15/05/2017

Masacre de Budge vino a romper el sueño ochentista del «Nunca más»

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A 30 años de la llamada Masacre de Budge, familiares, vecinos, amigos, organizaciones sociales y políticas recordaron lo que fue considerado el primer caso de «Gatillo fácil» donde todo un barrio se organizó para enfrentar a la policía. Por Patricia Rodriguez para ANRed/Fotos: Manfred Heidecker


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El 8 de mayo de 1987, Oscar Aredes, Guillermo Argañaraz y Agustín Olivera fueron asesinados por los policías Balmaceda, Miño y Romero. La fecha se instauró como Día Nacional de lucha contra la Violencia Institucional. En ese marco recordatorio, el día sábado 13 de mayo se organizó una marcha que partió desde Camino Negro y Recondo recorriendo las distintas cuadras del barrio para culminar en Guaminí y Figueredo donde se llevó a cabo un festival – homenaje.

Luego de las distintas voces de amigos que recordaron los hechos acaecidos ese 8 de mayo, la murga autogestiva e independiente «Los colifas del arrabal» se abrió paso compartiendo su arte. Seguidamente, la cantante popular Norma Aguirre, sintetizó en su voz las consignas referidas a la equidad de derechos, a la dignidad, a través de canciones del folklore argentino.

Paralelamente, los más pequeños formaron parte de un taller de pintura, armado para la ocasión. También participaron del festival, el Ballet Norteño y las bandas Lusaka Reggae, El espejo, Más de cuatro.

Finalmente se inauguró una escultura homenaje a los pibes asesinados.
Entre los asistentes al acto, Sergio «Cherco» Smietniansky, abogado de CADeP manifestó lo siguiente:»Masacre de Budge es un hecho que marca un antes y un después en la historia de los Derechos Humanos en la Argentina. Si bien no fue el primer caso de «Gatillo fácil», sí fue la primera vez en donde todo un barrio se rebeló contra las políticas represivas del Estado.

Masacre de Budge vino a romper el sueño ochentista del «Nunca más» , también a denunciar que en el período democrático-institucional se seguían y siguen violando los Derechos Humanos, obviamente con características y modalidades diferentes respecto del genocidio anterior. Por otro lado, a esa rebelión popular se le sumó la visión del compañero Toto Zimerman, quien entendió que no se trataba de un hecho perpetuado por locos sueltos, ni que era un caso aislado, sino que constituía un claro ejemplo de violacion a los Derechos Humanos. Tal aseveración produjo la desconfianza de muchos que le preguntaban: «bueno, pero esos chicos ¿ eran militantes?» y él contestaba que eran tres chicos tomando cerveza en una esquina. Entonces comienza el planteo de «En algo andarán» o «Por algo será», resabios de la década anterior, por lo tanto, en los ochenta se reformula y direcciona el concepto sobre los Derechos Humanos. Las políticas implementadas sobre «Gatillo fácil» no son indiscriminadas, todo lo contrario, son bien direccionadas hacia los jóvenes en particular y hacia los pobres en general, porque son el sujeto social que queda excluido de las políticas neoliberales, también son el sujeto potencial de la rebelión. Son la mano de obra que sobra, son los excluidos. Si bien en el 2001 hablar de «excluidos» era una obviedad, en los ochenta no se entendía el concepto. Algunos consideraban desde una posición muy dogmática que el proletariado hacia abajo se relacionaba con el lumpen-proletariado y hacia arriba con la pequeña burguesía, desde esa visión esquemática estos excluidos entraban dentro del mundo del lumpen, pero en realidad eran víctimas del sistema capitalista.

