28/07/2016

El golpe de Estado de Turquía, en cinco claves

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Aunque no se puede asegurar con rotundidad de quién es la autoría del golpe, sí está claro quién es el principal beneficiado del mismo. En tan sólo unos días, Erdogan ha aprovechado para represaliar a 60.000 personas y limitar derechos y libertades. Por Periódico Diagonal


Doce días después del golpe de Estado en Turquía, la situación de excepción en el país persiste. La persecución por parte del régimen de Erdogan a los opositores es una de las pocas certezas después del amago de alzamiento militar-

1. ¿Se trató de un golpe o de un autogolpe?

Ninguna hipótesis es descartable. Aunque todo parece indicar que se trató de un golpe apoyado por un pequeño sector del Ejército, la hipótesis de que el Gobierno al menos sabía que se iba a producir cobra fuerza. Según un comunicado que las Fuerzas Armadas emitieron el 19 de julio, los servicios secretos del MIT avisaron a las 16h del día 15 al Estado Mayor de que se iba a producir un golpe de manera inminente, y éste actuó prohibiendo la salida de aviones y tanques de las bases militares a partir de las 19h. Sin embargo, el Gobierno dice no haberse enterado hasta que se inició el golpe sobre las 22.30h de ese mismo día.

2. ¿De quién es la autoría?

Fetullah Gülen: el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan acusa al clérigo Fetullah Gülen, un islamista moderado exiliado en Estados Unidos, y su aliado en el AKP hasta que surgieron diferencias entre ambos y cayó en desgracia. Esto ocurrió en 2013, en pleno movimiento popular en Gezi, cuando el clérigo trató de capitalizar las protestas y usó su influencia en los medios y la judicatura para denunciar casos de corrupción que podían tumbar al Gobierno, según una entrevista del profesor Cihan TuÄŸal en Jacobinmag. Sin embargo, en la práctica no existe gran diferencia entre los seguidores de Gülen y los de Erdogan. «Es más: se solapan. Su única diferencia consisten en la identidad del líder”, indica el periodista residente en Estambul Ilya U. Topper en Msur.

Erdogan y el Gobierno: en respuesta a los medios, Fetullah Gülen negó estar tras el golpe e insinuó que podía tratarse de un autogolpe de Erdogan. «Existe la posibilidad que sea un montaje y que haya podido tener la intención de hacer más acusaciones contra gülenistas y militares», dijo el clérigo.

Kemalistas: el Ejército turco ha sido tradicionalmente defensor de las ideas laicas de Mustafá Kemal Atatürk, el padre del Estado moderno turco, y a lo largo de las décadas ha realizado sucesivos golpes de Estado e intervenido de diversas maneras en la política interna del país. El último golpe de Estado exitoso se produjo en 1997 después de que un partido islamista llegara al poder. Sin embargo, en 2002 triunfó nuevamente una formación islamista moderada, el AKP, del actual presidente, Recep Tayyip Erdogan. Desde entonces, éste ha trabajado para neutralizar a los elementos kemalistas del Ejército. Aunque hay un claro descontento en este sector del Ejército y el comunicado golpista tenía más elementos del kemalismo clásico que del gülenismo, varios generales claramente kemalistas se opusieron públicamente al golpe y la televisión más próxima a este sector tampoco lo apoyó abiertamente. Además, el líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), principal partido kemalista, condenó el golpe en sus primeras horas.

3. Las consecuencias

Aunque de momento hay más incógnitas que certezas en lo que respecta a la autoría del golpe, sí está claro quién es el principal beneficiado: Erdogan, que ha reforzado sus políticas autoritarias y lo ha utilizado para hacer una purga en toda regla de todos aquellos elementos críticos o molestos con el régimen:

De momento, se ha impuesto el Estado de emergencia, que estará vigente al menos durante tres meses: esto otorga al presidente prerrogativas excepcionales para aprobar leyes o suspender derechos y libertades, da más poder al Ejecutivo y también otorga más poderes a la Policía.

Se ha suspendido la aplicación de la Convención Europea de Derechos Humanos.

La purga afecta ya a unas 60.000 personas, aunque cada día se conocen nuevas medidas represivas, detenciones o destituciones.

Se ha arrestado a un tercio de los 356 generales y almirantes del Ejército, sean gülenistas o kemalistas, acusados de haber participado en el golpe.

