08/03/2007

«Por ser mujer, por ser pobre, por ser mapuche»

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Se presentó en Buenos Aires «La Cárcel Late», el documental de la periodista Ana Maldonado, que narra la historia de Susana Colimán, una joven mapuche víctima de diversas formas de violencia. En el marco de las actividades por el Día de la Mujer, la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo presentó el material.


El dolor. El castigo. El sufrimiento. Así podría describirse la cadena de sucesos que envolvieron a Susana Colimán y que continúan, como engranajes de una rueda implacable, sobre su vida. Su historia, su persona, ejemplifican la vulnerabilidad de gran parte de jóvenes, que están expuestas en cualquier parte a padecer lo que ella.

Luego de ver «La Cárcel Late», ANRed dialogó con Ana Maldonado, la realizadora de este documental, que describe la historia de Susana Colimán, joven mapuche de la Comunidad Linares, Paraje Aucapán, en Neuquén, que dio muerte a su hijo al nacer. Susana es representada en diferentes voces y testimonios, que obran como mosaicos de un rompecabezas complejo, que incluye abandono institucional, violencia familiar y el «descuido»del poder judicial.

– ANRed: ¿Por qué quisiste contar la historia de Susana?

– Ana: A partir de leer un artículo en el Periódico (8300) de Neuquén, que contaba el caso de Susana Colimán, una chica mapuche que mató a su hijo en 2004, surgió la inquietud de hacer un documental, sobre las formas de violencia y discriminación de todo tipo que ella padeció. El caso de Susana es justamente una muestra de discriminación por ser mujer, por ser mapuche y por ser pobre, fundamentalmente y una historia de violencia familiar muy fuerte, dentro de su familia y en la comunidad. El documental no intenta juzgarla de ninguna manera, sino más bien, que vayan surgiendo interrogantes para todas las situaciones, porque no es un caso aislado, esto puede suceder en cualquier lado. Aquí, en el conurbano bonaerense, siempre tenemos alguna situación de violencia de género cerca nuestro, si no es el vecino, es el compañero de trabajo, o la compañera de universidad, todo esto se repite en todos lados. Y quiero ver en que forma aportar mi granito.

– ANRed: Hay varios temas que el documental refleja, a través de lo que le sucedió a esta mujer…

– Ana: Sí, al principio no sabía como lo iba a encarar, pero sí sabía que no quería jugar con el morbo, cosas que sí hacen los medios masivos. Se trata en el documental de mostrar varias cosas, entre ellas el tema del abandono institucional, cómo las instituciones se van degradando, y pierden la parte humana, la atención, ya sea en la escuela, en el hospital, e incluso la policía, que es la institución donde más se registra esto. Otro tema es la situación carcelaria, cuáles son las condiciones en las que las mujeres están en las cárceles. Si elegimos como sociedad que la forma de contener a una persona o el castigo que reciba, es estar encerrado, privado de su libertad, eso no implica que tenga que padecer hambre, frío, de condiciones de higiene deplorables. Una cosa es privar de su libertad a una persona y otra cosa es hacerla indigna de sus derechos, de violar sus derechos en general. Por último, otro tema es la situación procesal de ella, la forma en que fue llevada al juicio, y justamente las posibilidades que tiene de acá en adelante, que son o el neuropsiquiátrico o una libertad sin ayuda ni protección, porque en ese sentido, no es lo mismo, yo remarco, que el caso de Romina Tejerina. Romina tiene una familia, que la acompaña y que la apoya, que pelea por ella y una abogada que trabaja mucho. El caso de Susana no es el mismo, el día que salga no se sabe si la van a recibir en su casa, o no. Susana estaba terminando la primaria en la cárcel, tiene 25 años, y bueno obviamente con este «currículum» ¿cuáles son sus posibilidades laborales? porque a ella le encantaría tener una vida como cualquier otra, normal, probablemente formar una familia, pero no en estas condiciones.

