21/03/2017

Omar Cigarán, el Juicio: Día 1

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Este lunes 20 se desarrolló la primera audiencia del juicio contra el policía Diego Walter Flores, acusado de asesinar a Omar Cigarán el 15 de febrero del 2013 en el barrio Hipódromo de La Plata. La misma comenzó luego de una hora y media de demora, con las declaraciones del papá del jóven, Gustavo, y luego de su mamá Sandra Gómez. Los abogados defensores del uniformado fueron frenados varias veces por los jueces, debido a sus intervenciones que sólo buscaban criminalizar al jóven asesinado para intentar justificar el accionar policial y negar que se trató de un caso de gatillo fácil. Por Colectivo Contra el Gatillo Fácil / Foto Tapa: Juan Cicale

Gran primera audiencia

Dia 1: Dos voces contra la impunidad, los testimonios de Gustavo y Sandra

Este lunes 20 se desarrolló la primera audiencia en el juicio contra Diego Walter Flores, luego de una hora y media de demora. Al inicio de la sesión el Tribunal, compuesto por el presidente Julio German Alegre, Emir Caputo Tártara y Juan Carlos Bruni, pidió a ambas partes que expusieran los lineamientos. La querella, compuesta por lxs abogadxs Maria del Carmen Verdú (CORREPI), Pedro Auzmendi y Sofia Ballesteros (La Ciega), trazó brevemente en torno a la muerte de Omar como un homicidio agravado por un miembro de las fuerzas de seguridad en servicio activo, sin que concurran causas de justificación, excusas absolutorias ni atenuantes. La defensa, por su parte, intentó utilizar este espacio como una tribuna y alegar que el asesinato de Omar «no fue un caso de gatillo fácil ni de violencia institucional”. El Tribunal frenó este intento que viola claramente el Código Procesal Penal y se debe hacer en los alegatos. Rechazamos estas intentonas ilegales de criminalizar la juventud y legitimar un asesinato por la historia personal de un pibe. La defensa comenzó un accionar que se repitió durante toda la audiencia.

El primer testigo llamado a declarar fue Gustavo, papá de Omar. Su relato expuso claramente la situación previa al asesinato de Omar, dejando en claro que sufrió desde los 9 años problemas de adicciones y estuvo en situación de calle. También remarcó sus intentos y los de Sandra, su esposa y mamá de Omar, de recurrir a la ayuda de las diferentes instituciones estatales, en las cuales no obtuvieron respuestas concretas. En varias oportunidades fue «dado de alta” a pesar de que continuaba con los tratamientos; «volvía con una bolsita llena de medicamentos”, indicó Gustavo.

Durante sus estadías en la casa de la familia, Omar era constantemente hostigado por la policía, lo cual incluyó ser rociado por gas pimienta dentro de una comisaria y como consecuencia de esto Gustavo mismo tuvo que llevarlo al Hospital de Niños. Ésta fue sólo una de las veces que tuvo que retirarlo a Omar de comisarias, de las cuales salía frecuentemente con golpizas y torturas, las cuales incluían pararse sobre sus tobillos, entre otras. El hostigamiento fue principalmente llevado a cabo por la Comisaria Segunda, la cual corresponde al domicilio de la familia. La persecución no se redujo a Omar, sino a toda la familia, con allanamientos violentos y sistemáticos, muchos sin autorización judicial, así como amenazas a Mailen, hermana de Omar, cuando no tenía más de 11 años.

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«De todos los hechos delictivos del barrio, le echaban la culpa a Omar” sostuvo Gustavo y relató que tres días antes del asesinato se realizó una reunión en el barrio por la «seguridad” en donde estuvo presente el comisario Gandolfi, quien dijo que el nombre de la inseguridad era Omar Cigarán. El hostigamiento sistemático quiso ser frenado por Gustavo mediante un Habeas Corpus que presentó con Omar, luego de su salida del Nuevo Dique, institución de rehabilitación. Este Habeas Corpus requirió su ratificación tres meses después del asesinato de Omar, dando nuevamente cuenta de los «tiempos” de la justicia ante los pedidos de ayuda de la familia. También relató cómo fue amenazado por tres hombres de civil, a bordo de un auto igual al que manejaba Flores en el momento del hecho; concretamente refirió que «retire la denuncia” en alusión a la había realizado contra Chavarrito, servicio de calle de la Segunda, que tenía especial saña contra Omar.

Gustavo en varios pasajes de su declaración reafirmó que Omar salía a trabajar con él y había retomado sus estudios, como parte de las «condiciones” puestas para su salida del Nuevo Dique. Omar realizó labores de albañilería con su papá y luego éste lo llevaba a la escuela nocturna.

Durante las preguntas de la defensa, la parte inauguró su accionar: enredar los testimonios mediante la reiteración de preguntas, poniendo en boca de Gustavo palabras que no había dicho, así como intentar confundir sobre fechas y hechos, buscando que incurra en contradicciones. A pesar de ello, el testimonio de Gustavo fue sólido y con paciente tenacidad respondió todas las preguntas y logró evadir estas tácticas.

