28/03/2007

A propósito de Juan Carlos Portantiero

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Hace poco más de una semana murió el sociólogo Juan Carlos Portantiero. De su trascendencia dieron cuenta los principales medios masivos. En contraste con el simple homenaje, preferimos hacer un rescate crítico de su obra. Por Agustín Santella para ANRed.


Bajo su nombre se registró la radicalización intelectual de la generación de los setentas y su compromiso con la lucha revolucionaria. Rompiendo con la ortodoxia stalinista del Partido Comunista, fundó en 1963 la revista Pasado y Presente y llevó a cabo uno de los proyectos de difusión editorial más prolíficos de América Latina. Junto con Siglo XXI, la revista editó la colección Cuadernos de Pasado y Presente. Fue quizás una de las mayores empresas de difusión de la cultura marxista en nuestro continente. Recopilaron y tradujeron en 98 títulos la tradición y lo más avanzado de la intelectualidad marxista a nivel internacional.

En 1971 publicó Estudios sobre los orígenes del peronismo, en coautoría con Miguel Murmis (entonces Director del CICSO, Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales). Este libro protagonizó una verdadera «revolución interpretativa» en las ciencias sociales sobre el peronismo. La trascendencia de este análisis se verifica en que su crítica a la anterior interpretación dominante del sociólogo Gino Germani todavía hoy es el punto de partida de todo análisis sobre el peronismo. Estudios»¦ es un clásico de la sociología argentina. Pero mientras que Germani daba versión «científica» al antiperonismo del golpe gorila de 1955, Murmis y Portantiero revisaron el peronismo como parte del ascenso revolucionario de los setenta. Lo hicieron enriqueciendo las categorías marxistas con los aportes de Gramsci.

Éstos argumentaron que el ascenso del peronismo expresó una alianza de clases entre la burguesía nacional y la clase obrera, que tuvo su origen en la industrialización de los años 30 bajo la sustitución de importaciones. Lejos de la supuesta «irracionalidad» del autoritarismo peronista, ellos mostraron que esta alianza beneficiaba a los intereses económicos inmediatos de los obreros. También discreparon con la idea predominante (compartida por peronistas y antiperonistas) de que Perón fue seguido por los trabajadores inmigrantes del interior, mientras que los trabajadores urbanos seguían al socialismo o las ideologías europeas. La alianza de clases peronista fue sostenida también por parte importante del anterior movimiento obrero, que vio en Perón un canal para sus reivindicaciones.

Con estas tesis polémicas, pero históricamente mucho más ricas que las que dieron curso al antiperonismo, Murmis y Portantiero participaron de la intensa politización de los jóvenes y los intelectuales de los setenta. Muchos de ellos, encontraron en el peronismo la vía de la revolución en la Argentina. Así, la revista Pasado y Presente (en su corta segunda época) participó de la radicalización del peronismo cuando en 1973 Héctor Cámpora ganara las elecciones del 11 de marzo y la Juventud Peronista montonera lograra importantes espacios en el gobierno. Esta experiencia político-intelectual pronto culminó bajo la intervención represiva de las universidades y el exilio de la intelectualidad.

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A partir del exilio mexicano comienza un giro político que Portantiero compartió con una parte de los intelectuales. Si antes Gramsci fue el teórico de la alianza de clases revolucionaria, ahora le servirá como discurso de la alianza democrática (pero sin considerar las clases). Comenzó entonces la revalorización de la democracia de los años ochenta. Las luchas políticas argentinas violentas debían dejar su lugar a la construcción de consensos que emerjan de las tradiciones democráticas insertas en la sociedad. El análisis sociológico, en vez de encontrar en las relaciones sociales las fuentes del antagonismo de clases, debía mostrar las vías de conflictos que puedan ser resueltos con los mecanismos de la democracia.

Bajo este discurso, Portantiero y demás intelectuales ahora agrupados en la revista La ciudad futura y el Club de Cultura Socialista, se convirtieron en los teóricos de la vuelta a la democracia. Asesoraron a Alfonsín integrando el grupo de la calle Esmeralda. Portantiero escribió el famoso discurso de Parque Norte en 1985. El mensaje alfonsinista quedó popularizado con el lema «Con la democracia se come, se educa y se trabaja».

Este domingo en Clarín, el sociólogo chileno Manuel Garretón rescató la figura de Portantiero, por su aporte como intelectual a la política. Una ciencia social en búsqueda de categorías que permitan pensar una sociedad mejor, escribió, pero que además aporte alternativas políticas y no sólo se dedique a proveer «el mejor consejo al príncipe». El mensaje de Garretón es bienvenido porque convoca a los académicos al compromiso político. Sin embargo, hay que señalar que «la revalorización democrática» de Portantiero convirtió a los intelectuales críticos del sistema en consejeros del poder. La experiencia mostró que con la democracia se estuvo lejos de comer, educarse y trabajar. El discurso alfonsinista -con la teoría de Portantiero- convirtió a la democracia en una forma sin contenido social. Pero los hechos revelaron su verdadero contenido social: sucesivos ajustes que llevaron al pueblo a un record de pobreza y desempleo.

Quienes conocieron personalmente al «negro» Portantiero supieron disfrutar de su afecto y pasión intelectual. Esta pasión para los grandes cambios sociales nos permite reconocer su obra críticamente, como la mejor señal de respeto intelectual.



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