22/11/2011

Radio La Bocona : Caso María Belén Brizuela: Nunca más

Reproducimos:

Sábado a la noche. Vamos al baile. Está terminando el año y a todos nos hace bien salir a divertirnos y descargar las presiones del estudio y de esta odisea de ser un joven. Es en San Francisco. Toca la Banda al Rojo Vivo. ¿Quién no fue a bailar alguna vez a ése club? Ahí se formaron tantas parejas; cientos de costeños, aimogasteños y sauceños tienen miles de anécdotas vividas ahí. Pero…

1. El hecho

Sábado a la noche. Vamos al baile. Está terminando el año y a todos nos hace bien salir a divertirnos y descargar las presiones del estudio y de esta odisea de ser un joven. Es en San Francisco. Toca la Banda al Rojo Vivo. ¿Quién no fue a bailar alguna vez a ése club? Ahí se formaron tantas parejas; cientos de costeños, aimogasteños y sauceños tienen miles de anécdotas vividas ahí. Es una noche cálida, apropiada para pasarla bien. Van chicos y grandes, con amigos, con las novias, con los compañeros de escuela. Ahora bien, siempre hubo incidentes, peleas, «agarradas” a la salida de ése y otros clubes. Siempre alguien tomó de más y terminó la noche mal. No le echemos la culpa a las drogas ni a «los jóvenes de hoy que no son como los de antes”. Es un argumento rancio, que huele a comadre solterona. Es un argumento que huele demasiado a cirios y a no querer entender cómo funciona la sociedad. Entonces se arma una gresca a la salida. Muy bien. Tiene que intervenir la policía con la misión de preservar el orden y la seguridad de todos los ciudadanos. La policía llega. Seamos sinceros: nunca es bien recibida en una fiesta. Si caminamos por los barrios y vemos escrito en las paredes: el barrio se defiende, muerte a la yuta, es porque la policía nunca, pero nunca, ha sido amable ni para pedirte el documento. Lamentablemente está naturalizado. Nadie se ha preocupado por adiestrar a la fuerza pública de otra forma desde que terminó la dictadura hace 28 años. Digámoslo en criollo: la policía ha tenido siempre la impunidad absoluta de cagarte a palos y después andá a llorarle a tu abuela. ¿Cómo interviene la policía en una reyerta de borrachos? Con violencia, prepotencia y todos los condimentos para provocar una reacción en las personas en las que tiene que evitar que se hagan daño entre sí. Luego, los jóvenes reaccionan, se protegen. La policía pasa de la cachiporra a las balas de goma. Como son la policía no toleran nada. Entonces disparan. Según el papá de Belén, el tiro va para escarmentar a un pibe que le tira al piso la escopeta a un agente. Belén se interpone y recibe un tiro a quemarropa que termina con su vida. Con su gloriosa vida, que hasta hace rato la hacía bailar y reírse entre sus amigos. Con el mismo derecho a la alegría que tenemos la potestad de ejercer a cada momento.

2. La policía

Si alguien ha tenido la ocasión de conversar con un agente u oficial de policía, habrá escuchado relatos de su proceso de aprendizaje que los han marcado a fuego: Limpiar los baños sucios con un cepillo de dientes, aguantar una granada de gas lacrimógeno en las habitaciones, acostarse con el jerarca para poder egresar etc. Hay que preparar a la fuerza para deshumanizarla. Para que el odio sea el motor de acción. Porque las fuerzas de seguridad en Argentina fueron pensadas históricamente por la oligarquía para eso. Para estar divorciadas del pueblo. Pensemos: ¿qué se tiene que despertar en una persona para que sea capaz de asesinar con una escopeta a una chica de 17 años? ¿Qué tiene que sentir para disparar con un arma a un ser humano en la cabeza? Decimos con León Gieco: «Con qué libro se educó esta bestia con saña y sin alma”. Bueno, pues la policía es eso. Y que perdonen los pobres agentes de prevención urbana, que no cortan ni pinchan y que a veces salen a la calle con la pistola sin balas, pero la policía hoy está en la vereda de enfrente del pueblo.

