04/09/2016

¿Qué unidad es la unidad de la CGT?

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Finalmente la largamente anunciada unificación de la CGT se concretó sin mayores novedades: ya se conocía desde mucho antes que la salida era un triunvirato y así fue. Sin embargo esta unificación no resuelve las contradicciones internas mientras que hay una fuerte disociación entre la creciente conflictividad social y la pasividad de los dirigentes. Por Eduardo Lucita.


Cuatro años tardó la CGT hasta llegar a esta unificación parcial lograda casi dos semanas atrás. Según los padrones aprobados estaban habilitados a votar 2122 congresales de 124 gremios, finalmente lo hicieron 1540, de los que 1528 votaron por la lista Azul y Blanca. Lista única como corresponde a la tradición cegetista.

Fracturas y recomposiciones

El divisionismo temporario, las fracturas y recomposiciones forman parte de la tradición de la central desde los años «™50 del siglo pasado. Cómo pararse frente a los gobiernos de turno es el eje común de estas divisiones, comienzan a tomar forma entonces las tendencias confrontacionista, colaboracionista y participativa, que con variantes se suceden hasta nuestros días.

Sintéticamente, así fue en 1957 cuando 40 gremios recuperados de la intervención de la dictadura de entonces, se reunieron convocados por la Regional Córdoba de la CGT, se verifica allí un recambio importante de dirigentes, surgen las 62 Organizaciones (cuando todavía no tenían el aditamento de peronistas y cuyos primeros plenarios eran con «barras” que presionaban a los dirigentes); los 32 gremios democráticos (no peronistas y disciplinados frente a las normativas de la dictadura) y el MUCS (con fuerte peso de los comunistas). En 1963 un congreso unificador que reúne a unas cien organizaciones sindicales busca dar cabida a todas las tendencias y nace así un secretariado ampliado compuesto por partes iguales entre peronistas e independientes. En 1968 frente a las intervenciones del onganiato y ante un nuevo congreso normalizador surge la combativa CGT de los Argentinos, enfrentada a las alas colaboracionistas y participativas. Finalmente a la salida de la última dictadura militar en 1984 las diversas tendencias se asocian para negociar con el gobierno la convocatoria a elecciones en los sindicatos y la normalización de la CGT.

La actual unificación

Suele decirse que la unificación de la CGT del 22 de agosto pasado es una unificación renga, o si se quiere parcial, porque no expresa al conjunto del movimiento obrero. Efectivamente más de 100 gremios han quedado afuera, a lo que deben sumarse los que expresan las dos CTA, que si bien son minoritarias son tendencias diferenciadas. También se cuestiona que es casi insignificante la representación femenina, cuando la mujer es una parte importante de la fuerza de trabajo nacional, esto que también es una tradición cobra mayor destaque cuando los problemas de género han ganado un fuerte espacio en la sociedad. Suele decirse que de esta unificación ha surgido una CGT débil. Esta es una definición que, nos parece, hay que relativizarla.

Por un lado es cierto que han quedado afuera gremios importantes como SMATA, la UF, Luz y Fuerza o UATRE, que otros con numerosos afiliados como ATE y CTERA se expresan en las CTA. También que esa debilidad se muestra en que no se han resuelto las contradicciones internas y que no parece surgir un liderazgo fuerte. Conviven el «Moyanismo” (Camioneros, Dragado y Balizamiento, La Fraternidad»¦) con posiciones hoy muy oscilantes, con la Corriente Federal de Trabajadores (unos 40 gremios encabezados por la Asociación Bancaria) que ha adoptado en la coyuntura una posición más contestataria y los «Gordos” (Sanidad, Comercio, UOM, UPCN) de rasgos participacionistas.

Sin embargo ¿porque decimos que hay que relativizar esta debilidad? Es que esta CGT reunificada parcialmente es la que detenta el «poder de fuego” real de los trabajadores argentinos en la actualidad: Camioneros puede paralizar el ”clearing” bancario, la recolección de residuos en las grandes ciudades y el abastecimiento de combustibles; la CATT pueden paralizar la circulación de personas y mercancías; los bancarios pueden trabar todo el circuito financiero del país y paralizar la cadena de pagos; los aceiteros pueden frenar el embarque del principal producto de exportación del país… La debilidad entonces es relativa y tiene que ver con la falta de resolución política.

Funcionalidad política

La caída de la actividad económica, el creciente desempleo, los tarifazos y los mayores índices de inflación y pobreza alimentan el malhumor social creciente que contrasta con la pasividad de las cúpulas sindicales. Los principales voceros de la CGT no se cansan de auto justificarse «»¦no queremos que nos tilden de desestabilizadores”, haciendo propio el argumento del gobierno que busca instalar que toda movilización o declaración contiene un intento desestabilizador (pone palos en la rueda), casi como la contracara del anatema destituyente utilizado por el kirchnerismo.

Son así funcionales a la política del gobierno de la derecha empresarial, que necesita una CGT reunificada para negociar de conjunto la garantía de la menor conflictividad posible ofreciendo a cambio un flujo de recursos financieros. Así las direcciones sindicales tradicionales parecen retomar el camino de los «™90. Si en aquellos años negociaron sobre la base de participar en las ART, las AFJP y paquetes accionarios en las privatizadas ahora son otros los recursos, provienen de los fondos retenidos de las obras sociales, pero la lógica es la misma, como muy bien lo explica la investigadora Paula Varela.

Sin programa

Esa falta de resolución política «“en la que las contradicciones internas deben jugar un papel no menor- se expresa en que a diferencia de otros momentos históricos, cuando se alumbraron programas y planes de lucha «“ 1957 y 1962 los «Programas de La Falda y Huerta Grande”; en 1963 la declaración «El cambio total de las estructuras económicas”, en 1968 el «Programa del 1° de Mayo” y en 1984 los «26 puntos programáticos”, en esta oportunidad no hay ni un esbozo de programa y mucho menos medidas de acción concreta para enfrentar la ofensiva del capital que se despliega sobre el mundo del trabajo. Apenas un pedido de reuniones con algunos ministros, las cámaras empresarias y la iglesia.

Pero no todo está dicho

Hoy la CGT es la garantía de la gobernabilidad en el país, pero la situación es distinta a la de la hiperinflación de 1989 o a la crisis de la convertibilidad en 2001. El movimiento de los trabajadores no está derrotado, se ha recompuesto físicamente y hay un importante recambio generacional, que se evidencia en las organizaciones de base (Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados) donde los sectores anti burocráticos y clasistas han ganado posiciones, como contrapartida tiene sí que resolver la fragmentación y dispersión de sus luchas, ser capaces de encausarlas detrás de objetivos comunes.

El tiempo que va de aquí a las elecciones de octubre del año próximo será decisivo.

Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI «“ Economistas de Izquierda.



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