23/08/2007

Cuando Trelew fue asamblea

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Un grupo de presos políticos, los más importantes en el ’72; una comisión de vecinos que se formó en su apoyo; la «Masacre de Trelew»; el secuestro de 16 de esos vecinos solidarios por parte del gobierno militar, en represalia por el apoyo; y el comienzo de una experiencia de movilización popular inédita en la historia política nacional. ANRed cuenta las acciones y vivencias de esa asamblea de vecinos que se declaró en huelga general y movilización por tiempo indeterminado bajo el mandato de «Prohibido dormir», logrando finalmente la liberación de cada uno de los vecinos detenidos.


El pueblo de Trelew nunca imaginó que a principios de los 70′ iba a ser el protagonista de un hecho inédito en la historia política y social del país. Por ese tiempo, la cárcel de Rawson (U6) se convirtió, de la mano del gobierno dictatorial que comenzó Juan Carlos Onganía y terminó Alejandro Agustín Lanusse, en el lugar de depósito y confinamiento de los presos políticos más importantes del país. Tan es así que en el 72′ estaban encerrados allí los principales referentes y líderes políticos del ERP, las FAR y Montoneros.

Ante esto, muchos de los habitantes de la ciudad vecina de Trelew (a 20 kilómetros de Rawson, capital provincial) decidieron organizarse para brindar ayuda a las familias y a los abogados de los prisioneros, que venían de distintos lugares del país. Incluso, algunos se volvieron apoderados de los prisioneros políticos como resultado de sus visitas cotidianas. Conformaron así la Comisión de Solidaridad con los presos políticos, que fue creciendo en número de vecinos a medida que llegaban más prisioneros, y que estaba integrada por vecinos, militantes, abogados, profesores y periodistas de la zona. La intención era romper el cerco de incomunicación al que estaban sometidos los detenidos y proveerles cigarrillos y víveres.

Los apoderados (que lograban ese «título» solamente elevando una nota al director del penal, pidiendo cumplir esa tarea) fueron aumentando con el tiempo, pasando de unos 50 al principio, a ser el doble a los pocos meses.

De esta manera, cada mañana de cada jueves, la gente del pueblo partía en caravana hacia el penal y, una vez en la capilla de la misma, esperaban encontrarse con los detenidos.

El 15 de agosto de 1972 los presos políticos protagonizan la conocida fuga de la cárcel de Rawson. Seis prisioneros lo logran. Pero otros 16 no, porque habían llegado tarde al avión que los llevaría a Chile. Luego, estos militantes serían fusilados, en lo que de ahí en adelante se conoció como la «Masacre de Trelew».

A partir de ahí, el pueblo de Trelew estuvo paralizado y en estado de terror. Las veredas del pueblo aparecían cubiertas por volantes amenazantes firmados por el autodenominado «Comando San Martín», con una lista de unas 40 personas, casi todas ellas integrantes de la Comisión de Solidaridad. La amenaza era clara: «Agentes del comunismo internacional, ¡temblad! Las fuerzas armadas argentinas os exterminarán sin piedad.»

Y lo que hasta ese momento era una amenaza, luego se convirtió en realidad la mañana del 11 de octubre, cuando el ejército detuvo a 16 miembros de la comisión y los envió a la prisión bonaerense de Devoto. El operativo había sido bautizado «Vigilante» y tenía el objetivo de «garantizar el orden y la tranquilidad pública de Trelew, perturbados por la acción de elementos vinculados con actividades subversivas», según señalaba el primer comunicado del V Cuerpo del Ejército. Había sido una venganza y advertencia del gobierno de facto ante ese desafío que había sido la Comisión de Solidaridad.

«Prohibido dormir»

Pero ante todos los pronósticos adversos, el comportamiento del pueblo de Trelew ese mismo 11 de octubre fue una redoblada y contundente respuesta al autoritarismo y saña del gobierno militar.

La gente de la zona tomó el Teatro Español (un teatro típico de la zona, que aún hoy funciona), declaró la huelga general, el estado de movilización y vigilia permanente hasta que fuera liberado el último vecino detenido en Devoto.

El teatro aparecía cada mañana con un cartel que ordenaba, en un tono más marcial que el de los militares: «Prohibido dormir». Y se cumplía»¦ O se cumplía.

Bajo la consiga «Libertad a los presos de la solidaridad», el pueblo salió a la calle a protestar por la detención de sus vecinos, cortando el tránsito y marchando sobre los principales lugares céntricos de Trelew.

Y nuevamente en el Teatro Español, en asamblea, decidió el repudio a la CGT «por cómplice y pasiva», a la cámara de comercio, por no encontrar convenientes las resoluciones de la asamblea. Además, el pueblo decidió por unanimidad el mantenimiento de turnos de vigilia en el Teatro Español, para mantenerla como sede de operaciones y asambleas.

«No negamos que existe la subversión, – señalaban los vecinos de la comisión en un comunicado – porque donde existe la violencia institucionalizada de quienes ostentan el título de gobernantes, existe también la violencia de los que valientemente levantan la bandera de la lucha por los derechos de la persona humana».

Finalmente, a partir del 16 de octubre, el pueblo de Trelew comienza a torcerle el brazo al gobierno militar, en un hecho inédito en la historia política y social argentina. Comenzaron a llegar los primeros liberados, que fueron recibidos por miles de personas en la plaza. El 27 de octubre, Trelew termina ganando su batalla y, en la pizarra que había en el teatro, con los nombres de los vecinos detenidos dos semanas antes, ese día fue tachado el último. Ese día no estuvo más prohibido dormir, porque la memoria trelewense estaría despierta y lúcida para siempre en la historia argentina, como un faro, marcando el camino a seguir.


Fernando Ruffa



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