30/12/2010

«Desguace y despidos masivos en el Colegio Nacional de Buenos Aires»

Reproducimos:

Por: VIRGINIA GONZÁLEZ GASS* –

*Ex rectora del Colegio Nacional de Buenos Aires

Pido disculpas por el envío, pero esto es de vital importancia, no solo para el Nacional Buenos Aires, sino también para la educación pública en general:
En un acto más de autoritarismo y discrecionalidad las autoridades de la Universidad de Buenos Aires han despedido en el día de ayer a 27 empleados, mi secretaria y delegados gremiales de la Asociación de Docentes y de la Unión de Trabajadores de la Educación, entre ellos. Al mismo tiempo, otros trabajadores como los jefes del área económico-financiera como su directora y el jefe de compras fueron reasignados a otras tareas ajenas a sus áreas de competencia. A la primera, por ejemplo, le reasignaron la tarea de pasar presentes en el área de educación física.

Este accionar va en línea directa con mi desplazamiento de hace seis meses que, como ya he denunciado, no tuvo otro objeto que el de convertir al colegio en botín del reparto político. La cuestión educativa fue suprimida por completo y el Colegió comenzó a formar parte de los grandes feudos completamente ajenos a lo académico y que hoy, dominan la conducción de la Universidad de Buenos Aires.

Resulta sugestivo el hecho de que los encargados del área económica hayan sido removidos, dejando a merced del rectorado, el control total y discrecional de los fondos destinados a la educación e infraestructura en el Colegio y más aun, la época en la que se producen los hechos: en pleno receso escolar y judicial, sobre las fiestas de fin de año, tratando de este modo de disminuir al máximo la reacción de los trabajadores y el impacto mediático que esto acarrearía en otras circunstancias.

Es lamentable desde el punto de vista humano que empleados como, la directora de asuntos económicos financiero, haya sido reasignada a tomar el presente de los alumnos en Educación Física en total violación de sus derechos como trabajadora. A mi destitución, siguieron persecuciones y amenazas, que, en su momento, fueron denunciadas por las asociaciones gremiales correspondientes ante el Ministerio de Trabajo.

Francamente, es también escandaloso ver como individuos a los que denuncié ante el rectorado y la oficina anti corrupción, a los que le solicité el sumario respectivo, por hechos de corrupción, fueron protegidos por las autoridades de la UBA, e impulsores no solo de mi destitución, sino también de esta nueva conducción que se pone al frente del colegio a partir del febrero.

Más nombramientos y la disponibilidad de la caja fueron alistados al servicio de objetivos políticos. El dinero que debería destinarse a la educación de los alumnos y a la investigación académica terminaría, de esta manera , siendo utilizada para el sostenimiento de estructuras que desconozco. Un claro ejemplo, es la reapertura de una caja destinada a «extensión”, un eufemismo para «ajeno a las actividades del colegio”, caja que durante mi gestión ordené cerrar.

Mientras personajes que en una total superposición de funciones ejercen al mismo tiempo roles partidarios y mientras hablan de democracia hacia afuera, adentro de la UBA practican el más rayano autoritarismo. La elección del rector del CNBA no fue la excepción. Una persona ampliamente objetada por todos los claustros fue erigida como rector.

Repudiado por la asociación docente en una declaración semanas atrás y otra de los graduados, un individuo que perdió por escándalo una elección realizada por los alumnos, que es resistido por el gremio no docente del colegio. Una persona que solo obtuvo tres sobre catorce votos en el consejo de escuelas resolutivo y que fuera repudiado ampliamente por todos los claustros. Ese es el nuevo rector, esa es la democracia que practica la conducción de la UBA.

Desde que me fui han querido mancharme de cualquier forma posible tratando de cumplir las amenazas cuando no accedí a «renunciar por las buenas” aun cuando me fueron ofrecidos otros cargos para mí y «mi equipo”, según sus propias palabras.

Cuando me destituyeron, solicité una auditoría, la cual no presentó objeción alguna, posteriormente, tras acusarme de supuestas «irregularidades administrativas”, enviaron una segunda, en la que se me acusa de cosas tan ridículas como tener «servidores obsoletos” cuando los servidores corren y son manejados por gente de la UBA, abrir cursos autorizados por el rectorado (motivo de mi cese), o de arreglar los patios, que se derrumbaban en nuestra querida institución.

Cuando me fui, el Colegio contaba con cuentas líquidas por aproximadamente 900.000 pesos, tres veces más que el monto cuando asumí, a pesar de todas las refacciones realizadas durante mi gestión. Espero que el sano estado financiero del colegio continúe y no se desvíe el dinero para la educación de los chicos hacia otros fines.

Otra enorme preocupación que tengo desde que fui destituida es el destino de los archivos de las actividades de la dictadura en el colegio, que empezamos a digitalizar con el Museo de la Memoria, trabajo que por supuesto quedó inconcluso. Espero que este archivo goce de buena salud para que alguien pueda retomar el trabajo.

Hoy siento una enorme congoja al ver cómo quieren convertir al Colegio en un elemento más de la rapiña política. Solo espero que mis palabras puedan concientizar a la sociedad y lleguen al menos a los más altos jefes de las estructuras políticas involucradas para que entiendan que no todo puede ser parte de ese juego, que hay ciertos límites que deben ser respetados.

Fui destituida por no querer mimetizarme con los conductores de la UBA, sus prácticas, sus modos y su mediocridad. Es de una inmoralidad sorprendente cuando esos jefes políticos, cuya gente es la que está organizando el vaciamiento de nuestra institución, se rasgan las vestiduras hablando de ética y democracia, mientras arbitrariamente en un acto más de autoritarismo y sin causa alguna, despiden 27 empleados, mi secretaria y a los delegados gremiales o trasladan al personal que, no solo durante mi gestión, sino también en la anterior, han desempeñado sus tareas con gran idoneidad y responsabilidad.

Una sociedad sin límites es una sociedad en degradación, sin posibilidad de progreso moral o material. Los arreglos institucionales no bastan para imponer esos límites, estos tienen necesariamente que surgir de la robustez moral de los propios hombres y eso no se enseña ni en un aula ni con declamaciones, se predica con el ejemplo.

Los políticos que sostienen y alientan estas prácticas están lejos de esto. La preocupante situación en el Buenos Aires debe resolverse de modo racional y respetando los derechos de los trabajadores, la calidad educativa y los derechos de los estudiantes a aprender para que siga siendo ante todo «el colegio de la patria”.

Contacto: 0111555675127

 Virginia Gonzalez Gass.



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