09/10/2007

«Que se condene a Von Wernich como autor de genocidio»

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La querella unificada de Justicia YA! realizó el alegato contra el ex capellán de la policía bonaerense Christian Federico Von Wernich. «Que las lágrimas no hayan caído en vano, que se lo condene por genocidio es parte de la reparación histórica», sostuvo Myriam Bregman. Coincidieron las otras querellas en pedir reclusión perpetua en cárcel común. Sin embargo, la Fiscalía sólo acusó al cura por seis homicidios, reavivando un viejo debate que ya parecía saldado y que pone en duda la condición de los desaparecidos.


La audiencia comenzó pasadas las 11.25. El imputado, Christian Federico Von Wernich, entró escoltado por cinco miembros del Servicio Penitenciario Federal. Afuera, una concentración exigía justicia por cada uno de sus crímenes. «Von Wernich, genocida. A vos el pueblo ya te condenó», sentenciaba una de las banderas.

En la sala, comenzaron los alegatos. El primer turno fue para el abogado Alejo Ramos Padilla, representante de los hijos del periodista Jacobo Timmerman. El letrado no dudó en definir el rol que ejerció Von Wernich en los centros clandestinos de detención como el de un «agente de inteligencia» y dijo que el ex capellán fue también un engranaje en el robo de bebés. «La justicia no puede ser selectiva, ya sea que usen armas, corbatas o sotanas. Le llegó el tiempo de justicia a este genocida, a este sacerdote de la Iglesia católica».

A continuación, comenzó a alegar el colectivo Justicia YA!, en representación de siete víctimas y familiares, 30 querellantes particulares y ocho organismos de Derechos Humanos. Myriam Bregman, del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), comenzó: «Entiende esta querella unificada que los delitos que aquí se juzgan, esto es 42 Privaciones ilegales de la libertad, 31 casos de torturas y siete homicidios, fueron parte de un proceso más amplio que vivió la Argentina, un plan sistemático, ya probado y cuyas consecuencias planificadas de impunidad alcanzan al día de hoy y tienen como resultado no sólo las amenazas a testigos, abogados y jueces, sino la desaparición de Jorge Julio López hasta la fecha impune».
Además, agregó: «Los hechos aquí tratados no son delitos aislados sino que son parte de un plan sistemático de exterminio: un genocidio que se llevó a cabo como parte de un proyecto económico, político y social que tenía como objetivo cambiar la estructura del país».

Bregman adelantó: «En base a nuestras profundas convicciones y manteniendo la plataforma fáctica, venimos a solicitar un cambio de calificación. Exigimos que a Christian Federico Von Wernich se lo condene por el delito de genocidio».

Iglesia y dictadura

«Sería un error de proporciones seguir mirando los procesos históricos en forma parcializada, simplista o directamente justificadora del plan de exterminio como se ha hecho desde la Justicia. Es así que nuestra visión del papel que cumplía Von Wernich en el plan represivo intentará ser incluida en el proceso social que por aquella época vivían las Fuerzas Armadas y de Seguridad pero también las instituciones civiles que tuvieron un rol fundamental en dicho proceso», estableció Bregman, dejando en claro que la dictadura instaurada el 24 de marzo de 1976 revestía un carácter cívico- militar.

«El proceso militar que asoló el país pudo triunfar y mantenerse merced al apoyo o el consentimiento de importantes sectores de la sociedad argentina. Entre ellos, por su importancia, merece destacarse el otorgado por la jerarquía católica», sostiene Emilio Mignone en el libro Iglesia y dictadura.

A lo que la representante del CeProDH en Justicia Ya! sumó: «Surgió claro de este debate el involucramiento institucional de la Iglesia Católica argentina, en la actividad de sus miembros en los campos de concentración. Las declaraciones de apoyo y justificación le dieron un marco al régimen genocida, que para legitimarse y ganar consenso social basó su discurso en la «occidentalidad cristiana», cuya defensa planteó como eje de su misión, de su cruzada

Además, trajo a la sala una cita del libro Doble Juego de Horacio Verbitsky: «Incluso el método de exterminio basado en arrojar personas vivas al mar había sido consultado con la jerarquía eclesiástica que lo aprobó por considerarlo una forma cristina de muerte», dejando en evidencia que la Iglesia católica argentina no sólo había cumplido un rol legitimador de la represión dictatorial sino que había participado activamente en la planificación del genocidio.
Desde Justicia Ya! se recalcó la importancia de Von Wernich, como parte de la Iglesia católica, dentro del plan genocida. Pero, además, se enfatizó que no fue una postura individual de Von Wernich la de ser un engranaje fundamental del exterminio sino que fue una postura adoptada por la mayoría de los párrocos y obispos. Como recordó Bregman, Von Wernich era parte de esa misma iglesia que monseñor Carlos Mariano Pérez, quien en enero de 1984 sostuvo ante la prensa: «Hay que erradicar a las Madres de Plaza de Mayo. Sin duda pensaría evangélicamente en la utilización de Cámara de gases».