En aquellos años, en Budge surgen dos grandes enseñanzas, en principio que la lucha popular siempre da su fruto. El hecho de que tres policías hayan sido encarcelados fue producto de la lucha popular que se mantuvo durante muchos años y la otra cuestión es que en cada caso de «Gatillo fácil» se responde con organización, porque no es una cuestión de una familia sola, tampoco es algo mágico que resuelve un abogado. Estos temas no son individualesy precisamente se trata de colectivizar el dolor y socializar la lucha para transformarla en una respuesta unánime que si» nos tocan a uno, nos tocan a todos» ya sea represaliados por políticas que criminalizan la protesta o criminalizan la pobreza que son los dos frentes a los que apunta el poder para mantenerse intacto.

A treinta años de la Masacre de Budge, todavía existe una continuidad en las políticas de «Gatillo fácil». Ningún gobierno del 87 a esta parte ha introducido modificaciones sustanciales. Sin embargo, la ruptura, respecto a lo sucedido en la Masacre de Budge es haber logrado romper el discurso hegemónico de que eran feroces criminales abatidos en enfrentamientos y demostrar que se trataba de una masacre. Entonces se logra revertir el concepto de que no hay víctimas culpables o víctimas inocentes sino que hay un estado que los ejecutó, en un país donde no existe la pena de muerte, por lo tanto, queda claro que el calificativo que sigue al de víctima es un error. De la misma manera, la ruptura que se origina luego de la Masacre de Budge es el aprendizaje de que es necesario generar organización, conciencia, unidad y lucha».

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Jorge Gómez, miembro de la primera Comisión de vecinos por el caso Budge remarcó:»Hoy, a treinta años de la Masacre de Budge, el recordatorio tiene una significación muy especial. Al igual que los pueblos originarios tratamos de trasladar la historia a los más jóvenes, porque hay generaciones que desconocen lo sucedido y otras generaciones que saben de los sufrimientos padecidos. En la actualidad, muchos jóvenes se incorporan a la lucha en contra de la violencia institucional, porque la represión se sigue intensificando, pero de manera distinta.

Continuamente padecen la instigación de los gendarmes, policías y prefectura. Se trata de una violencia muy especial o de formas de control para que el joven no se rebele, no reclame mejores condiciones de vida. Todos los gobiernos de turno trataron de pisar a los jóvenes. En el 2001, la mayor cantidad de gente que se enfrentaba a la policía eran jóvenes. La mayor cantidad de asesinados en la rebelión de 2001 eran jóvenes.

La convocatoria de un acto unificado surgió a partir de una invitación del hermano de Willy Argañaraz quien reune a vecinos y amigos de Willy. Durante veinte años se organizaban marchas en la comisaría de Budge que concluían con un festival en la plaza, pero luego del enjuiciamiento y encarcelamiento de Balmaceda, el policía asesino, las marchas se localizaban en Recondo y Camino Negro. Luego de los veinte años, un grupo mantuvimos el recordatorio hasta el momento. En el año 1987, cuando se organiza la barriada donde participaban vecinos que pensaban diferente, pero que estaban de acuerdo en repudiar el hecho y en hacer algo para que se encarcele a los culpables, se privilegió la unidad sobre las diferencias. Este año, retomando esos acuerdos nos empezamos a reunir y discutir. Llevamos el documento del 28 aniversario y a través de los informes de la CORREPI que dan cuenta de los más de 5000 casos de violencia institucional de los últimos años lo que pone en evidencia que la política de «Gatillo fácil» seguía en la mentalidad de los gobernantes . Si bien surgieron las distintas miradas de la realidad, se priorizó llevar adelante el festival para trasladar a los jóvenes las experiencias y atrocidads sufridas, mostrando que este es el camino».

Finalmente José, también miembro de la primera Comisión de vecinos relata: «Nosotros como vecinos, desde esta barriada popular destacamos que fuimos protagonistas de un hecho histórico que quedó como precedente más allá de las limitaciones. La gente se organizó y se animó a enfrentar al sistema con todo el aparato represivo, eso trajo la unidad de las organizaciones y de extrapartidarios que se sumaron a la organización para enfrentar el aparato represivo. Masacre de Budge queda como un antecedente donde los vecinos dicen hasta aquí y perciben a la organización como una herramienta posible».

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