28/04/2017

Juicio David Moreno: «Nos mandamos un cagadón»

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En la 5ta audiencia del juicio por David Moreno, cinco testigos declararon, fue una jornada larga y por momentos tortuosa. A la defensa se le hacen aguas las estrategias y optan por el camino más lamentable: hostigar a lxs testigos, repreguntar excesivamente detalles innecesarios -difíciles de recordar después de 16 años- cuestionarlos en el banquillo cuales culpables de algo. Dieciséis años no es poco, ese escenario complica las declaraciones testimoniales, pero a la vez resalta la responsabilidad judicial de haber dejado pasar tanto tiempo. Lxs testigos se esfuerzan pero una y otra vez repiten que pasaron 16 años y la memoria a veces les falla. Cobertura Colaborativa en Mucho Palo Noticias


«Lo tiraron como a un perro en la parte de atrás de un móvil”

La primer testigo, una vecina cuya casa está a metros del supermercado Mini Sol, Nelly Del Valle Zuliani, 51 años de edad, esa tarde temía por la seguridad de sus dos hijos -uno de la edad de David en ese entonces-. Se encerró en su casa pero desde el portón de su garage observó gran parte de lo sucedido esa tarde. Su extenso y detallado relato fue crucial a estas alturas, donde la defensa se empeña en condicionar que el despliegue represivo de esa tarde fue la respuesta a los ataques de lxs vecinxs.

Quedó claro: vio un despliegue enorme de infantería y policía, vio disparos indiscriminados y constantes de la policía hacia la gente, no vio ningún amedrentamiento por parte de lxs vecinxs, ni gente armada ni intercambio de disparos, y dejo claro que la fuerza avanzó «cuando se dieron cuenta que los disparos dispersaron a la gente” y fue ahí mismo cuando los uniformados avanzaron disparando mientras las personas asustadas corrían en dirección opuesta.

Otra cosa que quedó clara: David, caído en el suelo, un policía «gordito, pelado, con pelo a los costados y canoso, se sacó la gorra y dijo «nos mandamos un cagadon”, lo dio vuelta, en la cara tenía sangre, pensé que era alguien mayor por su contextura. Entre cuatro policías lo agarraron uno de cada extremidad y lo tiraron como a un perro en la parte de atrás de un móvil”, relata Zuliani, y agrega que ahí le vio la cara de niño, no era un adulto, era un niño, «hijos de puta es una criatura” dice que les grito, y compungida se metió adentro de su casa, «no quería ver o saber mas nada”.

La defensa intentó ponerla en contradicción, a punto tal que al pedirle que describa el croquis de la esquina de su casa, uno de los defensores de Hugo Cánovas Brada, el Dr. Argañaraz, cuestionó que ella había mencionado que la casa de enfrente tenía rejas -actualmente las tiene- pero que al momento del hecho la casa de su vecino no tenía rejas, dato que surge de las fotos del expediente. Dato también que nada hacía al relato.

«Corri, corri sin mirar atrás y no vi más a David”

El segundo testigo, para muchos muy esperado, fue Edgar Alejandro Martinez, hoy tiene 29 años, era amigo de David, sus casas colindaban al fondo del patio, fue el último en ver a David con vida: «escuche los disparos y corri, corri sin mirar atrás y no vi más a David”, relato el joven. Su declaración coincide con la de Rosa y Eduardo, pero también demuestra que solo tenían 13 años, eran niños curiosos de los sucesos, que nunca se imaginaron qué podía pasar, eran dos niños que salieron de los jueguitos, vieron gente en la esquina y se acercaron como muchxs otrxs.

El papel de la defensa al ver que su teoría se caía a pedazos -que David estaba en esa esquina porque era parte de la gente organizada que se convocó allí por la entrega de bolsones y por los rumores de saqueo al supermercado Minisol- fue hostigar desmedidamente a un testigo que con total sinceridad aclaraba una y otra vez «no lo se, nunca pensamos que iba a pasar”. Incluso cuando Edgar dijo que estuvo un año bajo tratamiento psicológico por lo sucedido esa tarde, la defensa intentó aún más preguntar y repreguntar excesivamente yendo y viniendo en la declaración -realizada en febrero del 2003, hace 14 años-, a pesar de que la presidenta de la cámara, Susana Beatriz Cordi, solicitó varias veces que no desorientaron al testigo y no repreguntaran.

Si aportes

Luego de un cuarto intermedio, ya que las insistentes preguntas y vueltas de la defensa hicieron extensa la jornada, ingresaron los siguientes dos testigos, citados por la defensa. No quedó claro en rigor de qué, porque no estuvieron en el lugar, nunca hablaron con Rosa y Eduardo, eran los padres de Edgardo Alejandro Martínez, y solo pudieron aclarar lo que ya Martinez y los padres de David habían expresados en sus respectivas declaraciones, de lo demás, manifestaron no recordar nada.

Detenidos por ayudar

El último testigo, Juan Tulian de 34 años, sólo pudo aportar que vio y ayudó a una de las heridas, Luciana Parra, y que la llevaron junto a Daniel Fosarelli en un móvil policial al hospital de Urgencia y que allí ambos -Fosarelli y Tulian «“ fueron detenidos, en calidad nunca entendieron de qué, pues sólo estaban socorriendo a la joven Parra. Pasaron 48 hs en la celda de una comisaría. Nuevamente la defensa hostigó con repreguntas ya efectuadas y contestadas, que solo llevaron al testigo a repetir una y otra vez: «no lo recuerdo, la declaración del año 2003 está correcta, pasaron 16 años y hay cosas que no recuerdo”.

inspección judicial

Al final de la audiencia, la fiscal María Dolores Romero Díaz -debido a las extensas preguntas y repreguntas sobre distancias, tiempos y ubicaciones de calles que se le solicitó a cada testigo- pidió a la Presidenta de la Cámara 1ra que se realizara una inspección judicial en el lugar del hecho. La defensa pidió que no se efectúe tal pedido, aludiendo que el lugar había cambiado mucho en 16 años. La Cámara aceptó el pedido de la fiscal finalmente, y aclaró que solo cambiaron las fachadas, «pero las calles y las intersecciones son las mismas”. Se fijará fecha y hora a realizar la inspección judicial en las próximas audiencias.

Si alguna frase quedó resonando en la mente de todxs los presentes en la Cámara 1º del Crimen, donde se lleva adelante el juicio por el asesinato de David Moreno, es la mención que en la declaración hizo hoy una de las testigos al respecto de lo que un policía dijo cuando dio vuelta el cuerpo de David que yacía muerto en la vereda y con la cabeza en la calzada: -«nos mandamos un cagadón”-.



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