«Juicio a todos los genocidas por todos los compañeros»

Por su parte la representante por la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos, Elea Plichei, desarrolló en su alegato los aspectos pertinentes que determinan la necesidad de declarar a Von Wernich como «coautor de todos los delitos de derecho interno que a lo largo del juicio se ventilaron».
De este modo, esta parte de la querella desarrollaba los puntos claves que involucran a esta figura jurídica: «Una valoración desde la esfera del profano de hechos como los de marras nos lleva necesariamente a la conclusión de que un sujeto que realiza tareas en un Centro Clandestino de Detención del terrorismo de Estado, que tiene acceso a las celdas en las cuales centenares de personas -definidas por el poder de facto como «subversivos»- eran mantenidas en cautiverio en condiciones infrahumanas, muchas de las cuales posteriormente fueron asesinadas o desaparecidas, acuerda previamente y realiza en común junto con los otros represores hechos que constituyen, desde la valoración jurídico-penal, los delitos de privación ilegal de la libertad, torturas y homicidios agravados, en definitiva, que es coautor y no cómplice de un Genocidio. Christian Von Wernich quería como propios, sin lugar a dudas, los hechos que constituyen objeto de la presente acusación, es decir, quería como propios los secuestros, la tortura y la desaparición forzada de personas».

Asimismo, reforzaron la necesidad de que se apele a esta figura, denunciando nuevamente la participación activa y voluntaria que el ex capellán tuvo durante la dictadura militar: «Von Wernich cumplía tareas en distintos Centros Clandestinos de Detención del denominado «Circuito Camps», amenazaba y torturaba psicológicamente a las víctimas alojadas en los campos de concentración de la dictadura, hacía uso de su condición de sacerdote para obtener información de aquéllas, participaba en operativos de los grupos de tareas, presenciaba sesiones de torturas». La querella fue explícita en este punto: «El ex-capellán policial actuaba en los Centros Clandestinos de Detención de la dictadura conforme a un acuerdo previo y a un plan criminal común con los demás represores, haciendo uso de su investidura para ganarse la confianza de las víctimas y así procuraba obtener informaciones útiles a los fines del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional».
Por otra parte, remarcaron un aspecto que consideran resulta inherente a las instancias judiciales en donde se juzgan los delitos cometidos por el terrorismo de estado, es decir que «se juzgue y se condene a todos y cada uno de los genocidas y que se los juzgue y condene por todos y cada uno de los compañeros secuestrados, torturados, asesinados o desaparecidos».

Esta petición es recalcada por la querella basándose en la decisión de la justicia de elevar a juicio oral a Von Wernich «solo por su responsabilidad en un puñado de casos, cuando aquí, durante el debate, quedó demostrado que debió ser imputado por los delitos cometidos contra centenares de víctimas más». Consideran de este modo imprescindible que «las causas deben ser sustanciadas en un marco conjunto, dada la evidente masividad, planificación e interrelación de los gravísimos delitos que se ventilan, es decir, generar un único proceso para juzgar todos los hechos acontecidos en un mismo centro clandestino de detención, porque esa fue la unidad propia del aparato represivo montado por las fuerzas del Estado terrorista».

Remarcaron que esta petición no sólo es para el tribunal o el poder judicial sino que la demanda formulada «se dirige con el mismo énfasis al poder político que no genera soluciones reales sino que reitera un discurso vacío». A este respecto, la querella argumenta que no es posible llegar a un mínimo de justicia «con innumerables causas atomizadas, donde en algunos casos la víctima tiene que deambular por distintas jurisdicciones y juzgados, diferentes criterios judiciales, jueces y fiscales que parecen escuchar todo por primera vez, o que se excusan o que se declaran incompetentes».

La retórica utilizada por los abogados para dejar en claro la intencionalidad que subyace en estas determinaciones de la justicia resultó contundente: «Nos preguntamos si esta forma de juzgar a los genocidas, no se impone por ser funcional a los intereses políticos tanto de aquellos que pretenden mantener la impunidad absoluta como de quienes pregonan que es suficiente con juzgar a unos pocos asesinos paradigmáticos. Los primeros son los responsables de que Julio López no esté hoy en esta Sala, los segundos de que aún hoy esté desaparecido y sus secuestradores en la impunidad».

