25/11/2017

Prohibido hablar en guaraní

img_20171123_224234.jpgEl grupo Nueva Metropol, propiedad de los hermanos Zbikozki, se caracteriza por negrear a sus empleados. A lo largo de los años han sido varias las denuncias por patoteadas contra los trabajadores. En la última semana, se dio a conocer una nueva muestra de fascismo: prohibieron hablar guaraní en las instalaciones de la empresa. Por Santiago Menconi para ANRed.


Frente a la estación Constitución, debajo de la autopista Arturo Frondizi, se ubica la cabecera de la Línea 151. Es de tarde y el ruido es ensodecedor. Haciendo un esfuerzo para ser oído, un mecánico le habla a sus compañeros:

Cheirungura ñaimenbabaera oñondivepa ani ñande kangy. Haecuera, oimo a ñande manchú nuera ñande guereko asy hagua.

Frente al grupo se para un hombre de camisa y corbata. Es el jefe de personal. Atento a la asamblea, decide interrumpirla.

Por que no hablan en español, así entendemos todos.

Somos paraguayos, jefe. Es nuestro idioma…- Responde uno de los mecanicos. El jefe de personal, se acomoda el nudo y vuelve a hablar.

Ustedes serán paraguayos, pero acá estamos en la Argentina, y además están en mi empresa. Así que desde hoy solo hablan en español.

¿Y en castellano, jefe? ¿No podemos hablar en castellano?

Dije que no, solo en español. Ya me escucharon.

El diálogo puede representar una escena del pasado. Pero no, es actual. En todas las Líneas del Grupo Nueva Metropol los trabajadores denuncian malos tratos, por algo la habrán apodado como «La Nueva Negropol». Sus dueños, los hermanos Zbikozki, son propietarios de decenas de líneas de colectivos. Están acusados, entre otras cuestiones, de estafar a los pasajeros con el boleto del «servicio especial», cobrando $20 el pasaje de $10.

Los choferes de la empresa saben lo que es trabajar, puesto que son obligados a realizar horas extras que luego les pagan en negro. Además, no se les respeta el descanso y, de ser llamados, deben trabajar en sus días de franco.

Por supuesto que tampoco tienen derecho a enfermarse: de hacerlo, corren el riesgo de ser despedidos.

Este estado de situación es mantenido gracias a la persecución y al hostigamiento del activismo gremial. «Cuando uno es marcado como activista, al toque te echan o te mandan a la patota», declara un chofer que prefiere mantener el anonimato para no sufrir las represalias de la empresa. El mismo trabajador agrega: «Acá teníamos un buen delegado, el Corto Ayala, lo venían presionando hasta que lo agarraron dos patoteros de la empresa y lo reventaron todo: le partieron el tabique, lo hicieron mierda».

Otro de los casos de ataques, en connivencia con el sindicato de la UTA, fue sufrido por Hernán Zavala. Hernan fue a realizar un trámite a la obra social del gremio, cuando fue confundido con un manifestante opositor a la dirección. Le quebraron varias costillas y le desfiguraron el rostro. Fue internado y su vida corrió peligro. Cuando le dieron el alta, en la empresa no lo quisieron más: le mandaron el telegrama de despido. Sus compañeros denuncian que el agresor ofició de fiscal de mesa en las elecciones a delegados de su línea.

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La prohibición de comunicarse en guaraní es una de los tantos atropellos que sufren los trabajadores de la Nueva Metropol. Con un sindicato burocrático, que avala estas prácticas, y con la persecución de los activistas sindicales, es difícil que algo cambie en la empresa.

En una tarde como está, bajo la autopista Arturo Frondizi, frente a la estación Constitución, el grupo de mecánicos de la Línea 151 trabaja bajo condiciones de esclavitud. Mientras cumplen tareas, conversan sobre su situación, aunque ya no lo hacen en guaraní, lo tienen prohibido. Por orden de la empresa, se comunican en castellano. O en español, como lo quiere el jefe de personal.



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