22/05/2017

Historias mínimas, máximas violencias

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¿De qué hablamos las mujeres cuando nos juntamos? Enorme puede ser la cantidad de temas, pero hay uno en particular que nos mantiene en alerta y nos convoca a reunirnos para intercambiar experiencias, acompañarnos y contenernos. Ese tema es «la violencia”. A raíz de un taller sobre medios y género realizado en un barrio del sur del conurbano bonaerense perteneciente al Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), dialogamos sobre las experiencias violentas que atraviesan las mujeres, y mediante una serie de microrelatos de ficción tratarán de ilustrar qué se entiende cuando se habla de violencia de género. Por Comisión de Géneros FOL / ANRed.


«Hay criminales que proclaman tan campantes «˜la maté porque era mía»™, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar «˜la maté por miedo»™, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.” Eduardo Galeano

En Argentina cada 18 horas muere una mujer víctima de la violencia patriarcal. Este síntoma social de nuestra época nos obliga a reunirnos y dialogar sobre el tema. Muchas han sufrido en carne propia las secuelas de la violencia machista. Muchos mitos se han construido para explicar este problema social: que estaba borracho y por eso golpea, que la mujer lo incita o porque ella algo habrá hecho. Siempre somos las mujeres las que estamos bajo sospecha. Sin embargo, cuando dialogamos entre nosotras todos esos mitos se rompen, y quedan al descubierto las verdaderas causas que la provocan. Cuando las experiencias se comparten, entendemos que no le sucede a una sola. Todas en menor o mayor medida fuimos violentadas, porque en una sociedad patriarcal, siempre estará a mano la justificacion hacia al agresor, y la culpabilización para las mujeres. La interperie y soledad que se experimenta, es compartida por todas: familias que no saben, vecinos que no se meten, amigos/amigas que no comprenden, y el estado que abandona.

Por medio de un serie de mini-historias de ficción, pretendemos contar qué pasa con las mujeres cuando somos víctimas de la violencia machista. Porque no sólo golpea el macho violento, también lo hace el estado cuando no recibe las denuncias y abandona. Cuando la burocracia de las instituciones no actúa con la celeridad que se necesita. Mientras tanto, el tiempo pasa, y la ayuda no llega.

Elena necesita ser escuchada

Elena era un persona felíz hasta que se casó. Esa noche su reciente marido estaba muy contento con sus amigos, y la llamaba para que le llevara algo para tomar. Ese día Elena lo recuerda bien, porque comenzaron los insultos, los gritos y los golpes. Pasó algún tiempo y el calvario seguía. Hasta que un día decidió separarse. Pero su marido no quiso, le pidió perdón, le regaló flores y le juró que nunca más la volvería a golpear y le prometió cambiar. Ella lo perdonó y las cosas mejoraron durante un tiempo. Pero una noche, volvieron las agresiones, y cada vez eran peores. Elena ya no podía ocultar los golpes. Su madre lo había notado, pero ella insistía en que se había caido. Su madre la obligó a que hiciera la denuncia, y la acompañó a la comisaría. Allí le dijeron que si volvía a golpearla que llamara por teléfono, porque no podían tomarle la denuncia. Llegó el fin de semana y otra vez lo golpes. Su marido encerró al hijo que tenían en el baño para que no viera lo que pasaba, y atacó a Elena. Quizo violarla, pero ella se defendía como podía. Trató de llamar a la policía, pero mientras ella desesperada pedía auxilio, su marido agarró un cuchillo y la apuñaló. El teléfono quedó descolgado, y la policía escuchó la escena. Cuando llegaron a la casa, Elena ya estaba muerta.

Yamila

Yamila tiene 25 años y cuatro hijos. Su familia le dejó de hablar porque tuvo marido e hijos de muy jóven. Su marido la golpea física y emocionalmente. Yamila tiene mucho miedo, por eso no lo denuncia y tampoco puede abandonarlo e irse de la casa, porque está sola y no tiene apoyo de su familia ni lugar a donde ir. Pasó mucho tiempo sufriendo esa situación, hasta que tomó la valentía y lo denunció. Por suerte, logró que le tomaran la denuncia, y le dijeron que esperara la citación, pero la violencia siguió y la citación esperada nunca llegó…

Susana

Mi nombre es Susana, hoy en día vivo con mi pareja y sufro el maltrato diario, no sólo hacia mi, sino también hacia mis hijos. Cada día tienen que ver los golpes y las agresiones que recibo porque yo recurri a la policía y lo denuncié. En la comisaría tomaron mi denuncia, pero igual tengo que convivir con él. Yo no sé a quién recurrir. Estoy cansada, y sólo espero que algún día se haga justicia, porque no quiero ser UNA MÁS…

Florencia

Soy una mujer con dos hijos. Yo digo que se puede salir adelante, aunque haya tenido una mala experiencia. En mi caso, con ayuda de mi mamá, tomé la decisión y me separé porque fui víctima de la violencia física y psicológica de mi ex pareja. Con la ayuda del movimiento y mis compañeras salí adelante. Hoy lo sé: una mujer merece respeto, y no voy a volver a permitir que nadie me maltrate ni física ni verbalmente. ¡A LAS MUJERES SE LAS RESPETA!

Nota: Todas las historias relatadas surgieron del trabajo de las mujeres en el Taller de Medios y Género en el Barrio Zaizar y Luis Guillón, pertenecientes al FOL (Frente de Organizaciones en Lucha) Zona Sur. Estas historias que son pura ficción, fueron inventadas para recrear las experiencias individuales que cada una aportó en el grupo.

Imagen de Tapa: Ulises.



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