21/10/2016

El todo y la nada

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Como era de esperarse, las masivas movilizaciones contra la violencia de género enfrentaron diversas campañas de boicot y desprestigio. Una de ellas intentó boicotear la consigna «Ni una menos” desde la consigna «Nadie Menos”, impulsada por sectores claramente machistas y reaccionarios pero con la intención de convencer a personas bienintencionadas para que retiren su apoyo a la causa. Ésta estrategia tiene antecedentes, algunos más recientes que otros, y en todos los casos tuvo como objetivo mantener la impunidad y el privilegio de un sector sobre otro. Por Ramiro Giganti, para ANRed / Imágenes: Rodrigo Ruiz.


El uso de la palabra «femicidio” supone una particularidad en los crímenes que excede lo «decorativo”, exhibe una realidad que muchas veces intenta ser ocultada, más allá del simple «asesinato”. Desde los medios masivos se utilizó durante mucho tiempo el concepto «crimen pasional” el cual enmascaraba el problema y hasta subliminalmente suponía una «justificación” de éste, como si «la pasión” fuera una forma de absolución del femicida. Tal vez resulte impertinente explicar lo obvio, pero incluso en el caso de Lucía Pérez se debate el uso del concepto femicidio.

La consigna «nadie menos” tuvo distintas formas pero un mismo objetivo: deslegitimar las particularidades que nos convocaron, y sostener la impunidad patriarcal. Una de ellas fue con un gráfico con tres manos (una pequeña como la de un bebé) buscando representar el «ideal de familia”, es decir una pareja heterosexual (una mano de un hombre, y otra de una mujer) y un hijo. En el cartel, debajo del «nadie menos” dice «ni hombres, ni mujeres, ni ancianos ni niños” y sus colores son celeste y rosa (el celeste se impone sobre el rosa). Esta campaña supuestamente «pacifista” de «si a la vida” no difiere mucho de las consignas de muchas ONGs, que pocas respuestas dan a los problemas que dicen enfrentar en sus campañas. Ese cartel «pacifista” fue una cara de una misma moneda, la otra fue el «ni una menos” (de color rosa) tachado y reemplazado «nadie menos”, de color celeste. Mas explicito y claro que el anterior, ambos responden a lo mismo, y detrás del supuesto «pacifismo” y el «si a la vida” se esconde la defensa de lo establecido: la impunidad.

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Este tipo de campañas donde detrás de una supuesta apología por «el todo” se oculta una militancia por «la nada” tiene otros ejemplos que vale la pena recordar. Uno de ellos, bastante reciente y que aún continúa, es el relacionado con los asesinatos en Estados Unidos de afrodescendientes por parte de la policía, un conflicto de larga data por la historia de racismo tan presente en ese país. En junio del 2013, se creo el movimiento «Black Lives Matter” (las vidas negras importan) luego de la absolución de Geoge Zimmerrman por la muerte de Trayvo Martin, un adolescente afroamericano, por un disparo. El movimiento tuvo mucho crecimiento el año siguiente por diversos casos de gatillo fácil que dieron lugar a las protestas en Ferguson. En un claro intento de contrarrestar este movimiento antirracista, empezó a divulgarse la consigna «All lives matter”(toda vida importa). Curiosamente, entre sus primeros impulsores figuran policías retirados. La consigna que puede haber prendido en sectores bienintencionados tiene una clara intencionalidad racista: eliminar la particularidad de esos crímenes contra jóvenes afrodescendientes que no son hechos aislados. Detrás de la consigna pacifista se agruparon numerosos sectores racistas que se expresan de manera más o menos explícita. Incluso, sectores racistas intervinieron pintadas del «Black Lives Matter” tachando y reemplazando el «black” por «all” con una similitud gráfica con el «ni una menos” tachado y reemplazado por el «nadie menos” muy clara.

