15/09/2007

«Estamos expuestas a medios de comunicación dirigidos ‘hacia mujeres’ estereotipadas en lo que el sistema quiere imponer «

Erika Montecinos, periodista y creadora de la revista electrónica «Rompiendo el Silencio», dará una charla sobre medios de comunicación dirigidos a la comunidad lesbiana el lunes 17 de septiembre a las 20 en La Casa del Encuentro, ubicada en Avenida Rivadavia 3917, Buenos Aires. La revista que dirige Montecinos tiene cinco años en línea con contenido lésbico y lésbico feminista para Chile y Latinoamérica. Para el 2008, será una revista impresa que se distribuirá por las calles de Santiago dando un gran paso para la visibilidad lesbiana feminista de su país. Aquí un artículo de Montecinos que analiza los medios en Latinoamérica.


Medios de comunicación dirigidos a la comunidad lesbiana feminista de Latinoamérica: el compromiso de comunicar desde otra mirada

El poder mediático de los grandes consorcios periodísticos, no da espacio para otra cosa que no sea el discurso oficial imperante. Ese poder se arroga el derecho para censurar, editar y titular como se le de la gana, más allá de cualquier ética existente en algún viejo manual de periodismo. Pero el poder mediático, como decimos en mi país, es «pillo» (sinvergüenza, ladino), ya que al no conformarse con la censura, cree dar un espacio a esas mal llamadas «minorías». Su tratamiento llega a ser vergonzoso, más aún en Latinoamérica, donde el discurso público en torno a la sexualidad pareciera estar en pañales, en comparación con países europeos o que son parte del imperio estadounidense. No resulta extraño, por ejemplo, que en la España post – Franco se desatara una verdadera «morbosidad» por indagar en todo cuanto reprimió la dictadura de ese país. En la década de los 80s, la explosión y exposición del tema del lesbianismo y la homosexualidad trajo consigo un mar de discursos que rayaban en la ignorancia. Felizmente, para las españolas y españoles, esa época parece haber quedado atrás. Al menos, ya no citan a lesbianas a la televisión para entrevistarlas cómo lo hacen en la cama, o «cómo es su forma de vivir». En Latinoamérica, claro está, este tema es cosa diaria en la actualidad. Hace unos meses, asistí a una entrevista televisada donde el centro de la conversación fue mi vida privada, más allá de lo que hacía como periodista al servicio del activismo lésbico feminista. Esa entrevista, como otras, han motivado el análisis del presente texto.

Es por eso que, desde este punto de vista, es que quiero analizar la necesidad que hemos tenido en América Latina de contar con nuestros propios medios de comunicación, y me refiero específicamente a la comunidad lésbica feminista. Sin duda, los compañeros gays parecen llevar la delantera en ese sentido. Lo sabemos por esta cultura patriarcal que da más oportunidades al sexo masculino en todo aspecto. Por ello, los primeros medios de comunicación siempre han sido dirigidos a la comunidad gay, pese a que en países como EE.UU o en Europa, dicho término quiera englobar a todo el abanico reunido en la denominada «diversidad sexual» (ejemplo de estos medios son Revista «Somos» e «Imperio» de Argentina, Diario Opus Gay de Chile). Sabemos muy bien, para quienes tuvimos oportunidad de hojear dichos pasquines que no fue tan así. Antes de llegar a una nota referida a las lesbianas, había que pasar por cuerpos musculosos, adonis, penes y toda clase de erótica homosexual que no contemplaba en sus hojas, más que sus intereses. La nota o artículo referido al mundo lésbico se limita a unas cuantas noticias en torno a películas, casos de discriminación y páginas web que las lesbianas debían visitar. En mi país, Chile, cuando apareció el primer periódico gay, se indicó que las lesbianas ocupaban sólo tres párrafos de una columna porque, según ellos, «no hacían nada» y costaba mucho ubicar actividades tendientes a ellas. Quizás hubiese sido mejor la franqueza. Así y todo, hay sectores de lesbianas que trabajan la diversidad sexual y se han abierto un espacio destacado en estos medios que nacieron sólo para el público homosexual («Del otro lado» y «Lambda», ambas de Chile, o intento de publicaciones más en la línea comercial como «Opción» que sólo sacó un número a la calle en noviembre del 2002).

