08/05/2007

Palabras de homenaje para el abogado de la Masacre de Budge

Foto por CORREPI Sur

El abogado León Toto Zimerman fue quien llevó adelante la causa contra los asesinos de la Masacre de Budge, hecho que hoy cumple 20 años. En este texto escrito por «Cherco», militante de Correpi Sur, va un recuerdo para quien fuera «un ser humano entrañable, de esos que ponen tanta pasión en la lucha, como en la vida.»


«TOTO ZIMERMAN: La partida de un imprescindible»

– «Me gustaría volver a ir al barrio, estar con los familiares, caminar casa por casa, organizar un gran quilombo… pero no, no me voy a perder estar para los 20 años de Budge.»

Estas palabras nos las dijo Toto, la última vez que lo fuimos a visitar al hospital.

Toto era así, un ser humano entrañable, de esos que ponen tanta pasión en la lucha, como en la vida.

Cuando en el ’87 sucedió la «Masacre de Ingeniero Budge» muy pocos lo entendieron. Hasta ese momento la lucha por los DD. HH en nuestro país estaba vinculaba fundamentalmente al genocidio perpetrado por la última Dictadura, y él empezó a plantear que el asesinato en manos de la policía de tres pibes pobres que estaban tomando cerveza en la esquina, también era una violación a los derechos humanos, muy pocos lo entendieron. Fue con motivo de ese hecho, que -reformulando una expresión de Rodolfo Walsh- creó el término «gatillo fácil», con el que hoy en día se denomina a los asesinatos cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado, siendo un precursor en la lucha contra las violaciones de derechos humanos cometidas en el período post dictatorial.

Hoy cuando hablamos de los «excluidos» todos sabemos de lo que hablamos, pero en esos tiempos no era así. El «por algo será» y «en algo andarán» de los milicos, se trasladaba a estas nuevas víctimas. Efectivamente, por algo era, la inmensa mayoría de las víctimas de gatillo fácil eran jóvenes y pobres. Toto insistía en que no eran «excesos» ni «locos sueltos», sino la consecuencia de una política de Estado, la de utilizar la represión como parte del sostén del sistema.

Si en alguna barriada popular lo necesitaban, no había horario ni distancia que impidiera su presencia militante. Toto vió la necesidad de crear un movimiento antirrepresivo, y se avocó a su construcción hasta en los últimos días de su vida. En el año ’92 fundó la CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), en la que militó hasta el 2006, cuando a raíz de profundas diferencias políticas y metodológicas, decide alejarse con un grupo de compañeros para fundar la CORREPI SUR.
Foto por CORREPI Sur
Nada lo detuvo en su andar, ni la cárcel, ni las amenazas, ni la quema de su auto a modo de advertencia. Era un tipo odiado por la policía, y a no dudarlo, eso le agradaba.
Siempre nos decía: «Los derechos humanos, son los derechos que tiene el pueblo a hacer la revolución».

Todos sabían de su condición de militante comunista, sin embargo tuvo tanta grandeza que nunca pretendió utilizar el movimiento antirrepresivo como mascarón de proa de las políticas de su partido. Entendía que la riqueza del movimiento, estaba dada en la capacidad de organizarse en cada barrio para enfrentar la represión policial e institucional, ya que de esa manera, se construía Poder Popular.

En los últimos tiempos, en representación de Correpi Sur, tuvo una destacada labor dentro de la Multisectorial «Chau Pozo», con la que se logró el cierre del ex campo de concentración y exterminio de personas, conocido como «Pozo de Banfield».

También fue abogado de la Unión de Carreros de Lomas de Zamora, logrando en el año 2006 que se derogue la ordenanza municipal vigente desde la época dictatorial, que prohibía la circulación con vehículos de tracción a sangre.

Su muerte, es una muerte que nos pesa profundamente, nos duele en el alma, pero no nos inmoviliza, sino que nos compromete a continuar la lucha, con el compromiso y la fraternidad con que lo hacía el Toto.

Sin lugar a dudas, el mejor homenaje que recibió Toto, fue la presencia en su velorio de los familiares de víctimas de «gatillo fácil» y de esa larga fila de carreros, que con sus carros y caballos fueron a despedir a «su» abogado, el abogado de los pobres.

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Ese día, don Antonio Olivera -padre de uno de los chicos asesinados en la Masacre de Budge- nos dijo que Toto se había ido vencedor. Y era cierto nomás, el viejo no se permitió morirse sin antes encarcelar a los policías responsables de la Masacre. Siempre confió plenamente en el largo brazo de la justicia popular, por eso encabezó personalmente la campaña por la búsqueda de esos tres asesinos.

Y no se equivocó, por eso será difícil olvidar las lágrimas de Toto, el día que cayó Balmaceda, el último de los prófugos. Estaba feliz, les había juramentado a los familiares que algún día verían a los policías tras las rejas, y sentía que había cumplido, que tanta lucha no había sido en vano y que ahora había que seguir andando ese camino.

Solo en una cosa el Toto se equivocó, este 8 de Mayo, cuando se cumplen los 20 años de la Masacre de Budge, él va a estar en el barrio, se abrazará con los familiares, caminará casa por casa, organizará un gran quilombo y será llevado nuevamente en andas por la memoria de un pueblo, que lo mantendrá en su lucha mas vivo que nunca.

Sergio «Cherco» Smietniansky



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