de la ESMA

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El próximo jueves 18 se iniciará el juicio contra el ex prefecto Héctor Febres, acusado por sólo cuatro casos en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). Desde la querella de Justicia Ya! se destacó que elevar a juicio a un solo represor hace perder la magnitud de los crímenes cometidos en ese campo de concentración, así como se vuelve a revictimizar a los sobrevivientes que deberán una vez más dar testimonio.


La Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) constituye un paradigma del genocidio perpretado en la Argentina durante la última dictadura militar. Por ese campo de concentración pasaron más de 5000 detenidos desaparecidos. A cuatro años de la anulación de las leyes de impunidad, este próximo jueves comenzará un juicio por los crímenes cometidos en ese centro clandestino de detención. Sin embargo, aunque resulte irrisorio, sólo se juzgará a un represor por cuatro casos.

El ex prefecto Héctor Febres será juzgado por el Tribunal Oral Nº5 por los delitos cometidos contra los sobrevivientes Carlos Gregorio Lordkipanidse, Carlos Alberto García, Alfredo Margari y Josefa Arminda Prada de Oliveri. Se lo imputaba por un caso más pero éste fue desechado por los jueces. Se trataba de la aplicación de tormentos contra Raimundo Villaflor. Tal como comentó la abogada Myriam Bregman, dejar de lado este caso no parece casual dado que era el «más grave desde el punto de vista de la pena y el más resonado».

Como denunció reiteradamente Justicia YA!, a través de la dinámica de desmembramiento de los causas contra represores se pierde el significado, la magnitud y la importancia que el juicio tiene para la sociedad que busca conocer la verdad y obtener castigo contra los responsables del genocidio.

La abogada Elea Peliche afirmó: «Consideramos que se trasgrede el principio de economía procesal -entre otros- cuando se dispone, como en este caso, la apertura de un juicio oral contra un solo represor, de prefectura, por solo cuatro casos, cuando pesan sobre él decenas de procesamientos .Más allá del supuesto puntual de Febres, esta apreciación se extiende a casi todos los represores que participaron en la Escuela de Mecánica, se trata de un centro clandestino de detención con muchos sobrevivientes, donde la historia y la reconstrucción de los hechos está armada y lista hace muchísimos años».

La integrante de la querella unificada recalcó: «Hasta hoy se ha sometido a juicio solo a integrantes de la policía, federal y provincial, y ahora se viene el juicio a un prefecto. Aún no hemos tocado a la Marina, niña protegida por muchas corporaciones. Por otra parte, creo que es funcional a la dinámica planteada hasta ahora, se juzga de a un solo represor, remarcándose implícitamente el carácter personal de la responsabilidad de cada uno de ellos, y perdiendo así la dimensión, global, masiva, sistemática y planificada propia de toda una estructura de poder al puesta servicio de la represión. Con el reduccionismo que esto implica, unos pocos, por algunas pocas víctimas».

Como se destacó desde Justicia YA!, a cuatro años de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final no ha habido ninguna señal de avanzar hacia los juicios por campo de concentración, disposición que dejaría en evidencia la práctica genocida que tuvo lugar en la Argentina. Hasta ahora hubo sólo tres juicios paradigmáticos.

Tal como señaló Peliche: «Evaluamos los nulos avances de los juicios desde la anulación de las leyes, justamente, como la demostración concreta de nuestro discurso: no basta con bajar un par de cuadros del Colegio Militar, ni con lotear infamemente esos predios, la demanda de justicia no se agota con esos dudosos simbolismos. La justicia implica verdad, verdad en su real dimensión, y de la mano de una premisa de castigo y cárcel común a todos los genocidas por todos y cada uno de los compañeros detenidos-desaparecidos».

Revictimización

Las consecuencias que se desprenden de este método procesal ahondan en las diversas instancias declaratorias por las que deben pasar las y los sobrevivientes de los centros clandestinos de detención.

Sentados en las salas de diferentes tribunales, una y otra ve,z prestan testimonio: «Revivimos el secuestro, la tortura, la capucha, el traslado de los compañeros, los asesinatos. En la mayoría de los casos sólo como testigos, para demostrar por enésima vez que el compañero estuvo en el ese centro clandestino de detención», como lo expresó Enrique Fukman, ex detenido-desaparecido. Esta situación de constante exposición genera una instancia en donde se revictimiza a las víctimas: «Al no ser condenado el genocida por su rol con respecto al secuestrado en determinado centro de detención, vuelve a quedar impune y el sobreviviente solo, con su historia, frente a esa impunidad sabiendo que al genocida se lo juzgará sólo por un puñado de casos», dilucidó.

Del mismo modo, quedó asentado en el alegato de la querella que representaba a la Asociación ex Detenidos Desaparecidos en el juicio al ex capellán Christian Federico Von Wernich: «Se los revictimiza cuando se toma un solo elemento aislado de un relato plagado de crímenes, así ¿cómo se llega a un mínimo de justicia con innumerables causas atomizadas, donde en algunos casos la víctima tiene que deambular por distintas jurisdicciones y juzgados, diferentes criterios judiciales, jueces y fiscales que parecen escuchar todo por primera vez, o que se excusan o que se declaran incompetentes?».

Carlos Lordkipanidse, ex detenido-desaparecido de la ESMA y querellante en la causa a iniciarse el próximo 18 de octubre fue preciso con respecto a las expectativas que sugiere el proceso judicial: «Se está tratando con una fuerza hostil e ideológicamente opuesta a los objetivos de conseguir memoria, verdad y justicia. Por lo tanto, deben esperarse estas y otras declaraciones y acciones tendientes a socavar la voluntad de los querellantes tratando de hacerles desistir de continuar en la lucha por el castigo a los culpables».

Asimismo, Lordkipanidse, destacó que si bien existe «una inmensa responsabilidad y compromiso militante porque uno esta allí, declarando, por los que fueron privados de su posibilidad de buscar justicia, existe la frustrante sensación de impotencia de tener que someterse a un tipo de juicio que uno no quiere. Que lo justo sería que se juzgue a todos los represores por todos los compañeros. Así, la fortuna o el privilegio de ser elegido se diluirían en la conformación de un colectivo acusador que tendría la fuerza contundente e innegable de la razón».

En consonancia con este desarrollo, Fukman dejó en claro: «No hemos bajado los brazos e iremos a este juicio a plantearle al Tribunal, a la Justicia y a todos los poderes del Estado que lo que aquí hubo fue un genocidio, y lo que lo practicaron son genocidas. E iremos una y otra vez, hasta que en nuestro país las cosas se comiencen a llamar por su nombre, y todos los genocidas estén donde tienen que estar, en la cárcel y por todos los compañeros».



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