30/10/2006

Oaxaca, un estado con historia de resistencias

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«Las numerosas guerrillas de la zona se encontraban expectantes, planteando una de ellas responder a la ocupación militar con el repliegue hacia el campo» cuenta el sociólogo Leandro Rodríguez en un análisis sobre el conflicto mexicano donde «el principal interrogante reside en qué capacidad tendrá la APPO para desarrollar un consenso dentro de su estado entre maestros, campesinos, indígenas, comerciantes, artesanos y estudiantes, representados en sus múltiples y diversas organizaciones.»


La historia de la rebelión

El Estado o provincia de Oaxaca y su capital del mismo nombre, se ubica en el sur de México, desde la meseta o sierra central hasta el océano Pacífico, en el centro del istmo de Tehuantepec (especie de embudo que media el pasaje de la América Central continental a la América del Norte), eje geográfico del estratégico Plan Puebla-Panamá. Oaxaca limita al oeste con el Estado de Guerrero y al este con el Estado de Chiapas, los dos Estados con mayor conflictividad campesina y presencia guerrillera del país.

El conflicto actual tiene hondas raíces en las tareas irresueltas de la revolución mexicana de principios del siglo XX y la consecuente estructura socioeconómica del país. El problema de la tierra nunca fue resuelto satisfactoriamente desde el punto de vista de los campesinos, mayoritariamente indígenas (se calcula que viven unos 35 millones en todo el país, la mayor parte en el campo). Pero al mismo tiempo tampoco fueron totalmente expropiados de sus tierras. El resultado fue una tensión permanente entre el Estado mexicano y sectores de clase media (funcionarios del Estado- profesionales y trabajadores de la industria) y alta de las ciudades. Tras esta tensión se revelaba una especie de empate entre el propósito del Estado de expropiar el excedente campesino y el objetivo campesino de sostener su forma de vida -comunitaria en algunos casos, familiar en otras- y desarrollar su producción[1].

Bajo esta tensión se desarrollaron importantes y duraderas experiencias de guerrillas rurales, así como una tradición combativa y de base de los maestros ruralistas. Justamente estos maestros tenían la tarea encargada por el propio Estado de alfabetizar y calificar la fuerza de trabajo campesina, base de la capacidad de industrializar el campo por sí mismos. Los maestros, siendo trabajadores asalariados, se encontraban en el ámbito campesino, por lo que se conformaban como bisagra de esas dos clases, viviendo en carne propia los padecimientos de ambas clases.

Esta estructura empezó a cambiar en la década del ’80 con la ofensiva neoliberal del capital. Por un lado se produjo la apertura comercial con la formación del TLC (tratado de libre comercio con los EEUU y Canadá); por otro el intento de quitar de la Constitución el respeto a las propiedades comunales. Ambas reformas convergían en exponer la producción campesina a la competencia con la producción agrícola de los EEUU, industrializada y subsidiada. La competencia desigual agudizó la pobreza en el campo mexicano e impulsó la migración a las ciudades. La modificación económica que supone que México se abastezca de alimentos producidos en EEUU, incluso maíz y porotos, provoca migraciones, cambios de vida y debilita la resistencia política. Como sustituto en esta crisis surge la industria turística, artesanal y cultural, que en Oaxaca es muy importante[2].

Chiapas y Oaxaca, pueblos de resistencias

Sin embargo la resistencia dio un salto cualitativo con la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), auténtica guerrilla campesina. Al conformarse como organización de los indígenas campesinos, basados en la producción y la democracia comunitaria el EZLN genera las condiciones para liberar en forma estable una parte del territorio mexicano. Este grado de unidad no pudo darse en los estados de Guerrero y Oaxaca porque, entre otros motivos, los campesinos de esos estados tienen una menor tradición comunitaria, en parte debido a la falta de una militancia católica de liberación como la formada por Samuel Ruiz en Chiapas abierta a la confluencia con la izquierda (como ocurrió en Nicaragua y en Brasil), en parte debido a la diferente orientación y apertura de los guerrilleros con su medio.

A su vez, el cambio estructural señalado con el debilitamiento de las producciones campesinas tradicionales, se vio reforzado por el llamado Plan-Puebla-Panamá, que sienta las condiciones para explotar las riquezas naturales situados entre México DF y Panamá. En realidad los países de América Central continental ya firmaron un TLC con los EEUU, con lo cual estarían en condiciones de establecer simplemente un TLC ampliado con el TLC que está México. Aquí el problema reside en que el territorio liberado por el EZLN y sus juntas de buen gobierno (o caracoles) en Chiapas constituye un verdadero agujero negro para aquel esquema. Geográficamente, Chiapas y Oaxaca obstruirían en forma prácticamente total la construcción de vías de comunicación que permitan el flujo de capital por estos países y la instalación de grandes obras de infraestructura que hagan posible (al capital) el uso turístico y medicinal de la biodiversidad de la zona, el uso energético de los ríos, el uso de la fertilidad de la tierra por medio de la privatización e industrialización del campo.