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Seguidamente a Gustavo, testificó Sandra, mamá de Omar. El testimonio se inició con su relato del día del asesinato. Lo primero que recordó fue que estaba limpiando su casa por el allanamiento del día anterior, en el cual sufrió destrozos como en cada uno de los anteriores. Sandra detalló cómo fue la llegada de la policía: ante ruidos de patadas en la puerta, abrió con su bebé en brazos y un policía le apuntaba con una Itaka mientras le decía: «Si no entregás al guacho, mañana te lo devolvemos muerto”.

Ante la pregunta de cómo se enteró del hecho, relató que recibió el llamado de una vecina poniéndola en antecedente de que Omar estaba herido, y que inmediatamente le dijo que fuera al lugar porque estaba muerto. Sandra se acercó a diagonal 115 y 43, donde se encontraba el cuerpo de Omar e intentó acercarse; fue frenada por la policía y maltratada por una oficial. Al lograrlo, habla con testigos y le comentan diferentes versiones, contradictorias entre sí. Al ver muerto a su hijo, ella pierde el conocimiento y despierta después en su casa. Además remarcó que la policía nunca la notificó de la muerte de Omar.

Luego comenzaron las preguntas capciosas de la defensa, con la misma intención que fueron realizadas al papá de Omar tratando de confundirla. A continuación, le preguntan si ella hablaba con su hijo, a lo que respondió que «Sí, y mucho”; inmediatamente la defensa le preguntó: «Y qué hablaba”; «No le voy a decir, es íntimo”, respondió Sandra, lo que motivó al Tribunal a llamar la atención sobre la direccionalidad de las preguntas y advirtiendo que se refirieran a los hechos. Tras las insistentes preguntas sobre si Omar le confió cuáles eran las razones de las persecuciones por parte de la policía, Sandra afirmó sin dudar que su hijo le había dicho «que él no sería chorro para la cana”.

Por último, Sandra mencionó que Omar estuvo trabajando junto a su padre durante varios meses e incluso los días previos al homicidio, y que además había retomado la escuela con mucha decisión de finalizarla.

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Entre verdades y mentiras: Omar no tenía ningún arma

A continuación, declararon las Peritos Graciela Gorbeña y María Florencia Piccone de la Asesoría Pericial de La Plata que realizaron la autopsia del cuerpo de Omar

Comenzaron su declaración ratificando su actuación en el informe incorporado a la causa. Posteriormente describieron las heridas que provocó el disparo, el cual llevó a la muerte a Omar.

Concretamente refirieron que el disparo impactó en primer término en la mano izquierda de Omar para luego atravesar su cuerpo a la altura de su tórax, de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo y de adelante hacia atrás, afectando sus órganos vitales (corazón, pulmones, hígado) y provocando la muerte casi instantáneamente.

A preguntas de nuestrxs abogadxs, estimaron la sobrevida en una lesión de esas características en un muy corto tiempo.

Respecto del día del hecho refirieron que no les informaron de donde venía.

Asimismo, manifestaron que en casos de muertes violentas en la vía pública, generalmente se trasladan los cuerpos directo desde el lugar del hecho a la Asesoría Pericial y no «“como en este caso- en que el cuerpo tuvo un paso previo por la morgue (donde a Omar se le plantó el arma).

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Casi inmediatamente llegó el turno de los testigos presenciales de los hechos.

En primer término declaró Susana Palacios, quien en la instrucción había afirmado no haber visto un arma.

Comenzó su declaración describiendo un intento de robo de una moto por parte de dos chicos (uno de ellos Omar) a otro joven (Leandro Junquera). En relación a este hecho incurrió en una larga serie de omisiones y contradicciones respecto a su declaración prestada en el marco de la Instrucción preparatoria.

Ello motivó la interrupción de la ronda de preguntas y la lectura de su declaración anterior a efectos de que aclare si había visto o no el arma, a lo que terminó por reconocer que le pareció que era un arma pero que no la vio.

Como si ello fuera poco refirió que al momento del disparo Omar seguía «apuntándole al chico de la moto”, lo que se da de bruces con el relato de Flores en la instrucción que refiere que Omar le estaba apuntando a él y que ya había robado la moto.

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Tampoco pudo referir a qué distancia se encontraba respecto de los jóvenes, ni si había vehículos entre medio, y para finalizar no recordó ni la fecha ni el año en que sucedieron los hechos.

En definitiva, fue un relato débilmente armado con algunos elementos casi calcados de la declaración del imputado que ante dos o tres repreguntas simples se derrumbaron como un castillo de naipes. Francamente un relato que perfectamente podría haber terminado con la imputación por falso testimonio.

A esta declaración siguió la de Leandro Junquera, según sus dichos era empleado del Ministerio de Seguridad al momento de los hechos y anteriormente policía.

Este testigo declaró haber sido víctima de un robo por parte de dos jóvenes (uno de ellos Omar).

Algunas de sus afirmaciones resultaron llamativamente similares a las de Palacios al punto de parecer relatadas por una misma persona. Sin embargo, a poco de andar surgieron contradicciones evidentes.