– ANRed: Es inevitable caer en la comparación con lo sucedido a Romina Tejerina

– Ana: Si hubo violación en el caso de Susana, esa es una de las cosas que no se saben, ella no lo ha comentado tampoco, ni quien es el padre. Cuando se esta juzgando a una persona, el proceso es por un hecho puntual. Entonces, el padre, en este caso, no sería parte del hecho puntual de la condena. Obviamente que si la justicia hubiese tenido un poco más de interés en todo el proceso de vida de ella, probablemente se hubieran preguntado aunque sea, quien era el padre, pero como no interesaba, el tema era otro. Ella ya estaba condenada moral y éticamente y lo único que había que determinar en el juicio, eran cuantos años le daban, eso era clarísimo.
_En cambio en casos de infanticidio cometidos por hombres, las condenas son muchísimo menores o quedan absueltos, o se declaran locos y bueno, listo. El rol de la madre es cuestionado siempre, en cambio un padre, puede estar o no, y eso no es cuestionado.

– ANRed: Con respecto a eso, ¿cómo fue la actitud del resto de la sociedad?

– Ana: La condena tuvo su aceptación, yo creo que es sobre todo por la forma en como se cuentan las cosas. Si esto que quiero mostrar hubiera salido en los diarios el imaginario social hubiera sido otro. Incluso en una muestra de la película alguien dijo que si por este caso hubiesen llamado a un plebiscito para determinar la condena de esta mujer, la mayoría hubiese estado a favor de que vaya a la cárcel. Creo que tiene que ver con como juegan los medios con la información, que es lo que les llega a la gente y que es lo que no, aquello que está oculto, es también parte de lo que vemos.

jueces del caso Colimán

– ANRed: ¿Hubo algún atenuante en el caso de Susana?

– Ana: Bueno, en el caso de Susana actuó como atenuante el hecho puntual de su condición de ser pobre e incluso el juez en la sentencia lo que dice es que él asume que ella lo que hizo era la única solución posible para una chica en esa situación, una adolescente sin recursos… entonces, yo me preguntaba cómo si el juez puede reconocer que es la única solución que ella pudo haber visto en esa condiciones, ¿cómo se puede juzgar a una persona y condenarla por hacer lo único que podía hacer?. Desde esa perspectiva hasta es contradictorio el mismo juez. Pero bueno, justamente era una condena social, era socialmente nocivo si ella estaba libre, y ahí esta, presa.

– ANRed: ¿Por qué se desecharon las pericias psicológicas que presentó la defensa?

– Ana: Las pericias psicológicas que le hizo Claudia Barrionuevo no fueron tomadas en cuenta y seguro podrían haber servido. Ella trató de demostrar las diferencias culturales y sociológicas que había entre Susana y los jueces, intentando probar que ella tenía cierto retraso mental, que ese podía ser un atenuante. La diferencia cultural que tenía Susana frente a tipos que habían tenido una carrera universitaria y ella que estaba terminando a los 23 años la primaria, y las condiciones de vida distintas y los estímulos y las experiencias de vida, todas estas cosas tendrían que haber actuado como atenuantes, sin embargo siguiendo ese machismo propio de los jueces, ellos prefirieron tomar el testimonio de un psiquiatra, que la atendió una sola vez y que determinó que Susana era totalmente consiente. Ella está medicada desde que entró a la cárcel. Como dice Beatriz Kalinsky, es muy común que a las presas y presos los mediquen, por eso de tranquilizarlos o de mantenerlos quietos, pero siempre hay resistencia por parte de las mujeres, con el tema de la medicación. Y Susana ha tenido particularmente ha tenido bastantes recaídas así, por sobremedicación. Porque yo no sé si tiene una atención o seguimiento más allá de la pastillas y que las oficiales de las cárceles se las den. No tiene un acompañamiento terapéutico, es sólo medicarla.