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Los hechos ocurren mientras quienes niegan el racismo se excusan diciendo que «hay un presidente negro” mientras que la primer movilización por el «Ni una menos” en Argentina fue durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, gobierno en el que nada se hizo para despenalizar el aborto, y muy poco para dar respuesta a esta problemática, mientras el actual gobierno profundiza el problema recortando presupuesto a centros de asistencia a víctimas de violencia de género.

Pero existen otros antecedes similares: uno de ellos fue el de la campaña «memoria completa” que buscaba desde militares y defensores de la pasada dictadura, deslegitimar los avances de los movimientos de Derechos Humanos en los juicios a genocidas. La supuesta «totalidad” consistía resaltar casos de militares muertos por la subversión, buscando igualar estos con el terrorismo de estado ejercido en esos años, y de esta manera atenuar condenas a genocidas. El carácter grotesco y desopilante de sus integrantes y el fracaso de aquellas acciones de ninguna manera deja de ser una alerta. Actualmente, se vuelve a poner en cuestión el genocidio ocurrido en esos años, hay quieres cuestionan la cifra de desaparecidos (incluso ocupando cargos en el actual gobierno) buscando minimizar la etapa mas oscura de la historia argentina.

Retomando las repercusiones del pasado «Miércoles Negro” como se le llamó, hubo diversas intenciones de igualar femicidios con superficialidades: desde desprestigiar la movilización por las pintadas en el Cabildo (algo que ya había ocurrido en el pasado Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario), hasta argumentos desopilantes como hablar de «privilegio femenino” por ejemplo, porque las mujeres entran gratis a varios boliches, algo que justamente es una medida machista cuyas intenciones cosifican a la mujeres ya que buscan «llenar el boliche de mujeres para satisfacer al macho que paga”, cuando organizaciones feministas dicen «ni flores ni bombones” se refieren a cuestiones similares, cuestionar el perfil sumiso de la «mujer agasajada” y los estereotipos establecidos. Una mujer libre que tome las mismas decisiones que un hombre, que pueda terminar una relación abiertamente, sin el poder de «el macho que paga” y mucho menos «el macho que pega”, de ahí a «el macho que mata” no hay tanta distancia. Curiosamente (a modo tragicómico) el cantante Cacho Castaña, ocupó un lugar en la lista de tendencias de Twiter la noche posterior al miércoles negro, el mismo que tuvo entre sus canciones mas populares a una titulada «si te veo con otro te mato”. Mucho para cuestionarnos, mucho para cambiar de nuestra cultura.

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Volviendo al «nadie menos”, quien escribe invita a las lectoras y lectores de esta nota a buscar en las cuentas de quienes defendían y promovían esta consiga cuantas veces, antes de la convocatoria al pasado «miércoles negro”, se preocuparon por otras muertes, si se indignaban por cada caso de gatillo fácil, por cada victima de la represión, por cada familia desalojada de sus viviendas, por cada pibe que revuelve la basura, por cada trabajador maltratado, precarizado o despedido.

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Plantear una totalidad abstracta sin señalar particularidades solo genera eso: eliminar las particularidades. De ninguna manera significa que no se puedan relacionar distintas causas teniendo en cuenta sus particularidades (algo que quienes difunden el «nadie menos” omiten). Sin ir mas lejos, quien escribe y firma esta nota, hizo lo propio hace pocos días con una nota titulada «article13017» relacionado dos casos: una mujer y un varón, ambas víctimas, pero señalando as particularidades que distinguen a ambas.

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Quedará para mas adelante y para cada una y cada uno de nosotros, señalar otras cuestiones vinculadas a las repercusiones del pasado miércoles negro: el doble discurso de varias celebridades y medios de comunicación que ese día se sumaron a la causa y sostener la continuidad en el tiempo que garantice avances concretos y profundos, algo que después del 3 de junio de 2015 (el primer «Ni una menos”) no ocurrió, a pesar de su enorme masividad pero, a su vez, salpicada de numerosos casos de doble discurso.



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