En Estados Unidos, las revistas dirigidas a las lesbianas se ven por doquier. Revistas con más de 20 años de existencia que han marcado hitos en dicho país. Ahí tenemos a Curve, On Our Backs, Lesbian Nation, Go!, Lesbian Connection, She y un sinnúmero de ellas, repartidas en diferentes Estados. Lo mismo pasa en Gran Bretaña, donde la más conocida es la revista «Diva». España ha estado más atrasada en ese sentido, actualmente, cuentan con la única publicación denominada revista «Sales»; antes, hubo otras, de corta duración, como la magazinezca «Femme Fatale», «Entiendes» o «Stupenda». De hecho, en este país, las criticas a publicaciones como revista «Zero» o «Shangay», abundan, ya que su contenido es cien por ciento dirigido al publicó homosexual y escasamente, al lésbico.

Muchas de nuestras compañeras latinas, concientes de la necesidad de comunicar desde otra mirada que no sea la oficial e institucionalizada, no podían estar conformes con ese pequeño espacio que se brindaba para contar «nuestras» vivencias en revistas gays. En Latinoamérica comenzaron tímidamente a abrirse espacios en publicaciones feministas. Digo tímidamente porque no pasaban más allá de un artículo como un saludo a la bandera. Llevar a cabo una publicación, requería de un gran apoyo financiero y de un equipo humano comprometido con la temática.

Desde este punto de vista y antes de comenzar a detallarles algunas de las publicaciones para lesbianas y lesbianas feministas que se han editado en América Latina y en países de habla hispana, queremos fijarnos en el discurso en cada una de ellas. Claro está que hay una gran diferencia en una revista meramente dirigida a lesbianas con otra que tiene el contexto del feminismo en su discurso textual. Diferencia que se ve sustentada en los temas a tratar y en las portadas que cada medio de comunicación escrito, pretende entregar a sus lectoras. Eso lo veremos posteriormente.

Las compañeras mexicanas fueron pioneras. Publicaciones como «Les Voz», vigente hoy en día y «Las Amantes de la Luna» cuya creadora fue la chilena Cecilia Riquelme, marcan un antes y después en el activismo lesbiano feminista de ese país. Después le siguió Argentina con la publicación «Fulanas» y «Encontradas» edición de La Casa del Encuentro, vigente hasta el día de hoy. En Perú, la revista de GALF, «Labia». Hace poco en la Argentina, comenzó a circular también la revista lésbica feminista «La Baruyera» y «Encontradas» volverá a editarse en marzo del 2008. Sin embargo, la real explosión comunicativa en la comunidad lésbica, vino de la mano de internet. A fines de los 90, asomaban unos cuantos portales dedicados a los contactos entre chicas. Las organizaciones lésbicas feministas tardaron un tiempo en tomar el peso y valor de internet para difundir nuestras demandas. En mi país, nacía una web dedicada al chat y a los contactos como «Lesbianas de Chile», muy de cerca la seguía la argentina «Hartas.com» o con un discurso más político activista como «Safo Piensa». Lentamente a principio del 2000, el mundo virtual se fue llenando de páginas web algunas gratuitas, otras con dominios pagados, dedicadas a exponer sobre las vivencias lesbianas. Había mucha ansiedad por «saber» e informarse, por ello, mucho de los artículos publicados abordaban temas relativos al «cómo me asumo», «cómo se lo digo a mis padres», «mi primera relación lesbiana», etc. Internet fue vista como un arma política, cuando las mismas lesbianas más activistas iniciaron una cruzada para denunciar los atropellos por medio de la red, conformándose así las primeras comunidades de debate e intercambio de información. Así, fue de suma importancia la red «Desalambramdo» que puso el tema de la violencia en las relaciones lesbianas a través de su web. En Chile, desde el año 2000, funciona «Monte de Venus»; por la misma época también nace «Lesbos», «Lesbianas.cl» y dos años más tarde formo parte de la creación de la primera revista lésbica en internet, «Rompiendo el Silencio». Desde ahí, en mi país, las cosas se han dado muy diferentes y pese a los cuestionamientos iniciales sobre el real aporte de internet para la visibilidad lesbiana, hoy en día podemos decir que la influencia de estos medios en la visibilidad política de la comunidad lesbiana, ha sido de suma importancia.

