18/08/2016

3 años sin Lulú

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El sábado 17 de agosto de 2013 nos enteramos de la muerte de Lulú, una niña de apenas dos años que junto a su joven madre forman parte de nuestro centro comunitario. Había crecido con nosotros desde la panza de su mamá, Yanina González. Por Centro comunitario Gallo Rojo


El grito campesino de «Alerta!” fue una de sus primeras palabras compartiendo un campamento latinoamericano de jóvenes con el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), donde también aprendió a caminar y a crecer junto a otros y otras.
A Lulú la mataron a golpes. La indiferencia, la pobreza, la injusticia son participes necesarios de su muerte.
La historia de Yanina es compleja, difícil. Similar a la de centenares de mujeres de barrios humildes que se encuentran en situación de enorme vulnerabilidad. Padeció toda la vida la pobreza extrema producto de una desigualdad social que la atraviesa, que la desgarra. Sufrió el abandono, la falta de contención y la indiferencia de un sistema que la exprime. Su cuerpo ha convivido con años de maltrato físico y psicológico. Yanina fue víctima también de la violencia institucional: la justicia la mantuvo un año y 8 meses presa injustamente negándole el derecho a asistir al entierro de su hija. La fiscal, Dra. Carballido Calatayud detuvo a Yanina acusándola de no cuidar de su hija, de no ser garante de los derechos de la niña. Mientras tanto el asesino aún sigue libre, porque la fiscalía de Violencia de Género de Derqui no investigó el caso.
La reacción social ante la conducta de Yanina tiene como base el prejuicio y la ignorancia que reza: «Una madre siempre debe defender a los hijos”. En sintonía resulta tragicómico saber que se la acusó oficialmente de no ser garante de los derechos de su niña, mientras que ella vivía violencia sistemática, tortura cotidiana y continua durante meses, y estaba en un estado de mayor vulnerabilidad por su embarazo. El ejercicio de la ciudadanía restringida que tienen la mayor parte de las mujeres en el mundo era y es para ella una utopía inexistente. Solo fue reconocida en su carácter de ciudadana para ser detenida. La cárcel para Yanina fue un dar satisfacción a la moralina e hipocresía social, que exigía de esta mujer una conducta ética (defender a sus hijos) que el colectivo machista es incapaz de sostener.
Por esto afirmamos que Yanina es víctima también de la violencia institucional: El Estado es cómplice de estas situaciones por omisión. Hay un Estado que debía garantizar su escolaridad y la excluyó, un Estado que debía velar por su seguridad social y la de su hija, garantizarle el sistema de salud, defenderlas del maltrato. Este mismo Estado invisibilizó su condición de víctima de violencia aun interviniendo desde una fiscalía de género. Ninguno de sus funcionarios la vió, ni la escuchó, pero sí estuvieron ahí para decidir su detención.
Sin cuestionar en todos sus aspectos el sistema machista, es imposible terminar con el maltrato infantil y la violencia de género. Hoy nos seguimos organizando y luchando todos los días por un cambio social profundo, por una sociedad justa, libre de violencia, con respeto y equidad entre hombres y mujeres.
Creemos y afirmamos que la lucha y la organización de los sectores populares son herramientas de transformación de esa realidad. Que aportan de forma germinal un cambio, una transformación en la vida de mujeres, hombres, jóvenes y niños y niñas.

¡BASTA DE VIOLENCIA A LA MUJER! ¡BASTA DE MALTRATO A LOS/AS PIBES/AS!
¡JUSTICIA POR LULÚ! ¡CÁRCEL AL FEMICIDA ALEJANDRO FERNÁNDEZ!

Centro Comunitario Gallo Rojo «“ Red El Encuentro



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