06/01/2007

«Basta de viajar como vacas»

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La estación de Constitución (Bs.As.) fue el escenario de diversas actividades de denuncia organizadas por usuarios y trabajadores ferroviarios, quienes llenaron un «libro de quejas» simbólico para expresar la molestia generalizada ante el pésimo servicio de los trenes. También realizaron una radio abierta, la proyección de documentales en pantalla gigante, stencills y repartieron volantes a quienes transitaban. Un pasajero se mostró indignado con la empresa y con el gobierno: «Pensábamos que antes estaba mal, pero ahora es peor. Hoy tienen los mismos subsidios que antes de las privatizaciones pero, por ejemplo, ahora el tren a mi pueblo de Entre Ríos no llega».


Empleados de la empresa Tren Metropolitano, usuarios y organizaciones sociales realizaron este viernes una actividad en la estación Constitución para denunciar las insostenibles falencias en el servicio, las deplorables condiciones laborales y el despido arbitrario de dos trabajadores. La jornada contó con la asistencia de alrededor de 250 personas, más los miles de pasajeros que transitaban por el hall de la estación que recibían folletos, oían la radio abierta y veían los stencills y las pancartas con las que los trabajadores y las agrupaciones buscaron difundir el conflicto. Muchos escribieron sus quejas en un gran libro simbólico.

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Por medio de volantes, los trabajadores denunciaron el desvío hacia emprendimientos particulares de los casi 400 mil pesos que la empresa recibe por día en concepto de subsidios del Estado y la consecuente falta de inversión. Esta situación repercute tanto en las degradantes circunstancias en las que se viaja como en las peligrosas condiciones en las que los trabajadores deben cumplir sus tareas.

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Marianela, integrante del movimiento Carlos Almirón y del FOL (Frente de Organizaciones en Lucha), explicó que fueron «a apoyar la lucha ferroviaria y a denunciar la falta de inversión y la precarización del servicio y del trabajo». Con respecto al funcionamiento de los trenes, advirtió que las deficiencias no son exclusivas de Metropolitano: «No sólo pasa en esta empresa. También en Trenes de Buenos Aires (TBA) hay un servicio pésimo, accidentes y descarrilamientos. Por ejemplo, uno de los trenes que salió ayer se quedó sin electricidad y tuvieron que remolcarlo. Es peligroso viajar y si esto sigue, creemos que puede suceder un ‘Cromañón ferroviario'».

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Alberto Caorsi, uno de los dos empleados arbitrariamente despedidos, resaltó el mal estado de las vías, la falta de mantenimiento e inversión, y la inseguridad laboral, que en los últimos años causó la muerte de cuatro trabajadores. Al mismo tiempo, acusó a la empresa de cometer fraude laboral, «teniendo a alrededor de 70 empleados que hacen trabajos de ferroviario encuadrados en el convenio de empleados de comercio, sin representación gremial y pagándoles la mitad». Además denunció la presión y la persecución a las que son sometidos él y sus compañeros: «Yo fui despedido sin ninguna causa y a los trabajadores que estamos organizados, todo el tiempo nos amenazan con sanciones».

Libro de quejas

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Los stencills y las pancartas de las organizaciones sociales denunciaban «300.000.000 de subsidios en trenes para viajar como vacas», haciendo alusión a la nueva partida que el Gobierno Nacional le otorgó de subsidios adicionales a los operadores de ferrocarriles en el Presupuesto nacional.

El libro de quejas simbólico, firmado por una gran cantidad de usuarios, exigía que se trate a los pasajeros «como seres humanos» y pedía que la empresa «use los fondos para invertir en mejorar el servicio«. Lorena, una de las habituales usuarias del Metropolitano que pasó por la estación durante la actividad, descargó su enojo: «Es una falta de respeto, cancelan servicios, paran los trenes en cualquier lugar del recorrido sin explicación, los vagones están rotos… Dejé una queja en el libro de la empresa, pero no hicieron nada. Estoy harta».

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El mismo viernes cerca de las 16 horas, Metropolitano S.A. había suspendido el servicio durante 30 minutos aproximadamente y durante el resto del día los trenes funcionaron con demoras.

Tito, al igual que el resto de los pasajeros que participaron de la actividad, se mostró indignado con la empresa y con la política del gobierno, que no exige la inversión necesaria para brindar una prestación eficiente: «Lo único que le interesa a la empresa es la recaudación. Siguen recibiendo fondos del Estado, pero de mejoras ni hablar. Pensábamos que antes estaba mal, pero ahora es peor. Hoy tienen los mismos subsidios que antes de las privatizaciones, pero, por ejemplo, ahora el tren a mi pueblo de Entre Ríos no llega».

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