– ANRed: Eso es parte de las condiciones carcelarias que reflejas en la película

– Ana: He visto cárceles de mujeres y de hombres, y lo que sí te puedo decir es que no es lo mismo una cárcel de hombres que una cárcel de mujeres. Las cárceles de hombres están en peores condiciones, las de mujeres no son las mejores, obviamente, pero tienen ciertas cosas un poco mas respetables, está dividida en pabellones de madres y no madres. Pero lo cierto es que, sí padecen castigos, por ejemplo, cuando hay visitas, después a ellas les empiezan a requisar todo, les tiran todo, y después no tienen papel higiénico, no tienen toallitas higiénicas, mínimo detalle. Susana siempre esta pidiendo estas cosas a las chicas de La Revuelta Feminista, justamente porque no tienen nada, salvo su comida y su medicación, después el resto si no te lo trae nadie de afuera, no existe. No mejora nada estas condiciones, porque después salís de ahí y tenés el estigma del que estuvo preso, una y otra vez el estigma del asesino, del chorro, no tenés posibilidades, no hay una apertura social, no hay nada de eso, y terminás volviendo y es un círculo vicioso.

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– ANRed: Mencionaste recién a las chicas de La Revuelta y contás en el documental que también Zainuco se acercó, ¿entonces solamente estos grupos se preocuparon por ella?

– Ana: Sí, las organizaciones Zainuco y La Revuelta dieron su total apoyo. Incluso «las revueltas» la van a ver una vez por semana. Creo que hay un tío que cada tanto la llama por teléfono, pero los lazos se rompieron dentro de la propia familia. Hay un intento por acercarse, pero, yo no sé cuales son las posibilidades de ella ahí. La tía fue a Neuquén hace un tiempo para ver a Susana más seguido, pero después se fue, estaba en contacto con «las revueltas» y le perdieron el rastro, no fue más. Yo creo que ella era la única posibilidad real que tenía Susana de poder mejorar sus condiciones, la tía estaba haciendo una casa dentro de la comunidad, donde la había invitado a ir vivir, había proyectos de hacer una huerta, o un par de actividades así. Tenía ganas de adoptarla, ¡y era la única posibilidad y se nos fue! El padre no estaba muy predispuesto cuando lo entrevisté. Para él, Susana «fue por el mal camino», ese es el concepto que tiene, no se hace cargo de él como golpeador, nada de lo que ella hizo se siente él responsable.

– ANRed: Susana y su familia pertenecen al pueblo mapuche ¿Cuál fue la posición de la comunidad frente a este hecho?

– Ana: No dejo de respetar muchísimo la cosmovisión mapuche, la cosmovisión ancestral, y aquella que están recuperando ahora gran parte de los mapuches. Lo que sí me doy cuenta es que no lo es mismo un mapuche organizado peleando por su identidad que un mapuche aun apaleado por el mismo sistema. Pero pasa en todos lados, no es lo mismo una persona organizada, en plena conciencia de su situación y peleando contra eso que una persona que se deja dominar por el sistema, y que incluso no llega a darse cuenta de un montón de cosas. No es tampoco justificarlo, justamente me parecía que en el documental estaba bueno hacer esa crítica fuerte de las condiciones de los mapuches, como para que ellos se movilicen, para que ellos vean eso, se reflejen y empiecen a cambiarlo. Lo mismo hubiese hecho si la chica no era mapuche, hubiese puesto lo mismo, porque el machismo está en todos lados, ni siquiera es parte de su cultura, no es que las comunidades son machistas y que las mujeres de las comunidades son infanticidas, no quiero decir eso, pero creo que son una reproducción de todo lo que les ha sido impuesto, que reproducen las peores cosas de nuestra cultura, o de la cultura del Huinca. Están reproduciendo un montón de cosas y es parte de esto generar conciencia de educación de su propia cultura, parte de despegarse de esas cosas que las combatimos, que las tienen que combatir ellos en su cultura y nosotros en la nuestra.

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Ana realizó un muy buen documental, que deja un gran aporte no sólo a quienes trabajan para que sucesos como el acaecido a Susana sean desterrados, sino para mostrar que el patriarcado y el machismo están instalados en todas partes y es una tarea de todos y todas luchar contra sus prácticas que dañan y laceran vidas.

Ernestina Arias


Presentación del documental «La Cárcel Late» de Ana Maldonado

Por Colectiva Feminista La Revuelta- diciembre de 2006

Susana Colimán, condenada a 8 años y 6 meses de prisión

El 2 de noviembre de 2005 se realizó en Zapala el juicio oral en su contra acusada de homicidio culposo agravado por el vínculo.

