El gol que no gritó ningún milico
Islandia, en su primera participación en toda la historia de la Eurocopa, empató 1 a 1 con Portugal. El primer gol de su historia en la euro, es también el primer gol de un país sin fuerzas armadas en la historia de este torneo. Un tesoro escondido en un torneo rodeado de medidas de seguridad, represión a manifestaciones, y fuertes incidentes entre hinchadas nacionalistas. Por Ramiro Giganti, para ANRed.
El cierre de la primera fecha de la Eurocopa tuvo lugar en Sain-Etienne, en el estadio Geoffroy-Guichard, aquel donde Argentina eliminó a Inglaterra por penales en el mundial de 1998, tras empatar 2 a 2 en aquel partido recordado por la gambeta de Michael Owen al «Ratón» Ayala, el gol de Javier Zanetti, o el pesar de Mick Jagger al ver a su seleccionado quedar eliminado desde la platea.
Este estadio sería sede de otra página de la historia grande del fútbol, esta vez en un torneo continental. El estadio repleto de seguidores, principalmente convocados para ver al astro Cristiano Ronaldo, quien concentró toda la atención mediática en la previa del partido. Enfrente estaba el seleccionado de un país de 330 mil habitantes cuyo, deporte nacional es la glima: un estilo de lucha medieval que suele aparecer en las sagas islandesas, esas que inspiraron a Borges, y que tuvo actuaciones destacadas en el ajedrez y sus únicas medallas olímpicas en judo, atletismo, o handball, donde sí es una potencia europea, al igual que otros países nórdicos.
Acompañado de otras figuras de renombre, como Nani, Quaresma, o el rústico Pepe, el equipo de «CR7” era el gran favorito. Los comentarios en la previa e incluso los primeros momentos del partido mencionaban que hasta el momento «no hubo ningún partido con una diferencia mayor a dos goles en esta fecha”, como esperando que algo distinto suceda en ese partido, en donde la cotización y el renombre de los jugadores de uno y de otro, no mostraban grandes equivalencias.
Sin embargo, en los primeros minutos fue Islandia el que sorprendió con las primeras jugadas en ataque cuando Gylfi Sigurdsson quedó mano a mano con el arquero Rui Patricio, quien pudo evitar que Islandia se ponga en ventaja. Con el transcurso de los minutos y el peso de sus individualidades Portugal empezó a manejar la pelota e inclinar la cancha frente a una Islandia bien parada atrás buscando salir de contra, exigiendo a su arquero Halldorsson, que fue una de las figuras del partido. A los 31 minutos Nani abrió el marcador y todo parecía indicar que Portugal se iba a llevar los 3 puntos sin inconvenientes.
Pero a los 6 minutos del segundo tiempo, un buen centro cruzado de Gudmundsson terminó en una linda definición de Bjarnason, jugador del Basilea suizo (donde hace poco se retiró Walter Samuel, equipo del que es hincha Roger Federer). Portugal no se pudo recuperar del golpe y no pudo llevarse el partido que en la previa parecía ganado. No hubo gol de Cristiano Ronaldo, cuyo pase vale más euros que la suma de todo el equipo de Islandia, pero sí hubo un gol histórico.
El gol de Bjarnason fue el primer gol de Islandia en la Euro, el primero para su país en una copa de gran trascendencia, ya que Islandia nunca antes había participado, ni de la Euro ni de ningún mundial. Es también, el primer gol en la competencia de un país que no tiene fuerzas armadas. Islandia, si bien posee una guardia costera y policía (que en toda su historia solo reprimió con gases lacrimógenos 2 movilizaciones, una en 1949 y otra 50 años después en 2009, que terminó con la caída de ese gobierno), no tiene fuerzas armadas.
Islandia, durante muchos años, fue el país menos corrupto según las encuestas internacionales. Ese lugar de privilegio tuvo dos manchas: la primera en su crisis financiera del año 2008, que generó masivas movilizaciones en la llamada «revolución islandesa”, que llevó al país a romper relaciones con el FMI, y condenar a prisión a tres banqueros. Otra consecuencia de esas movilizaciones fue la renuncia de su mandatario, que fue reemplazado por Jóhanna Sigurðardóttir, quien se convirtió en la primera jefa de gobierno reconocida como LGBT del mundo, por haberse declarado lesbiana anteriormente. Islandia, además, es uno de los países más igualitarios en cuestiones de género.
La otra mancha llegó en 2013, cuando fue elegido como primer ministro Sigmundur Davíð Gunnlaugsson, quien intentó iniciar una restauración por derecha, liberando a los banqueros y negociando con el FMI, pero no duró mucho: su nombre apareció en los Panamá Papers y una movilización popular generó su renuncia el pasado 5 de abril. El 2013 fue un año duro para Islandia, ya que en diciembre de ese año la policía mató a un hombre por primera vez en la historia del país.
«Un país de locos” podría ser la frase de sentido común para describir todas estas cosas. Loco, como los festejos del Stjarnan Garðabær, que se viralizaron hace algunos años, equipo que ganó por primera vez la liga de Islandia en 2014, y pudo pasar dos fases en la Europa Ligue al año siguiente (pero que en fútbol femenino ya había ganado el campeonato en 2011).
Como los locos que, fieles a las causas perdidas, pusimos atención en ese partido, que en la previa parecía perdido. Tal vez sea una causa perdida pretender vivir sin fuerzas armadas, o pretender que banqueros que endeudan a un país terminen en la cárcel. Hoy parece una causa perdida por estos lugares pretender que un funcionario cuyo nombre aparece en cuentas offshore renuncie.
Seguramente era una causa perdida para quienes no miran un poco más allá de los establecido y repetido por los medios, como la figura de Cristiano Ronaldo, por ejemplo, y no hayan puesto atención en que este pequeño país había clasificado a esta copa dejando afuera el año pasado nada menos que a la poderosa Holanda. Antecedente que no muchos conocían. ¿Cómo habrá sido cantar «el que no salta es un holandés” en un país sin fuerzas armadas? ¿Cómo será vivir el triunfo de una «causa perdida”? ¿Cómo será la libertad?
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