Ahora quiero seguir con el planteo entregado anteriormente. Como ya indiqué, hay diferencias entre estas publicaciones. La primera de ellas se refiere al discurso textual, como ya señalé. Mientras las revistas dirigidas sólo a lesbianas, y que no llevan el apellido de «feministas», tratan temas concernientes a todo lo relativo que es relacionarse afectivamente con otra mujer, las revistas lésbicas feministas abordan estas temáticas desde una perspectiva feminista, es decir, hacia todas las mujeres, ya sean lésbicas, bisexuales o heterosexuales. Así bien, en mi opinión personal, no creo que una sea menos política que la otra, por cuanto tal vez hay un desconocimiento en lo referente al feminismo de parte de estas publicaciones. El alter ego de las revistas gringas es la mujer blanca, moderna, profesional, de clase acomodada y de gusto «heterosexual». Muchas de ellas explotan además el concepto de las Butch y lo «femenino». Otras publicaciones, como la española Sales, se ciñe a los conceptos tradicionales de familia y de lesbianismo. Así, la orientación que le daremos a nuestro medio de comunicación es de suma importancia al momento de decidir publicar, ya que nos enfrentará a temáticas que nos conciernen como mujeres sometidas a un sistema heteronormativo.

Creo que como mujeres estamos expuestas a medios de comunicación dirigidos «hacía mujeres» que caen en el estereotipo que el sistema quiere imponer y someter. Las revistas de mujeres, en casi todo el mundo (excepto la publicación argentina «Las 12» de Página 12 que es la que más conozco), siempre están ligadas a temáticas de belleza, del horóscopo, del glamour, de los cotilleos faranduleros, de la dieta de moda, etc. No quiero juzgar desde un ego moralista, porque cada una tiene derecho a leer lo que le plazca y cómo le acomode, sin embargo, para quienes conocemos las zancadillas del sistema, esto no es tan fácil. Por otra parte, nos enfrentamos a las publicaciones gays, de diversidad o LGBT, donde al igual que estas revistas de belleza, parecen enmarcarse a un sólo punto que son los derechos e igualdad de las lesbianas, gays y trans, como si otros derechos, como el mismo de las mujeres, o el de las etnias, no fuera importante para aquella lucha. Lo contrario, dicen, es dispersarse. Nuestras revista virtual, por ejemplo, en un principio estuvo direccionada a la visibilidad lesbiana, que sin duda, sigue siendo talante para nuestro trabajo, pero al correr los años, con una experiencia más política, hemos determinado que es necesario relacionarse con la lucha de todas las mujeres.

Entonces, creo que hay que revisar con sumo cuidado cuál será nuestra «otra mirada» para evitar caer en fijaciones que nos lleven a una publicación limitada de nuestras convicciones discursivas.

La importancia del papel

Pero el papel siempre será el papel. ¿De dónde nace la importancia de tener medios de comunicación propios como revistas y diarios? ¿Por qué necesitamos mirarnos más allá del discurso institucional y sesgado de los medios tradicionales? ¿Por qué las lesbianas necesitamos una publicación que diga en todas sus letras «Revista para Lesbianas» sin el ojo morboso del comercio heterosexual?. El papel genera esa cercanía que tal vez se ve limitada en internet. Lo que no se ve en las calles, los kioscos y librerías, simplemente, no existe. Es una dura realidad, que tal vez es poco comprendida, ya que la mayoría de los medios están creando sus nichos a través de la comunicación virtual. Pero sabemos que a la tecnología le queda años para calar hondo en la población. Por eso, el papel siempre tendrá un sitial de alto impacto político, mediante él podemos influir en el discurso social y público, podemos mostrar rostros, cuerpos, ideas, pensamientos, mucho más allá del estereotipo, del prejuicio instalado en una cultura heteronormativa y sobretodo, podemos asegurar credibilidad, situación que muchas veces en internet no requiere de una rigurosidad, no queriendo decir por ello que las publicaciones sean menos serias, pero sí pueden abundar en errores de datos.

Se preguntarán por qué solamente hablo del papel, siendo que por medios de comunicación entendemos también Radio y la TV. Primero, porque mi experiencia está radicada en la prensa escrita y por otro, porque dicho sea de paso, ha sido grande el merito de aquellas compañeras que se han atrevido con programas radiales. En Chile, para graficar un poco los escasos antecedentes que tengo sobre este rubro, han existido un sinnúmero de programas de radio dirigidos a la comunidad LGBT y sobretodo, a las lesbianas. La radio también es un arma poderosa. Así se mantuvo al aire cerca de 10 años, el programa «Triángulo abierto», caballito de batalla de las organización MUMS-Movilh Histórico (no el movilh actual, cuya dirigencia es otra historia y más nueva). En «Triángulo»¦» y tengo que decirlo, escuché a las primeras locutoras lesbianas dirigiendo un micro espacio denominado «Con la luna en el ombligo», algunas de las integrantes de Ayuquelén llevaron adelante dicha iniciativa. A fines de los 90, nace «Cuando cae la noche» de la desaparecida Coordinadora Lésbica chilena y luego, cambia su nombre, por el de «Amazonas», cuyo nombre también fue utilizado para una publicación en papel, de lo cual me referiré posteriormente. Más adelante, nos encontramos con programas radiales como «Ni marías ni Magdalenas» de Trabajos y Estudios Lésbicos (TEL) y «Tribadas» a cargo de la activista Alejandra Aravena, quien mantiene además la radio virtual de Contra información lésbica feminista «Número Critico».

