03/06/2016

La violencia hacia las mujeres en Kurdistán y la resistencia del movimiento de mujeres kurdas(parte1)

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El pueblo kurdo ha estado históricamente bajo el dominio de estados que, sea en forma explícita o disimulada, alientan y protegen las distintas formas de violencia hacia las mujeres. Asimismo, la sociedad kurda está impregnada de una ideología patriarcal muy extrema que legitima esa violencia. Sin embargo, las mujeres kurdas vienen luchando contra esta situación con una combatividad que resulta inspiradora para las mujeres en todo el mundo. Por Pablo Mestrivic para ANRed


La violencia física

La mayor parte del territorio histórico de Kurdistán está bajo el dominio de Turquía y por eso se lo suele denominar «Kurdistán turco”, aunque el pueblo kurdo lo denomina Bakure Kurdistane o Kurdistán del Norte. El estado turco desde 1923 tiene un carácter laico y una legislación tomada en gran parte de modelos europeos que reconoce a las mujeres los mismos derechos civiles y políticos que a los varones. Sin embargo, dos limitaciones de esta legislación colocan a las mujeres en una situación de especial vulnerabilidad ante la violencia física, particularmente el femicidio y la violación. La primera es que la legislación penal turca incorpora aspectos permisivos hacia la violencia de género presentes en la legislación europea de fines del siglo XIX, particularmente el «atenuante por provocación”. Este criterio jurídico permite a los femicidas o autores de crímenes de odio contra personas GLTTBI aducir que la víctima los «provocó. La segunda es que la ley se aplica en forma estricta solamente en las áreas urbanas y particularmente de la zona occidental de Turquía (el Kurdistán turco está ubicado en el sudeste de Turquía y es una región menos urbanizada que el resto del país). De este modo, la violencia física hacia las mujeres y personas con identidades sexuales no hegemónicas queda frecuentemente impune y más grave aún, goza de un alto nivel de aceptación social. En una encuesta llevada a cabo en 2005 en la ciudad de Diyarbakir (conocida en kurdo como Amed), la más importante del Kurdistán turco, el 37% de los entrevistados respondieron que una mujer que incurre en infidelidad debe ser muerta, mientras el 21% respondieron que debe ser mutilada.. Otras formas de violencia, como el acoso callejero, son muy frecuentes y en algunos casos a las mujeres les resulta casi imposible circular por las veredas en las zonas antiguas de las ciudades debido a que los bares o «casas de té”, un ámbito considerado como exclusivamente masculino, tienen sus sillas en el exterior de los locales y los clientes se consideran autorizados a acosar en forma verbal o física a las mujeres que pasan. El propio estado turco, a través de sus fuerzas armadas y de seguridad, ha recurrido con frecuencia a la violación, mutilación de los pezones y otras formas de tortura orientadas específicamente hacia las mujeres(https://www.anred.org/spip.php?article11465).

En el caso del Kurdistán sirio, (en kurdo Rojavaye Kurdistane o simplemente Rojava, «el Oeste”), antes de la proclamación de los cantones autónomos de Kobane, Cizire y Afrin regían las leyes de Siria. El estado sirio también es teóricamente «laico”, sin embargo el femicidio, denominado «muerte por honor”, está expresamente despenalizado. No hay matrimonio laico de modo que las mujeres no pueden obtener el divorcio salvo en las circunstancias previstas en las normas de las diferentes confesiones religiosas, (tanto en el islam como en las variantes del cristianismo presentes en Siria, se trata siempre de circunstancias muy extremas), no pudiendo por lo tanto escapar de relaciones de carácter violento o abusivo. El surgimiento del Estado Islámico de Iraq y del Levante (conocido por la abreviatura árabe Daesh), ha colocado a una porción considerable del Kurdistán sirio bajo la versión más extrema de la sharia (ley islámica), por la cual cualquier conducta sexual «inapropiada”, sea el sexo fuera del matrimonio o no heterosexual, es castigada con la muerte o la flagelación. Asimismo, el Daesh, en forma similar al Estado turco, ha recurrido a la violación como «táctica” para quebrar la cohesión social, basada en el «honor” de las mujeres. También ha esclavizado a una cantidad considerable de mujeres tanto para la venta como para convertirlas en «esposas” de sus combatientes.

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En el Kurdistán iraquí (Basüre Kurdistane o «Kurdistán del Sur”), la legislación sobre el femicidio también es permisiva y en general la política del gobierno regional autónomo, dirigido por el conservador y proimperialista Partido Democrático de Kurdistán (PDK), así como el clima social, son favorables a formas muy extremas de violencia patriarcal. En las áreas rurales se continúa practicando el rexm (lapidación), una forma de femicidio especialmente espectacular y que involucra al conjunto de la comunidad.

