25/10/2017

¿Qué hacemos con Santiago?

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Es muy difícil poner la cabeza en frío despues del daño sufrido como sociedad con todo lo que rodea a la muerte de Santiago. Su compromiso, su amor por el otro para construir un mundo justo aún tiene el calor de un corazón vivo que va a latir desde ahora y para siempre en los nuestros. Pero hay que parar la pelota y separar las aguas para no caer en equívocos dentro de las discusiones políticas que se vienen luego de haber hallado su cuerpo. Es que entre el caso en sí y el espacio político que abrió tal suceso hay una diferencia que es necesario separar para ordenar la forma en que nosotros entendemos se debería abordar un tema tan complejo como éste. Cómo ordenar la tristeza, el dolor y la impotencia saliendo del espacio discursivo propuesto por la derecha. Por Ayun Sinn, para ANRed.


Es muy difícil poner la cabeza en frío despues del daño sufrido como sociedad con todo lo que rodea la muerte de Santiago. Su compromiso, su amor por el otro para construir un mundo justo aún tiene el calor de un corazón vivo que va a latir desde ahora y para siempre en los nuestros. Pero hay que parar la pelota y separar las aguas para no caer en equívocos dentro de las discusiones políticas que se vienen luego de haber hallado su cuerpo.

Es que entre el caso en sí y el espacio político que abrió tal suceso hay una diferencia que es necesario separar para ordenar la forma en que nosotros entendemos se debería abordar un tema tan complejo como este. Con la aparición de su cuerpo el plano legal toma una relevancia que hasta el momento ocupaba pero de otra manera, a decir, aspectos como la investigación, los resultados de las pericias, la reconstrucción del hecho, etc., en una palabra, descubrir quienes son los responsables de esta muerte evitable se inscriben en este plano, aunque claro que es no solo legal sino también político. Por eso, en este espacio, pensamos que lo que deberiamos hacer es acompañar a la familia de Santiago, respetando su dolor y mostrandonos en las calles para que ese proceso pueda estar exento de irregularidad tan comunes para nuestra justicia que casi siempre se muestra parcial a los poderosos.

Entonces, hasta ahora podriamos bordear un primer plano denominado legal (solo por una cuestión de orden), ahora bien, en el otro, el caso en sí supero la desaparición por 77 días de su cuerpo. Y es aquí donde se abre el espacio más político para plantear la discusión a una derecha que se quiere mostrar en los medios como democrática e institucional ocultando su costado represivo tan necesario para su neoliberalismo. Pensamos que es en este espacio donde hay que discutirle pues la investigación en sí puede resolver un aspecto; el de su muerte, pero la actitud corporativa y persecutoria del gobierno nacional dirigido por Mauricio Macri y las familias que lo acompañan hacia la victima y hacia los mapuches abrió un espacio político de posibilidades muy concreto para pensar como factible, es decir, como real la desaparición de Santigo Maldonado (en tanto forma desparecidos en dictadura y/o democracia) hecho que hasta el momento se debe saber si existió o si se trata de otra categorización político-legal. Y aquí, por más que nos pese y que a veces pequemos de exagerados, la actitud de la izquierda y de los organismo de derechos humanos fue y es la correcta, por que estigmatizar, atacar, perseguir a la víctima y su familia; mentir, negar el hecho, desviar la investigación, ocultar pruebas y/o afirmar que no se sabia si Santiago estuvo allí cuando el material recolectado por la misma Gendarmería muestra su presencia en el acampe abre otra vez un espacio político que permite la circulación desde el Estado de discursos emparentados con los de la ultima dictadura militar (claro que no es lo mismo) por que en ese espacio que se abrió desde el gobierno existe una jugada muy peligrosa, a decir, la relativización de sus responsabilidades básicas de velar por las garantias de los derechos mínimos sobre la vida.

Y esto es una obligación democratica más allá del partido político que ocupe momentaneamente el gobierno nacional. El Estado debe garantizar por el resguardo de los derechos humanos en todo el territorio sí o sí y ese es el rol que debió ocupar el presidente ante la concreta y real desaparición por 77 días de Santiago Maldonado luego de una represión ilegal por una fuerza represiva del Estado dirigida por Pablo Noceti un ex defensor de genocidas. Esta actitud y deber de Estado nunca existió por parte del gobierno nacional y menos aún por parte del presidente. Es decir, lo que surge de este perverso accionar, concretamente después de Santiago, es un campo de posibilidades para que durante un «hecho político” un daño (entiendase represión o más) contra un cuerpo tanto individual como colectivo se torne posible, legitimo e impune. Esto es lo que este accionar estatal a tornado como real y esto, una vez más, no es pecar de exagerado pues en apenas dos años de gobierno ya existen dos pronunciamientos de organismos de la ONU sobre la preocupante situación política en materia de derechos humanos en Argentina. En lo concreto, el Estado, que esta sufriendo una nueva reforma neoliberal, no pudo o no quiso (que en este caso sería aún más grave) encontrar un cuerpo a aproximadamente 300 metros de donde se realizó un acto de represión ilegal a cargo de Gendarmería. Entendemos que es sobre esta realidad para nada superflua que se debe ubicar las siguientes preguntas a nuestros pares ¿Y si mañana le pasa esto a usted? ¿Y si mañana desaparece su hijo? ¿Qué cree usted que va a hacer el gobierno para encontrarlo?

Creemos que realmente nos tenemos que preguntar como sociedad si queremos tolerar y banalizar la perdida de una vida humana ¿Se quiere realmente plantear como normal, discutible e incluso defendible una muerte cómo esta por una supuesta violación de una norma? ¿En qué monstruo nos quieren/queremos convertir como sociedad? ¿Cuál es el grado de perversidad y enfermedad que como colectivo estamos dispuestos a soportar? ¿Cuál es el ejemplo que queremos dejar para las generaciones futuras?

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Por eso, ¿qué hacemos con Santigo? implica pensar en nosotros que hacer con ese mensaje de terror que nuevamente la derecha quiere transmitir en el espacio político que queramos o no nos asusta consciente e inconscientemente. Es entendible reaccionar con mecanismos de autodefensa e incluso negando ciertas realidades para la preservación de nuestra vida, es algo que instintivamente el cuerpo mismo nos comunica. Sin embargo, debemos recordar que tales actitud le han costado muy caro a nuestro país. Hacer política implica de alguna manera poner el cuerpo, matar el miedo en nosotros y a la vez pensar cual es el tipo de relación que, en tanto transito pasajero por este mundo, queremos tener con eso que es la muerte. Hacer política hoy implica vencer nuestros miedos, vencer nuestros limites del cuerpo, salir a la calle y construir ese cuerpo colectivo que tanto odian las teorias del individuo.

Santiago trascendió su cuerpo, él resolvio en sí y con su vida tal encrucijada.

Para los héroes anónimos de todos los días, los necesarios, hoy más que nunca, poner el cuerpo.



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