08/11/2004

Comienza el juicio contra dos integrantes del Escuadrón de la Muerte de Don Torcuato

escuadron_de_la_muerte_cop_-_DSC075201.jpg El Tribunal Oral en lo criminal Nº 1 de San Isidro dará comienzo este lunes al juicio oral y público contra dos suboficiales de la bonaerense, Hugo Alberto Cáceres y Marcelo Anselmo Puyó, acusados por el asesinato del joven de 16 años José Guillermo Ríos. Los policías pertenecían a la Comisaría 3ª de Tigre y a su vez formaban una fuerza parapolicíal responsable de numerosas detenciones ilegales, torturas y fusilamientos de menores. El denominado Escuadrón de la Muerte actuaba bajo las órdenes de Cáceres y estaba integrado además por miembros del Comando de Patrullas de Tigre.

José Guillermo Ríos tenía 16 años cuando fue asesinado el 11 de mayo del 2000 por el Sargento Cáceres y el Sargento 1º Puyó. Los dos policías lo persiguieron a los tiros luego de un intento de robo, le dieron alcance y lo fusilaron a quemarropa. Luego le plantaron una pistola 9 milímetros para simular un enfrentamiento y regaron la zona del hecho con cartuchos de escopeta para sostener que otro joven armado los agredía. En la investigación por el asesinato de Ríos se probó que la escena del crimen fue preparada y que los cartuchos de escopeta plantados fueron disparados por un arma que pertenecía a Cáceres. A partir de esta causa se produjo la detención del Sargento Hugo Alberto Cáceres, y al allanar su vivienda se secuestró documentación que prueba la existencia del Escuadrón de la Muerte.

El Escuadrón tiene su origen en 1993 cuando el suboficial Hugo «Beto» Cáceres decidió ofrecer sus «servicios» a comerciantes de Don Torcuato en forma privada. A cambio de un canon mensual, Cáceres se encargaba de brindar «seguridad» realizando tareas de «limpieza social». En esta tarea lo acompañaron otros policías de la Comisaría 3ª y del Comando de Patrullas de Tigre que se dedicaron a realizar detenciones ilegales, tareas de inteligencia sobre jóvenes pobres, torturas y fusilamientos. Esta verdadera fuerza parapolicial actuaba bajo la fachada de una agencia de seguridad llamada «Tres Ases». En los hechos, se trababa de un grupo de civiles y agentes de las Fuerzas de Seguridad de la Provincia que, por un lado, cobraba por el control de delitos menores y, por el otro, manejaba el negocio de la venta de drogas en la zona, el robo de autos y cobraba «peaje» para robar a quienes no pagaban la seguridad.

En la casa de «Hugo Beto» (como se lo conoce a Cáceres en el Barrio Los Dados) se encontraron armas, municiones, chalecos anti-bala y equipo de comunicaciones que prueban que el lugar funcionaba como una «comisaría paralela». A su vez, se descubrieron una serie de «cuadernos» donde el Escuadrón llevaba un registro privado con los datos personales de jóvenes del barrio a quienes se les sacaba fotos para confeccionar su prontuario. En este archivo personal, al que Cáceres llamaba «álbum de malvivientes», aparecían chicos golpeados o muertos. Allí se encontró una foto de José Ríos bajo la cual decía: abatido.

Al asesinato de Ríos se suman cinco más, entre los que se encuentran el de Gastón Galván de 14 años y el de Miguel Burgos de 16. Los menores habían estado varias veces detenidos y habían denunciado a policías de Don Torcuato por torturas y apremios. El 23 de abril del 2002 fueron «levantados» por un patrullero de la Comisaría 3ª de Tigre. Una vez detenidos fueron golpeados y -según declaró otro joven que estuvo preso en esa Comisaría ese día- un policía le dijo a Galván «buchón, nos mandaste al frente con la jueza». Los cuerpos de Burgos y Galván fueron encontrados al día siguiente a orillas del Puente negro en José León Suárez. Tenían las manos y los pies atados. Burgos tenía seis impactos de bala en el cuerpo, Galván tenía once y una bolsa de nylon en la cabeza.

Los casos de gatillo fácil y de fusilamiento de menores serían muchos más. En varios de los supuestos «enfrentamientos» que involucran policías de la 3ª de Tigre y a miembros del Escuadrón, resulta sospechoso el elevado número de disparos que sufrieron los abatidos o que estos disparos fueron por la espalda. También existen sospechas de complicidad judicial en tanto en muchas de las investigaciones por estos casos desparecieron elementos de prueba o se cometieron groseros errores en el levantamiento de rastros. Un informe de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) señala también que existen indicios de que el Escuadrón de la Muerte de Don Torcuato tendría conexiones con figuras del poder político como el intendente de Tigre, Ubieto, y el de Escobar, Patti. Cáceres también estaría vinculado con ex-militares torturadores de la ESMA como el «Tigre» Acosta.

La actividad parapolicial del Escuadrón de la Muerte no consistía sólo en amenazar, secuestrar, torturar y asesinar menores para garantizar la «seguridad» de algunos vecinos y comerciantes de Don Torcuato. Este grupo a su vez contaba con diez automóviles con los que patrullaba con exclusividad y controlaba una zona de Don Torcuato denominada «Triángulo de la Muerte». En esta suerte de zona liberada el Escuadrón controlaba la venta de drogas y el manejo de desarmaderos. Según un testigo que actualmente se encuentra en el Sistema de Protección de Testigos de la Procuración de la Provincia «sin arreglar con Cáceres era imposible vender droga en el barrio, había que pedirle autorización a él».

En un comunicado, la CORREPI manifestó que «no se trata de un caso aislado, de una excepción o un grupo de locos. El Escuadrón de la Muerte, basado en una agencia de seguridad y formado por policías bonaerenses, es un adelanto de una estrategia de seguridad que muchos sectores quieren instalar en el país».


escuadron_de_la_muerte_-_DSC07462.jpg


escuadron_de_la_muerte_-_DSC07517.jpg


escuadron_de_la_muerte_-_DSC07478.jpg




0 comentarios

1000/1000
Los comentarios publicados y las posibles consecuencias derivadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Está prohibido la publicación de comentarios discriminatorios, difamatorios, calumniosos, injuriosos o amenazantes. Está prohibida la publicación de datos personales o de contacto propios o de terceros, con o sin autorización. Está prohibida la utilización de los comentarios con fines de promoción comercial o la realización de cualquier acto lucrativo a través de los mismos. Sin perjuicio de lo indicado ANRed se reserva el derecho a publicar o remover los comentarios más allá de lo establecido por estas condiciones sin que se pueda considerar un aval de lo publicado o un acto de censura. Enviar un comentario implica la aceptación de estas condiciones.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba