Pasteras en el río Uruguay. Opinión de Abel Alexis Latendorf
Reproducimos artículo de opinión:
Por Abel Alexis Latendorf
PARADOJAS EN GUALEGUAYCHÚ: QUÉ PENA, JOSÉ, QUÉ PENA
Te refugiaste en la Argentina. La dictadura uruguaya empezó antes que la argentina y terminó después.
Conseguí vivienda para vos y la madre de tus hijos, la aguerrida dirigente sindical María Julia. Éramos vecinos en Haedo y hubo mucho mate, mucho asado y muchas esperanzas compartidas. Nos conocíamos de nuestra época
de estudiantes «“algún congreso en la siempre hospitalaria Montevideo- y de las actividades políticas y una común admiración por la figura del oriental
Vivian Trías.
Revalidaste tu título y ejercías en los Tribunales de Morón. Pero la noche se acercaba y debiste marcharte para España. La tarde que nos despedimos te
prometí que cuando cayera la dictadura uruguaya yo te estaría esperando en Carrasco. Cumplí, José, cumplí. Tratando de retener las lágrimas estuve en el aeropuerto tantos años y tantos muertos después.
Luego el Partido Socialista Uruguayo nos homenajeó a Estévez Boero y a mí por la ayuda que habíamos brindado a los perseguidos políticos uruguayos.
Fue así que por vos «“ y como excepción- compartí la tribuna con ese personaje.
Volví a Montevideo no hace mucho para gozar de aquel preciso instante en donde las masas salían a la calle, esperanzadas, alegres, alrededor de la jura de Tabaré Vázquez. Otro baño de alegría frente a la Intendencia,
escuchando a Chávez y tu asunción en una ceremonia republicana, con toda tu impronta de sencillez, rodeado de tus hijos y de tu dulce mujer española.
¿Paradojas del destino? ¿Limitaciones ideológicas? Se levanta frente a Gualeguaychú un adefesio arquitectónico y un peligro real y latente, que los propios europeos intentan trasladar abajo y al fondo, para que el cáncer
florezca en el sur. Decía paradojas: vos conoces muy bien todo el litoral del río Uruguay y en especial la ciudad de Gualeguaychú pues has veraneado durante años en la zona. Y paradoja segunda, es un oncólogo el que se
rinde ante el estofado que le dejó preparado un imbécil que lloró ante Duhalde.
No podemos dejar solos a los vecinos de Gualeguaychú. Que el gobierno argentino vocinglero e improvisado «rejuntador” de lo peor de la política criolla intervenga en serio. Que ningún funcionario veranee en Punta del Este, que el Conrad deje ser patente de «glamour”, que se investigue por la AFIP todas las mansiones de divas en decadencia o de divas en
cadencias, pero que la costa uruguaya deje de ser el sumidero de las evasiones argentinas. Y sobre todo se investigue a los argentinos partícipes del negocio maderero ocultos en sociedades off-shore. Recuerden los
programas «izquierdosos” de Jorge Lanata, auspiciados por los inversores forestales en Uruguay hace más de una década. Era el camino previo a Botnia y otros proyectos parecidos hoy en carpeta.
Y vos, José Diaz, Ministro del Interior corresponsable del patético gesto de enviar tropas a resguardar la pastera, (¿qué tropas?, ¿las mismas que asesinaron a tus compañeros y mis hermanos Luis e Ivette Martirena?).
Qué pena, José, qué pena.