A diferencia de la testigo anterior, refirió que llegó a ser desapoderado de la moto, y que Omar se subió a esta. También afirmó que posteriormente vio a Flores bajando del auto (recordemos que el propio Flores afirmó en la instrucción haber disparado desde el auto).

Luego, al igual que Palacios incurrió en contradicciones al momento de explicar si había visto o no un arma (en la instrucción no la había visto). Ahora no solo describió un arma, sino que además afirmó que era una pistola plateada y que había visto la empuñadura.

Al leerse sus declaraciones anteriores, no pudo explicar convincentemente cómo en su declaración inmediata a los hechos no recordaba, y ahora a cuatro años del hecho recordaba más que en ese momento; nuevamente caminó por la cornisa del falso testimonio. Su versión fue que con el tiempo pudo repensar el hecho y acordarse de más cosas.

Preguntado respecto de si en el lugar había una moto además de la que supuestamente intentaron robarle, refirió que no (Palacios había mencionado estar moto). Y a diferencia de Palacios, Junquera indicó que Flores estaba uniformado.

El momento más inverosímil de su relato llegó cuando pretendió explicar las dudas que tuvo en su declaración en el momento de la instrucción, a partir de una supuesta insinuación de la Fiscal Ana Medina para incriminar a Flores. Nada más lejos de la realidad si recordamos que fue la propia Fiscal la que pidió el sobreseimiento de Flores y abandonó la acusación estatal.

Posteriormente llegó el turno de Alexis Emanuel Rodríguez, testigo de actuación llamado para cumplir con la formalidad de dar un marco de legalidad a las actas policiales. Su declaración fue escueta porque no fue testigo presencial de los hechos, sino que llegó con posterioridad.

Declaró que conocía a Omar porque era del barrio y que habían jugado a la pelota juntos aunque iban a distintas escuelas.

A continuación, declaró la Subcomisaria de la Policía Científica Alejandra Mohana.

A preguntas de nuestrxs abogadxs, reconoció que desde el primer momento supo que el imputado era Policía y que por esa razón tenía vedada su actuación, pero que la Fiscal Ana Medina dio la orden de que actuarán igual.

En otra clara irregularidad, reconoció que al llegar el personal de la comisaría interviniente (la Segunda) les dio un panorama de lo que supuestamente había sucedido lo que describió como un tiroteo.

Preguntada sobre si habían buscado el arma que supuestamente portaba Omar, refirió que no y que ella sólo buscaba muestras biológicas.

Finalmente llegó el turno de los testigos Ricardo Marchissio y Elena Nuñez, ofrecidos por la querella.

Ambos testigos contaron que habían presenciado los hechos cuando regresaban juntos de una obra en construcción. Elena Núñez es arquitecta y Marchissio su contratista. Ambos coincidieron en describir que habían visto a dos jóvenes venir caminando y de pronto, uno de ellos se dio vuelta, se tomó el pecho con ambas manos y comenzó a tambalearse para finalmente caer contra la bocacalle, quien resultó ser Omar. Una versión diametralmente opuesta a la de los testigos Junquera y Palacios.

Elena refirió que el hecho descripto le provocó un gran impacto y que por eso llamó a Julián Axat (de quien es conocida y vecina) para ofrecer su declaración.

Sin embargo, Ana Medina nunca los llamó a declarar y si podemos conocer estos relatos fue porque se ofrecieron en la causa de encubrimiento a efectos de sortear la desidia de la Fiscal Ana Medina que no quiso escuchar testigos que no repitieran la historia oficial.

Los últimos testigos de la jornada fueron Francisco Martiarena y Marcos Cicalessi.

El primero de ellos es también testigo presencial del hecho. Relató haber visto a dos chicos corriendo entre los autos, y que uno de ellos se empezó a tambalear y que detrás venía un uniformado portando un arma.

A preguntas de la querella, refirió haber escuchado solo un disparo y no un ruido (Junquera refirió haber escuchado un disparo y un ruido que asoció al choque o caída de Omar de la moto supuestamente robada).

Seguidamente mencionó que al día siguiente se puso a disposición de la Fiscal y que pasados unos meses no fue llamado por lo que su jefe volvió a llamar a la Fiscalía, logrando dar su versión aproximadamente seis meses después.

Una vez más en la audiencia fue puesto de manifiesto el bochornoso accionar de la Fiscal Ana Medina, gracias a quien el Ministerio Público Fiscal no participa de este juicio.

En último turno declaró Cicalessi, integrante de la Policía Científica, quien dijo conocer el protocolo según el cual tienen vedada su actuación en causas en las que el imputado es un policía, pero igualmente actuó.

Según sus palabras su accionar se limitó a tomar fotos. Se le preguntó si habían buscado el arma que supuestamente portaba Omar y refirió que no.

Preguntado sobre si Omar fue movido señaló que no es su materia. Y por último, sostuvo que el personal de la morgue fue quien retiró el cuerpo, y que quien se comunicaba con la Fiscal era Besombes -coordinador pericial del hecho-.



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