02/12/2016

Susy Shock: Nada más poderoso que metaforizar la cotidianeidad

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La artista presenta su nuevo libro «Crianzas” el sábado 3 de diciembre en el Espacio lavaca – MU (Hipólito Yrigoyen 1440- CABA) a las 20 Hs. La Editorial Muchas Nueces compila los programas de radio producidos por la Cooperativa La Vaca, En diálogo con ella, recorrimos su obra y el proceso de creación de este nuevo libro: «este acto poderoso de vinculación amorosa entre esta tía trava y ese sobrino al que cuida porque la mama trabaja, y todos relatos pequeños, cotidianos y muy presentes mientras le va haciendo un bizcochuelo, lo lleva a la escuela, lo trae, dialoga con la maestra, qué pasa con los vecinos, con la mama de un compañerito del nene, («¦) empezar a ver esa cotidianeidad”. Por Leticia Corral y Victor Estigarribia para ANRed



  Si bien la identidad es algo pasajero, en un poema escribís «¿Qué soy?, ¿importa?”, ¿quién es Susy Shock?

Es la pregunta que ya no contesto. Depende del o la interlocutora, es la respuesta que me presto más o menos amablemente a contestar. Generalmente cuando empezamos en esta construcción del arte, del oficio, que también implica ir a hacer una nota cuando vamos a algún lugar está también todos los prototipos que, siendo una travesti, porque te llamás como te llamás, en realidad quieren saber cómo te llamabas antes y todo un morbo con esas cuestiones. Es Susy Shock, la artista trans sudaca y punto. Termina allí. O empieza allí.

A veces es muy difícil explicar esto, que somos una construcción, un devenir, que hoy nos podemos nombrar de esta manera y mañana tenemos el derecho, el maravilloso derecho de nombrarnos porque nos sentimos y nos vamos construyendo de distintas maneras y en distintas épocas porque somos un montón de cosas y somos un montón de cosas que decidimos no ser, como diría Marlene Wayar. Eso nos va construyendo con un gran interrogante y creo que un desafío es poder crearnos en el gran interrogante, porque también hay una especie de exigencia de definiciones, de encasillamientos.

Yo entiendo cuando digo «trava” en un momento donde eso empieza a incomodar, cuando a la derecha le incomoda decir puto, trava, torta, LGTBI, si la derecha empieza a abrazar esas siglas es que algo perdimos. Si empezamos a hacerle fácil el juego hay que empezar a correrse de eso. Ese nombrar(nos) es también diferenciar(nos). Ese derecho puede ser sobre derechos puntuales. Las travas necesitan la reparación, no los colibríes. Con ese devenir comunicacional en el que nos vamos muriendo.

  ¿Cómo nace «Crianzas”?

Por distintas maneras yo me fui acercando a Mu, Mu se fue acercando a mí, este es un proyecto con Mu, con Cooperativa La Vaca, una de sus propuestas súper interesante que tienen es generar contenido en radio, entonces está el Micro de Huguito López de la Colifata, un seguimiento de los juicios a los milicos, y me proponen este tercer ciclo que tenía que ver con hacer algo conmigo. Yo venía como media obsesionada. Los libros habían sido de un proceso más personal, desde una mirada más colectiva pero pensando en las pares, con libros «dedicados a»¦”, hay muchas historias vividas por otras a los costados de una, con una, con nombres y apellidos, pero poca infancia.