No pudo ser acusada por infanticidio, ya que ese delito se eliminó del Código Penal en la reforma de 1994. Si no se hubiera eliminado hoy estaría en libertad al igual que Romina Tejerían. La terrible paradoja es que se elimina por el accionar de legisladoras ligadas al movimiento de mujeres.

Vale recordar, como ejercicio de memoria, quienes fueron los miembros del tribunal

Imaginemos por un momento parte de la situación de aquel 2 de noviembre de 2005 en que feministas de La Revuelta junto a compañeras de HIJOS conocimos a Susana.
Cinco varones, funcionarios con cuantiosos salarios pagados por el Estado, sentados en grandes sillones de madera bellamente tallados ¿quizás por manos de obra mapuche?
Diez ojos llenos de patriarcado, sexismo, etnocentrismo…., para ahora sí mirar a Susana invisible hasta entonces.
Y todo «el peso de la ley» sobre una joven que mira desde un rincón, inmutable, sentada en una silla ( obvio más modesta, es una homicida) una escena que suponemos no comprende del todo.

No nos conoce, nos mira con desconfianza, aunque por momentos nos sonría.

Sobre su futuro, sobre su vida, estos jueces resolverán algo. ¿Sabrá eso Susana?

Susana: Fui a la escuela hasta 6 grado

Juez: ¿A qué se dedica? ( ¿a qué se dedicará una chica que hace un año esta presa?)

S: ahora estoy estudiando

J: va a declarar?
S: Sí, voy a declarar. (Sobreviene un largo e insoportable
silencio, y agrega) ¿Cómo empiezo?

J: No sé, con respecto al hecho que se le imputa, ¿quiere que se lo lea?

( Vuelven a leer la acusación)

S: sí, lo hice.

J: ¿Eso es todo lo que tiene para decir?

S: Sí, cuando me pasó eso me llevaron al hospital.

J: ¿Eso nada más?

J o F: ¿Por qué lo hizo?

S: Porque no lo quería tener

J o F: ¿Pero por qué razón?

S: porque no lo queria tener

J o F: ¿Nada mas que por eso?

S: silencio

J o F: ¿Lo tenía pensado de antes?

S: sí.

Salgamos ya de esta escena que – de alguna manera- puede horrorizarnos, esa que se congela en el delito cometido, en el crimen, en el neonaticio. Recorramos hacia atrás el camino que la condujo ¿dónde tendríamos que detenernos? Una mujer, joven, pobre, mapuche, con su escolaridad primaria incompleta, sin lugar donde vivir…

Cuando se nace mujer la lucha por la vida es desigual, las relaciones de paridad no existen. Se descuenta y consiente que la sexualidad de los varones es irreprimible, que la unica barrera es el recato de las mujeres. Si la mujer es violada se supondrá como primera hipótesis que no ha tenido el recato suficiente.

Y si queda embarazada, no hay otro destino que ser madre, porque pareciera que el instinto así lo ordena. Por eso, inmediatamente NO se nos nombra por nuestra condición de mujeres; como deslizándonos por una autopista diáfana TODA mujer embarazada ES MADRE, la naturaleza del fruto de tu vientre ES UN HIJO por el solo hecho de ENGENDRARLO Y PARIRLO. Todo lo demás no cuenta. Y si no, recordemos las preguntas del juez que leí hace un momento. Sin embargo, la condición de madre requiere de un proceso de subjetivación, de un pasaje subjetivo y amoroso que haga lugar a ese vínculo.

Quizás por estas construcciones entender la complejidad del delito de infanticio o más específicamente neonaticio (filicidio) resulta tan incomprensible en nuestra cultura. Más bien sobreviene el desprecio, la incomprensión, la condena. Resulta imperioso recobrar las voces de las protagonistas para entender este fenómeno social. Y la vos de Susana no se ha escuchado todavía.

Para qué oírla si los jueces, el defensor y el fiscal ya tienen las herramientas a mano para juzgarla. Ellos supondrán e interrogarán según sus prejuicios de clase, etnia, edad, masculinos, heterosexuales y cristianos hegemónicos.