Se ha suspendido a 45.000 funcionarios. De ellos, 7.900 son agentes de policía; cerca de 3.000 son jueces y fiscales; 15.200 son maestros; 5.000 son empleados del sistema sanitario.

Se han cerrado más de mil escuelas privadas, con la acusación de pertenecer a la red de Gülen, por «crimen contra el orden constitucional”, y a más de 21.000 profesores se les ha retirado la licencia.

El Consejo de Educación ha exigido la dimisión de todos los rectores y decanos de las universidades del país, tanto públicas como privadas. Cerca de 1.600.

Se han cerrado 1.229 organizaciones benéficas o fundaciones, 19 sindicatos, 15 universidades y 35 centros médicos.

Se ha retirado la licencia de 25 canales de radio y televisión.

Se ha detenido a al menos 13.000 personas, de las que 6.000 se encuentran en prisión preventiva.

Entre los detenidos se encuentran 42 periodistas, todos arrestados en la misma jornada. Entre ellos, la famosa periodista Nazli Ilicak, despedida en 2013 del periódico gubernamental Sabah por haber criticado a ministros implicados en un escándalo de corrupción; Zehra Dogan, editora de la Agencia feminista JINHA Women»™s News Agency, o Zeynel Abidin Bulut, editor del diario kurdo Azadiya Welat.

El Gobierno ha anunciado que no descarta la reintroducción de la pena de muerte, abolida en 2004.

4. ¿Qué pasa con los kurdos?

El Kurdistán turco se halla bajo asedio y sufre la represión del Gobierno central desde hace décadas, y en mayor medida en los últimos años y meses, por lo que la imposición del Estado de excepción no ha modificado demasiado su situación en ese sentido. Como indica la página web Kurdiscat, las zonas kurdas han sufrido la imposición del Estado de emergencia 46 veces en los últimos años.

Sin embargo, el prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP), considerado por Erdogan uno de sus grandes enemigos y que por primera vez entró en el Parlamento turco en las elecciones de julio de 2015, condenó también el golpe de Estado. También lo hizo el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) a través de la Confederación de los Pueblos del Kurdistán en el que afirma que «las luchas de poder (…) dan testimonio de cómo en los países antidemocráticos un poder autoritario lleva adelante un intento de golpe para derrocar otro poder autoritario cuando las condiciones son las adecuadas», pero concluyen que «describir a Tayyip Erdogan y a los dictadores fascistas del AKP como democráticos después de este intento de golpe es un enfoque aún más peligroso que el intento de golpe en sí mismo».

5. ¿Cómo queda la relación con la Unión Europea?

Una de las consecuencias que destacaba Cihan TuÄŸal es la posible apertura de un nuevo ciclo en las relaciones entre el régimen turco y los países occidentales. La frialdad manifiesta de Estados Unidos, explicitada en las palabras de John Kerry, el secretario de Estado norteamericano, hacia Erdogan y su entendimiento con Fetullah Gülen hacen factible un reequilibrio diplomático por parte de Turquía hacia posiciones de amistad con Rusia y un mayor distanciamiento de los países integrados en la OTAN.

Pero, al margen de las declaraciones de los líderes occidentales, la vigencia de acuerdos entre la UE y Turquía está fuera de dudas. Margaritis Schinas, portavoz de la Comisión Europea, se ha encargado de dejar claro que el compromiso con Turquía sobre acogida de refugiados se está cumpliendo. Europa ya ha enviado 3.000 millones de euros al país otomano, algo que el Gobierno turco niega. «Los gobiernos europeos no son honestos» dijo el propio Erdogan el lunes a la prensa alemana.

En otoño habrá otra prueba de fuego para comprobar el impacto que ha tenido el golpe y evaluar el posible distanciamiento de Erdogan de sus socios europeos. Está previsto que en octubre Turquía reciba los visados de libre acceso para sus ciudadanos, una contrapartida del acuerdo que el Gobierno firmó con la UE.

No obstante, Bruselas sigue apoyando al régimen de Erdogan, evitando las sanciones y condenando sólo retóricamente las purgas que se han realizado hasta ahora. Desde Turquía recalcan que medidas como la suspensión de la aplicación de la Convención Europea de Derechos Humanos han sido tomadas con anterioridad por gobiernos como el de François Hollande en Francia.



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