El conflicto actual y la APPO

El conflicto actual tiene dos grandes reivindicaciones: la mejora de las condiciones de trabajo para los maestros ruralistas y la renuncia del gobernador del Estado de Oaxaca, Ulises Ruiz Olivera, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Originada en la huelga de los maestros que enfrentaron firmemente la represión estatal, y bajo el contexto de la falta de legitimidad del supuesto presidente electo Felipe Calderón del PAN (Partido Acción Nacional, de extracción derechista) y la resistencia cívica encabezada por el candidato opositor López Obrador, se conformó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).

La APPO está conformada por el sindicato docente de Oaxaca y más de trescientas organizaciones sociales, políticas, estudiantiles, culturales, campesinas, indígenas de ese Estado. Sus acciones expresan objetivamente un cuestionamiento más hondo que las dos grandes reivindicaciones inicialmente citadas.

La APPO tomó los edificios de gobierno y los medios de comunicación, además de controlar la seguridad y las vías de acceso a la capital y su conurbano. Puede decirse que obstaculizó las funciones estatales (no había policía ni administración estatal), ejerciendo algunas de ellas por sí misma y en otras las ejerce como función de la sociedad civil (en el caso de los medios de comunicación).

En esta situación y ante su próxima asunción, el cuestionado Calderón le reclamó al actual presidente Vicente Fox ocupar militarmente Oaxaca, mientras el PRD (Partido de la Revolución Democrática) propuso en el Senado intervenir el Estado expulsando a Ruiz Olivera. Finalmente el PRI y el PAN acordaron satisfacer las reivindicaciones iniciales de los docentes, ocupando al mismo tiempo Oaxaca por una fuerza conjunta policíaco -militar[3], respaldando al gobernador.

Las numerosas guerrillas de la zona se encontraban expectantes, planteando una de ellas responder a la ocupación militar con el repliegue hacia el campo desde donde consideran estar en condiciones de responder militarmente a las fuerzas armadas mexicanas.

En este panorama, el principal interrogante reside en qué capacidad tendrá la APPO para desarrollar un consenso dentro de su estado entre maestros, campesinos, indígenas, comerciantes, artesanos y estudiantes, representados en sus múltiples y diversas organizaciones. Al mismo tiempo, aparecen como organizaciones aliadas pero relativamente externas, el EZLN y «la otra campaña», las guerrillas de Oaxaca y de Guerrero, el sindicato mexicano de electricidad (baluarte contra las privatizaciones) y una multiplicidad de organizaciones populares. Luego, como aliado potencial netamente externo, aparece el movimiento contra el fraude de López Obrador.

La resistencia pacífica que está ocurriendo en estos momentos, parece responder a esta necesidad de generar consenso hacia dentro y hacia fuera de Oaxaca. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que hay sectores especialmente inestables como los ligados al turismo que están sufriendo grandes pérdidas.

Ante la ofensiva de la alianza PAN-PRI (gobierno nacional-gobierno estatal) por recuperar el control de Oaxaca, no hay que perder de vista que éstos recurren a tácticas propias de las guerras de contrainsurgencia, guerras de baja intensidad, como las que se vienen empleando en Chiapas y se emplearon en los ’80 en varios países de Centroamérica. Estas consisten en minar las bases del otro, cooptando y dividiendo a distintos sectores con créditos y subsidios, por medio de la guerra psicológica y con represión localizada y selectiva[4].

La estrategia descentralizada que propone una de las guerrillas puede hacer perder la fuerza de masa y visibilidad de la APPO, que hoy le permite ganar solidaridad, que la obligaría a trasladar la confrontación a una guerra de lógica abierta que no puede encararse sin un sólido consenso en las bases socio-económicas del movimiento.

Leandro Rodríguez. Sociólogo, integrante de la Agrupación Viejo Topo (UBA) y del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL)

Principales fuentes actuales: www.jornada.unam.mx y www.nodo50.org


Notas:

[1] Ante este empate, el campo se mantuvo sin mayores modificaciones, aunque sí aportó una modificación a la sociedad mexicana como cantera permanente de trabajadores para las ciudades industrializadas, en particular México DF.

[2] En todo México representa la segunda fuente de divisas, junto a las remesas que mandan los inmigrantes desde EEUU.

[3] En México la Policía Federal Preventiva (PFP) es una fuerza militar habilitada, por una reforma a la constitución, a intervenir en represión interna. De todas formas también están interviniendo distintos sectores de las fuerzas armadas.

[4] No sólo contra las barricadas y militantes identificados, también en el campo cercando la ciudad de las posibles vías de comunicación con las guerrillas, por parte del ejército.



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