Las puertas del Pozo
Hace 31 años el «Pozo de Banfield» fue el escenario del horror, la tortura y la muerte. Hoy la lucha del pueblo lo recuperó. ¡ES NUESTRO!
Por Mariana de la Multisectorial Chau Pozo
«Cerrado por la lucha del pueblo», resume el cartel recientemente colocado por la Multisectorial en el frente del Pozo. Y así fue. Hace más de 6 meses el Gobierno Provincial, presionado por la incesante lucha de la Multisectorial Chau Pozo, debió cerrar el edificio que funcionaba como dependencia de la División Homicidios y Traslados de Personas de la Policía Bonaerense.
Desde el último aniversario de la Noche de los Lápices, cuando un centenar de compañeros resolvieron unánimemente con sus miradas, casi sin debate previo, abrir el portón y hacer el acto dentro de este siniestro edificio, muchas sensaciones y pensamientos han pasado por nuestras cabezas: entrar al Pozo de Banfield era, ahora, un logro, un gran triunfo, era liberar la memoria de nuestros compañeros allí encerrada todavía.
Al mismo tiempo que se abrían las puertas del Pozo se abrió también un barrio acallado por el temor, dominado por las botas represivas del Estado. Con la memoria de todos los compañeros que por allí han pasado se destapa la angustia acumulada de un vecino que pide, casi suplicando: «Hagan algo con ese lugar, ahí pasaron cosas terribles, todos sabemos algo, acá todos vimos». Es raro, pareciera que algunos vecinos han esperado por mucho tiempo este momento. Una señora con una docena de claveles rojos pide permiso para entrar y en silencio va colocando una flor en cada celda. Cuánta solidaridad acumulada y reprimida, que duró lo que duró el candado del portón del Pozo.
El barrio Sitra rompió el cerco del miedo y del silencio, y comenzó a hablar. El mismo cerco que logró romper Julio López y sirvió para encarcelar al genocida Etchecolatz, quien, entre otras yerbas, fue uno de los máximos responsables del Centro Clandestino de Detención y Exterminio de Personas que funcionó en el Pozo de Banfield.
La presidenta de la Sociedad de Fomento del barrio vino a ofrecer los baños. Sin embargo, a pesar de su solidario ofrecimiento, los compañeros ya han elegido esas paredes inmundas para descargar algo más que sus broncas contenidas, y el mensaje es claro: EL POZO ES NUESTRO.
Mucho ha cambiado el significado que tiene entrar al Pozo desde la primera vez que ingresó una columna de la Multisectorial. Estremece darse vuelta y ver a los compañeros agitando banderas, golpeando bombos, piquetaendo volantes, saltando y cantando: ¡el pozo es nuestro , la puta que lo parió!. El pozo es nuestro, o sea del compañero que lleva la bandera, del vecino que sabe y cuenta, de la doña que ofrenda flores, de los que no olvidan y están dispuesto a hablar y romper candados.
Nos vamos, los volantes quedan tirados en el piso, el lugar queda vacío pero lleno, después de tantos años de botas, el Pozo se llenó de pueblo.
Mariana, de la Multisectorial Chau Pozo