El Kurdistán iraní se encuentra bajo el dominio de un régimen clerical (habitualmente denominado «teocrático”) desde 1979. Las cuestiones vinculadas al derecho familiar y la sexualidad, que afectan más directamente la situación de las mujeres, quedan bajo la jurisdicción de los tribunales islámicos. Castigos como la lapidación, la flagelación y diversas formas de mutilación son frecuentes para las conductas sexuales prohibidas por la sharia. El asesinato de una mujer frecuentemente puede recibir como único «castigo”, una multa, lo que se conoce como diyya («dinero de sangre”) a pagar a la familia de la víctima. El «precio” de la vida de una mujer cuando se aplica la diyya es siempre inferior al de la de un hombre. A principios de mayo de 2015 una mujer kurda iraní de la ciudad de Mahabad, Ferinaz Xosrawani, murió tras arrojarse del cuarto piso del hotel en que trabajaba. La mujer intentaba de esa forma evitar un intento de violación por parte de un agente de la inteligencia iraní después de que el dueño del hotel hubiera «arreglado” una relación sexual entre el agente y la mujer a fin de conseguir una elevación de la categoría de su establecimiento.

La violencia económica

En las cuatro partes de Kurdistán el rol asignado a las mujeres es predominantemente el de madres y esposas. El trabajo doméstico no remunerado recae en su mayor parte sobre ellas. En este sentido, en Turquía las mujeres realizan más de 6 horas diarias de trabajo doméstico no pagado, en tanto a los hombres les corresponde menos de 1 hora; en Irán a las mujeres les tocan algo más de 6 horas y a los hombres algo mas de 1 hora, cifras similares se dan en Iraq y Siria. La tasa de actividad económica para las mujeres En Turquía en edad activa es del 22%, en los demás estados entre los cuales está dividido el Kurdistan histórico no alcanza al 20%. En relación con la actividad económica, las áreas rurales tienen tasas de actividad femeninas mayores y de hecho el territorio de Kurdistan es la región menos urbanizada dentro de los estados en los que esta dividido. Sin embargo, la fuerte presencia femenina en la fuerza de trabajo agrícola coincide con relaciones jerárquicas en las que el varón actúa como la máxima autoridad.

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La violencia simbólica

Si bien Turquía es un estado laico y desde los años «™20 ha vivido un proceso de occidentalización en virtud del cual al menos la clase media urbana acepta en términos discursivos la igualdad de género, ello no es obstáculo para que con frecuencia tanto los medios de comunicación como el propio Estado difundan una imagen de las mujeres ya sea como madres/amas de casa sumisas o como objetos sexuales. En el primer sentido, el gobernante partido islamista AKP tiene un discurso claramente enfocado a reforzar el rol reproductivo de las mujeres. El presidente Reccyep Tarcipp Erdogan ha dicho en varias ocasiones que las mujeres deben tener «al menos tres hijos” y en declaraciones más recientes que la planificación familiar «no es apropiada para los musulmanes”. En febrero de 2015 Erdogan dijo que las militantes del movimiento de mujeres «no tienen nada que ver con nuestra religión ni con nuestra civilización. Nosotros nos fijamos en las palabras de nuestro profeta. El dice «˜Dios les confía a las mujeres a su cuidado. Respetenlas y no las dañen»™”.

En el segundo, el tratamiento que los medios de comunicación hacen de los episodios de violencia de género es extremadamente misógino y revictimiza a las mujeres explotándolos con lo que las periodistas de la agencia JINHA, especializada en temas de género, llaman «una finalidad pornográfica”. En el año 2011, ante una serie de violaciones cometidas por soldados y policías en la provincia de Mardin (Merdin en kurdo), un diario de circulación masiva tituló: «Una putita intenta oscurecer la reputación de un oficial de policía”.

En el caso de Siria, incluso antes del surgimiento del Daesh, destacados clérigos islámicos se posicionaban públicamente en contra de cualquier legislación que criminalizara el femicidio.

Las fotografías que ilustran la nota corresponden a: 1)Ozgecan Aslan, mujer de etnía turca víctima de intento de violación y femicidio en febrero de 2015. Un caso emblemático a ser tratado en profundidad en la segunda parte; 2) Hersev Eltürk (nombre de guerra Ekin Wan), combatiente del PKK cuyo cadáver fue arrastrado desnudo y fotografiado por las fuerzas estatales turcas; 3)Ferinaz Xosrawani, 4) Caricatura sobre la situación de la mujer en Irán, no requiere comentarios 5)Mujeres esclavas del Daesh.

Segunda parte de La violencia contra las mujeres en Kurdistán y la resistencia del movimiento de mujeres kurdas:

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