«Esta silla, vacía de López, está ocupada de certezas»

Minutos después, prosiguió con el alegato de Justicia YA! Guadalupe Godoy, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH). La abogada se refirió al «rol legitimador del exterminio» que desempeñó durante años Christian Federico Von Wernich. «Tranquilizaba la conciencia del general Ramón Camps la presencia de Von Wernich», recordó la letrada.

Además, Godoy sostuvo: «El papel de Von Wernich era de inteligencia y producción de tortura», explicando que los tormentos no sólo consistían en la aplicación de golpes o de picana eléctrica sino que los psicológicos eran demoledores y en esos el ex capellán era un experto. «El genocidio no habría sido posible sin la participación de instituciones civiles», enfatizó.

Godoy fue clara con respecto a la revictimización de los testigos, de los sobrevivientes: «En esta sala, se volvió a reinstalar el genocidio», haciendo alusión a los dichos del cura sobre Luis Velasco, a quien había definido como un agente del Batallón 601. «Von Wernich continúa cumpliendo su rol en el plan criminal».

Ese mismo plan criminal que se mantiene vigente y cuya expresión más acabada es la desaparición- hace ya casi trece meses- de Jorge Julio López. «Esa silla vacía de López está ocupada por certezas», mantuvo. A la vez que se enorgulleció: «No se logró el objetivo. López es, también, la certeza de la necesidad de nuestro pueblo de poner fin a la impunidad».

Por su parte, Liliana Mazea ahondó: «Hoy se permite la naturalización de la desaparición de testigos. Por eso, exigimos al Gobierno Nacional la aparición con vida ya de Jorge Julio López». A lo mismo se refirió Liliana Molinari: «Todas las garantías de Jorge Julio López siguen siendo violadas a posteriori de su secuestro».

«Condena a todos los genocidas»

El pedido de condena recayó en la abogada Verónica Bogliano (HIJOS La Plata). Exigió cárcel común y ordinaria para el represor acusado de siete homicidios, 31 casos de torturas y 42 privaciones ilegales de la libertad, pidiendo la pena máxima establecida en el Código Penal.

«Señores jueces, tienen la responsabilidad de dejar constancia de que el genocidio fue posible gracias a que miembros de la Iglesia y grupos económicos fueron parte del mismo», le pidió al Tribunal encabezado por Carlos Rozansky.

Bogliano también hizo referencia a la desaparición de Julio López así como redobló el compromiso con la misma lucha: «Nos encontramos nuevamente juzgando a un criminal impune con la firme convicción de la necesidad de su condena pero también con la profunda tristeza de tener que vivirlo con la desaparición de Jorge Julio a cuestas».

El pedido de Justicia Ya! fue claro: «Que se condene a Christian Von Wernich a reclusión perpetua por autor de delito de genocidio». Pero el reclamo fue más amplio: «Condena a todos los genocidas. Justicia por todos los compañeros»

«Están desaparecidos»

Hace años, afuera de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), el presidente Néstor Kirchner pedía perdón por los crímenes cometidos durante la dictadura en nombre del Estado. Ayer, la Fiscalía, también en nombre del Estado, puso en duda la desaparición y asesinato de María del Carmen Morettini, una de las secuestradas que integró el Grupo de los Siete, a quien Von Wernich les había prometido la liberación. El fiscal Félix Crous dijo no tener «certezas» de esa desaparición y no acusó al ex capellán por ese crimen dado que una testigo comentó ante el Tribunal que la Madre Nelva Falcone le había comentado que su hijo, Jorge Falcone, le había parecido ver a Morettini en un banco en 1993.

Enrique Fukman, integrante de la Asociación de Ex Detenidos- Desaparecidos (AEDD) estalló: «Está desaparecida, por eso no viene a declarar. ¿Cuántas veces más lo vamos a tener que decir?». El grito de Fukman fue el grito de todos los sobrevivientes, de todos los testigos, que hace más de veinte años dan testimonio del horror, volviendo una y otra vez, a ser las víctimas del plan genocida.

«Si esta es la lógica que nos quiere imponer la Fiscalía. Entonces, Luis Velasco es agente del Batallón 601; Morettini es cadete en un banco y los hijos de Hebe Bonafini están en España», desacreditó la postura de Crous y Dulau Dumm, Myriam Bregman.



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