A esta altura y en este ámbito, resulta retórica la pregunta acerca de si Susana pudo decidir, si sabia cómo pactar sus relaciones sexuales, si sabia cómo cuidarse, si tenía a su alcance la consulta y la provisión de anticonceptivos, si ante una relación forzada (en caso de que la hubiera habido) o ante un coito sin protección podía recurrir a una guardia y obtener no sólo anticonceptivos de emergencia sino también antirretrovirales para el sida y prevención para enfermedades de transmisión sexual, además de apoyo psicológico para superar una situación traumática y violenta, y asesoramiento para hacer la denuncia.

Susana ocultó su embarazo, «si nadie lo nota, no estoy embarazada» ¿se habrá dicho a sí misma?
Un embarazo no deseado, que no pudo evitar y tampoco pudo interrumpir, quizás porque lejos de su imaginario material pero -también- subjetivo estaba la posibilidad de un aborto.

De pertenecer a otra clase social habría tenido otras alternativas, aunque clandestinas, pero sin riesgos para su salud; pero es una mapuche pobre: sólo le quedaba una maternidad forzada. Y entonces llegó el crimen. Por ese crimen recibió una condena que es mayor que la aplicada -por ejemplo- contra Mario Garoglio quien pretendió matar a golpes a su ex pareja Ivana Rosales, tanto que la dio por muerta en el baúl de su auto.

Nada más ejemplificador del carácter misógino de la justicia que el atajo de la «emoción violenta» siempre contemplada para varones que ven magullado su honor y poreso golpean y golpean, maltratan y violan; pero nunca aplicable para «atenuar» la pena contra la mujer.

Sentenció el fiscal: «Solicito cadena perpetua, más en este caso que se transgrede la santidad de la maternidad, que hasta en el reino animal defienden a la cría».
Sentencia que ni siquiera se condice con la realidad porque hay especies animales que comen a sus crías para sobrevivir, pero además porque no incorpora las marcas culturales que portan nuestros cuerpos y sexualidades.

El mensaje de esta injusticia, alegado por el fiscal está impreso en la letra viva del fallo condenatorio. Un mensaje de condena social, para Susana Colimán, para Romina Tejerina (aún con sus particularidades), un mensaje que tiene un significado claro: con la santidad de la maternidad no se juega, con la cultura judeo-cristiana y sus valores no se juega, con el patriarcado no se juega. Todo lo demás, no cuenta.

Decidir -para finalizar- que como grupo feminista somos críticas, en el tema que nos ocupa, de dos cuestiones:
* La Reforma del Código Penal que se hizo en 1994, impulsada por legisladoras ligadas a reclamos del amplio movimiento de mujeres constituye una verdadera paradoja.
* Nuestro propio accionar militante con Susana Colimán.

Reforma Código Penal:

Susana Colimán, Romina Tejerina podrían estar en libertad si no se hubiera eliminado del Código Penal la figura del infanticidio, esta figura atenuaba la pena de la mujer que asesinaba a su hijo dentro de los 40 días posteriores al parto.

El infanticidio estaba previsto en el artículo 81 inciso 2º del Código Penal. Pero su redacción era claramente discriminatoria hacia las mujeres. Y se eliminó en el marco de una amplia reforma que en 1994 modificó profundamente el capítulo del Código Penal que se denominaba «Delitos contra la honestidad». Como primer paso, ese apartado se denominó «Delitos contra la Integridad Sexual». Con una concepción machista, los delitos sexuales contra las mujeres no eran considerados graves y se interpretaban como una ofensa contra el esposo de la víctima y no como una agresión lisa y llana contra ellas mismas. Antes que la vida en ciernes estaba el «honor» que esa vida ponía en duda.

Borrar esa marca del Código fue el espíritu que movió a las legisladoras alineadas con cierto movimiento feminista. En el paquete se incluyó la eliminación del infanticidio, cuya tipificación decía así: «Se pondrá reclusión hasta 3 años o prisión de 6 meses a 2 años a la madre que para ocultar su deshonra matare a su hijo durante el nacimiento o mientras se encontraba bajo la influencia del estado puerperal. Y a los padres, hermanos, maridos o hijos para ocultar la deshonra de su hija, hermana, esposa o madre que cometieran el mismo delito en las circunstancias contempladas en el inciso a), referido a emoción violenta.



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