Entonces, yo venía como medio obsesionada con esta idea de enjuiciar paternidades, maternidades, discutir estas familias y en el medio de todo ese proceso aparece este proyecto. Me vi en la disyuntiva interesante qué me significa esto de poetizarme, metaforizarme. Ahí nació esta idea de ser una tía trava de un barrio, no de cualquier lugar, de una barriada, un barrio conocido y pateado por mí, barrio Ocho de Mayo de José León Suarez, que nunca lo nombramos concretamente pero que me sirvió a mí, porque son calles en las que estuve. Ahí me imaginé este acto poderoso de vinculación amorosa entre esta tía trava y ese sobrino al que cuida porque la mama trabaja, y todos relatos pequeños, cotidianos y muy presentes mientras le va haciendo un bizcochuelo, llevarlo a la escuela, traerlo, dialogar con la maestra, qué pasa con los vecinos, con la mama de un compañerito del nene, todas estas cosas fueron llevando a imaginarme y a correrme también de lo que iba haciendo hasta el momento para empezar a ver esa cotidianeidad. Nada más poderoso que metaforizar la cotidianeidad, lejos de pensar en submundos gigantes, pensar la cotidianeidad y poner en práctico algo que está mal visto como que esta trava cotidiana sosteniendo infancias y empezar a discutir desde el amor presente y no desde la ausencia. Esto lo hacemos, de hecho esto lo hacemos, yo tengo una hija, pero tenemos sobrinos, sobrinas, hijas, hijos, levantamos los hijos y las hijas que las heterosexualidades abandonan y los cargamos encima y les damos ese pan, ese abrazo que les es negado desde esa hegemonía.

Llega el libro después de un recorrido. Es tanto recorrido»¦ En Revuelo Sur, que ya está agotado, escribo eso, que mi editorial había sido mi escenario. Yo no había editado nada, pero no hay texto de ese libro que no se haya dicho y confrontado en el escenario. Venían con tanto recorrido que imprimirlo fue como si fuera la última acción, tenían un recorrido»¦ ya habían sido leídos, llorados, cagados de risa, interpelados, ya había pasado por los cuerpos. Con «Crianzas” hay un proceso bastante parecido y me parece que a mí me gusta ese tipo de arte. No entiendo a esos artistas que sacan un disco por año o son genios y genias o no me siento a la altura de eso, o realmente hay una exigencia de un mercado que te hace sacar discos como si sacaras prepizzas, ¿Dónde está el cuerpo de esas canciones? ¿Dónde está el cuerpo de ese libro, de esa poesía?

  Para «Crianzas”, ¿quién sería el o la destinatario?

Fue escrito para radio, eso es bien concreto. Lo que tiene Mu es que se replica en muchos lados, lugares inesperados a los que he ido en el país y afuera. Los micros están, son contenidos que los pasas libremente, es impresionante dónde me he encontrado. Hay lugares en donde el único espacio «de escuchar” es la radio. Hay provincias en las que la radio local sigue siendo el espacio de escucha. Ahí yo sabía que tenía un oído nuevo, quizá ese fue a quien pensé, no pensar en niños y niñas específicamente pero sí en encontrar la ingenuidad de quien escucha.

Hay otros tiempos de la escucha. Cuando te alejás de todos los climas vertiginosos de las ciudades y te pones escuchar radio significa que hay otro tiempo todavía, eso implica otra ingenuidad para comunicarnos, sentía eso. Tal vez que eso signifique infancia, no necesariamente signifique hablarle a niños y niñas, aunque aparentemente el libro esté dedicado a elles, sino que tiene que es como si le hablara al niño que fuiste, que debés seguir siendo.

  En los poemarios recuerdo que repetís «tráigannos sus hijos que los vamos a tratar mucho mejor que lo que ustedes nos tratan a nosotras” o en ese sentido…

Esa es una frase de Camila Sosa Villada que escribió cosas hermosas, hablaba de que nosotras ya estamos, aunque nos nieguen estamos y finalmente va a llegar el momento en que vamos a atender y vamos a ser la dentista de tus hijos, la farmacéutica, la tachera de tu taxi, vamos a estar más y seguramente les vamos a tratar mejor que lo que ustedes nos trataron a nosotras.