3. El gobierno

Para el Ministro de Gobierno Felipe Álvarez «el desafortunado suceso comenzó con una gresca entre jóvenes, hecho que se repite nuevamente en la Provincia, a la que habrían llegado los efectivos policiales, que con una pésima actuación bajaron de la camioneta y se les escapó un disparo que ocasionó la muerte de la menor”. Las declaraciones del ministro no pudieron ser más irresponsables. El calificativo «pésima actuación” se usa para referirse a un partido de fútbol, por ejemplo. En una democracia las fuerzas de seguridad están comandadas por el Poder Ejecutivo. No se autogobiernan ni se dictan sus propias directrices. La responsabilidad mayor de una tragedia así recae sobre el mayor responsable del comportamiento policial, en este caso el Ministro de Gobierno. Pero la mayoría de los riojanos sabemos que los canales institucionales poco se transitan en esta gestión, que actúa en connivencia con la policía y la justicia. Y es un acto de cinismo enorme decir que a la policía se le escapó un tiro. La policía tiene vía libre para actuar así, para meter miedo, para torturar en las comisarías. La policía seguirá teniendo «pésimas actuaciones” hasta que llegue un gobierno con decisión política de cambiar la conducta de las fuerzas de seguridad, como lo hiciera en su mandato Nestor Kirchner, depurando las Fuerzas Armadas y encarcelando a los que creyeron que podían seguir actuando como en la dictadura. Otra contradicción de los kircneristas riojanos, más cercanos a la política de seguridad aplicada por Duhalde, que a las transformaciones progresistas impulsadas por el gobierno nacional.

También ha quedado fuera de la agenda la responsabilidad del gobierno municipal de Aimogasta. ¿Quién debía controlar que las habilitaciones para el evento se cumplieran? ¿Cómo se regulan los espectáculos públicos en Aimogasta? Siempre se derraman las lágrimas después de la tragedia y se olvida que los estados municipales tienen obligaciones que no cumplen, que salen a la luz cuando hay una gota que derrama el vaso.

4. El obispo

Monseñor Roberto Rodríguez es el primero en politizar el hecho. Su insidiosa y sutil reflexión sobre el estado de la sociedad pone en tela de juicio el armado de las estructuras sociales. Sólo que el obispo lo hace lateralmente. Y carga contra la familia y la escuela. Trae a colación una frase de Juan Pablo II (el mal no se corrige con el mal, sino cambiándolo por el bien) mediando en la dictadura militar, dando sustento a la teoría de los dos demonios. Él entiende por «mal” la conducta de los jóvenes agrupados en patotas. El bien es la corrección de esas patotas, aunque se guardó de decir que la propuesta de la iglesia es bajar la edad de imputabilidad de los menores y suplantar la escuela por la cárcel. Ni una sola palabra contra los asesinos ni los responsables.

5. Los chicos

En el centro de la escena quedan desamparados los chicos. Nadie les explicará cómo un hecho para celebrar la alegría se transforma en una tragedia. Nadie les ayudará a transformar su indignación en la base de una mejor sociedad. Y la expresión de esa bronca dibujada en los incendios a las instituciones es un mensaje de denuncia contra el vacío que nadie responderá. No hay dudas de que van a criminalizar a los responsables de haber canalizado la ira de ver irse en un instante la mirada hermosa de Belén. Los chicos ya han identificado a los responsables en los edificios desde donde salen las decisiones inconsultas que terminan siempre por arruinarles la fiesta. Pero desde esta tristeza vamos a intentar cambiar esos ojos por cielo, fe por lágrimas y buenas por malas. Y tratar de decir con los jóvenes «bajen las armas que aquí sólo hay pibes bailando”. Y NUNCA MÁS un chico asesinado por la policía. Que esto quiere decir que las instituciones empiecen a funcionar como lo manda la democracia, que se acabe la impunidad, que la vida deje de estar amenazada desde tantos lugares y que los chicos tengan de una vez por todas la certeza de un futuro libre de violencia, vacío, muerte, por el de uno pleno de respeto, comprensión, oportunidades y alegría.

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