En Chile, revistas como tal, se han editado muy pocas y de corta duración, pero no por eso, menos importantes. Estas revistas nacían de las mismas agrupaciones y no tenían más alcance que el «mano a mano». Una publicación histórica, como mencioné anteriormente, fue «Amazonas», donde la periodista Paulina Vera y la activista Marloré Morán, daban vida, mediante notas, entrevistas y reportajes a una publicación muy artesanal, reflejando los escasos recursos con los que contaba el activismo lésbico chileno en aquella época. Más tarde lo intentó la agrupación lésbica «Lazos» con una publicación del mismo nombre, pero en su diseño doblemente artesanal que las anteriores. No tenían un discurso político sobre la situación de las lesbianas, sino que se limitaban a las necesidades primarias de ellas como el acompañamiento, los primeros pasos para entablar contactos entre si, incluso en su editorial dejan en claro que no será talante de su medio ni de su organización alguna «referencia política», más que nada refiriéndose a la política partidista.. Hace unos años, además, circuló una boletita de la Colectiva Lésbica Feministas Moiras y la teoria queer instaló su discurso a través de la revista «Torcida» y Estereotipos de la Coordinadora Universitaria por la Diversidad Sexual (CUDS). Hoy, ellos mismos se han dirigido al sistema virtual inaugurando «Disidencia sexual».

Ante todo lo expuesto, y con esto quiero concluir, es que se hace urgente una nueva publicación que busque la otra mirada del discurso impuesto por el poder de los medios empresariales, sobretodo en mi país. Nos hacen falta más publicaciones que salgan a la calle a abofetear ese discurso, a situarse en los puntos de venta y desafiar los titulares y las portadas de un fuerte contenido sexista (aquí quiero mencionar la enorme diferencia y el ejemplo que sigue el diario Página 12, donde se encuentra una publicación de calidad como «Las 12», rompiendo con el típico concepto de revista «hacia la mujer»). Necesitamos dar aire a ese contaminado ambiente de periodistas machos instalando su discurso desde las editoriales, desde la censura y pauteo a las entrevistas y reportajes, frente a su descarnado sentido común que lo referido a los derechos de las mujeres no es interesante, no es importante, carece de números en dinero desde la venta. Los derechos humanos no venden, pero sí los «crímenes» que ellos llaman pasionales, el implante mamario, el trasero, la cirugía, la modelito que revela sus fantasías lesbianas. Muchas periodistas de mi país que trabajan en medios de comunicación, se quejan de lo mismo. Casi todos los editores son hombres y censuran a diestra y siniestra cualquiera palabra, vocablo o idea que tenga relación con feminismo. «No hay que abanderarse», dicen, hay que ser objetivos, y lo indican, cuando su subjetividad masculinista está en juego. En las publicaciones dirigidas por y para mujeres, la situación no es diferente porque hay una estructura machista que controla todo esto.

La tarea no es fácil, y aún así, frente a este escenario a riesgo de burlas, intolerancia y misoginia, hemos decidido llevar adelante «Rompiendo el Silencio» en papel abreviando su nombre a «RS magazine». Es un sueño de años, desde que nació la versión virtual y que por falta de financiamiento y apoyo no podía ver la luz. Hoy, la cuestión es distinta y el prestigio de nuestro medio, ha sobrepasado fronteras, tan así que estamos logrando el apoyo de las principales agencias financistas de mujeres en el mundo. Nos hemos situado con un discurso creíble, siguiendo una estrategia común que motive a las lesbianas activistas y a las no tan activistas, a comprometerse con esta lucha desde las calles, las veredas, desde las casas, y por qué no, desde sus computadores. Redes de mujeres que asuman con conciencia que nuestra existencia lesbiana debe ser tomada en nuestras manos y no permitir que otros y otras escriban, indagen y lleven al papel toda la carga estereotipada con la cual hemos tenido que lidiar durante siglos. En fin, es hora que las cosas cambien.

Erika Montecinos

Directora Rompiendo el Silencio.cl

Revista virtual de Cultura Lésbica

 www.rompiendoelsilencio.cl

 www.rsmagazine.cl



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