No se puede negar la transformación que tiene tu arte. Crianzas apunta a reveer las infancias»¦

A reveer los comportamientos de esos adultos y esas adultas con respecto a la infancia del propio niñito que ha sido cada cual, pero también discute los roles que ocupamos. Por eso la palabra Crianzas, que es tan brasilera, que parece como una acción, un verbo, que más que hablar de sujetos estamos hablando de un hecho y una construcción, un compromiso y como si fuera un camino, un proceso, la infancia debe ser eso. También es una acción, ¿estamos criando o descriando? ¿Estamos abrazando o abandonando? Me parece que interpela mucho más a los adultos y adultas a través de la infancia, lo que produce, el lugar que les dejamos.

El prólogo maravilloso lo escribe Marlene Wayar para Crianzas, en el que se pone a pensar en el rol de esta adultez total con respecto a la infancia, que es violenta, masacradora, se hace urgente que pensemos otros canales de abrazos y lo transgesor, en todo caso es decirles, ustedes no lo saben, las travas, sí. La insolencia pasaría por ese lado. Escuchen. Escuchen a esta trava tía que en el barrio hace lo que todos ustedes no hacen. Por más que finalmente esa trava, a la vuelta de la esquina sea la condenada, la que va a necesitar como chivo expiatorio a esa misma hegemonía para, decir no, la trava es la que está equivocada, en lugar de asumir las culpas y responsabilidades. ¿Cómo una trava va a criar un niñito si está parada en la calle y viene y le hace el bizcochuelo y sin dormir lo lleva a la escuela?

  Junto con «Yo nena, yo princesa” de Gabriela Mansilla, las infancias están siendo discutidas socialmente»¦

Ojala fuera asi. Carecemos de políticas a favor de las infancias, desde los estados, las organizaciones, los partidos políticos. No llegaron a pensarlas. Me remito al prólogo de Marlene, la infancia sí es pensada como espacio de consumo, desde el lugar que se le da para construir ese modelo que este sistema necesita para futuros adultos y adultas. Ojalá sea así.

  Marlene Wayar, en la presentación de la «Campaña por Infancias trans sin violencia ni discriminación”, decía que las madres y padres que se embarazan no piensan que pueden tener un hijo gay, lesbiana, trans como una posibilidad gozosa, ahí podría generarse un cambio que se necesita con urgencia, que repensemos que pueda ser una posibilidad gozosa»¦

Y también que inclusive va más allá de lo trans lo puto y torta. Es muy difícil ser niñita, niñito, elijas lo que elijas. Si continuamos con el segundo lugar fuera de la casa, es ese jardín de infantes, ese rinconcito para nenas y otros para nenes, hay colores determinados para unos y otras, y sobretodo está la exigencia de seguir abonando ese encuentro entre ambos. Hay un desencuentro entre un rincón y otro, cuando después somos una sociedad que le exige a quien porta lo celeste a que penetre, que se case, que dé hijos, que traiga el sueldo y que vigile a esa niñita, futura mujer que desconoce, por no haber jugado con ella.

La trava, la torta, el puto, el marica, contra todo el viento y marea, psicólogos, el estado, y los diagnósticos, termina haciendo lo que quiere, aunque le tarde veinte, cuarenta años de su vida, lo logra hacer, con más o menos dolor, con más o menos llanto. La hegemonía cree que el problema lo tenemos nosotras. Nuestro problema es que nos matan, nos persiguen, que no nos dejan de joder. Nuestro problema no es ser travas, putos y tortas. El problema lo tiene esta hegemonía que no se discute a sí misma, que no es feliz. Yo les miro las vidas y no puedo dejar de sentir dolor y pena por sus vidas. Y si hay alguien que se corre de eso es porque discute esa hegemonía y esos privilegios. Discute y logra zafar si no, son todos moldes, como la película de Pink Floyd. No vamos enceguecidas corriendo tras eso. Es un grito para las infancias. La trava está empoderada, ese niño está empoderado porque la tuvo a ella. No tiene el destino de prepizza.



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