20/04/2016

«Los que capitalizamos el medio somos los trabajadores”

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ANRed dialogó con el delegado de Tiempo Argentino Alfonso Villalobos, quien describió la formación de la cooperativa de trabajo y marcó los reclamos que los trabajadores, que ya ocupan hace 70 días la redacción, le realizan al Estado y a los empresarios que fueron dueños de la empresa. Por Santiago Nuñez para ANRed


Llegó apurado y tiró la mochila. Saludó a la mayoría de los presentes. «Acordate que tenemos la reunión”, le dijeron al pasar, y se puso las manos en la frente, sin que eso pueda enmendar su olvido. «Tengo quince minutos”, le dice al periodista, mientras busca sin éxito el café en la alacena de la cocina de la redacción de Tiempo Argentino, ubicada en Amenábar 23 en el barrio porteño de Colegiales. Así se dirime la vida entre quien reparte su tiempo entre la familia, la lucha de los trabajadores y la búsqueda laboral que pueda dar algún sustento. «Estoy buscando alguna changuita de docente” dice entre risas, Alfonso Villalobos, quien, además de ser delegado de la comisión interna de Tiempo Argentino y dirigente de La Naranja de Prensa, es Sociólogo por la Universidad de Buenos Aires.

¿Cuál es la situación actual del conflicto de los trabajadores de Tiempo Argentino?

A.V: La situación del conflicto, desde el punto de vista objetivo, sigue siendo la misma desde hace mucho tiempo atrás. La patronal sigue sin pagar los sueldos ni el aguinaldo. El Ministerio de Trabajo, hasta el momento, ha venido teniendo una actitud cómplice con las patronales. En el último período inmediato logramos, a partir de una movilización que hicimos a Alem (sede del Ministerio de Trabajo de la Nación) unas dos semanas atrás, que finalmente nos atendiera en forma directa una autoridad política del Ministerio. Hablamos con Ezequiel Sabor, viceministro de Trabajo, y la primera variante que planteó fue que el conflicto, desde el punto de vista del Ministerio de Trabajo, estaba agotado. Nos recomendaba hacer el pedido de quiebra de la empresa, con el propósito de interviniera un síndico. Nosotros rechazamos de plano esa política. El propósito del Estado era «patear la pelota a la tribuna”, darle un cierre a la responsabilidad del ejecutivo y encapsular el conflicto en el marco de la justicia. Nosotros planteamos que el Ministerio todavía tenía muchas cosas para hacer, pusimos sobre la mesa casos recientes en los que el Ministerio mostró cierta versatilidad para encontrar la solución al conflicto, como Cresta Roja o los petroleros de Chubut.

El Ministerio de Trabajo tenía la responsabilidad y para eso tenía que convocar a una nueva mesa de discusión no sólo a las patronales sino también a entes estatales que pudieran tener algún interés en el conflicto. Pedimos que viniera la Secretaría de Medios y el ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones), que vinieran los actores que regulan la frecuencia de Radio América y que manejan la pauta oficial, tanto en función de nuestro reclamo de deuda anterior, como en función de un plan de pauta orientado a esto que estamos forzados por las circunstancias a sacar adelante que es la cooperativización de la publicación. Tenemos el propósito de que sea el Estado el que nos garantice cierta previsibilidad en lo que hace a un ingreso tan esencial para cualquier medio como es la pauta oficial. Esa reunión se produjo en el día de ayer, nos notificó el Ministerio tres horas antes de la misma. En la reunión logramos consolidar la idea de una mesa de negociación. La secretaría de medios no vino.

¿Hasta qué punto el Estado puede apelar a que la patronal devuelva el conjunto o al menos parte de la plata que se llevó con el vaciamiento de la empresa?

A.V: Nosotros vamos a actuar penalmente, porque consideramos que la patronal llevó adelante el delito de vaciamiento. Vamos tratar de forzar que se avance en el patrimonio individual de los empresarios. Pero nosotros consideramos que la llave de la solución la tiene el Estado. (El Titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos Hernán) Lombardi dijo una cosa que luego negó: Primero consideraba que la pauta adeudada tenía que venir a los trabajadores, después salió a plantear que eso era ´muy complejo´ porque (Sergio) Szpolski la había vendido. Nosotros sacamos una nota en Por Más Tiempo que relativiza el problema, en el sentido en que nosotros vamos porque sea el Estado el que redirija la pauta hacia nosotros. Si en el medio queda colgado el Banco Macro es un problema de dicha entidad, puesto que la deuda futura que compró Banco Macro, la adquirió sabiendo que era una deuda riesgosa, con una quita del 35 % y un aforo del 30 %. Es decir que ellos estaban al tanto de que podía producirse un vaciamiento empresario y una lucha de los trabajadores, sino la deuda no hubiese tenido semejante quita. Ellos apostaron un pleno a la ruleta y salió el número de al lado. Hay que ver si el Estado privilegia la defensa de los puestos genuinos de trabajo o va a jugar para los que timbearon durante toda la década pasada bailando al compás del gobierno anterior: los Brito, Szpolski, Garfunkel y compañía.

Con respecto al tema de la cooperativa, vos escribís en una nota de Prensa Obrera y alertás acerca de la peligrosidad de que una cooperativa que sale al mercado sin ningún tipo de sostén quede a la merced de las fuerzas propias del sistema económico. ¿Hasta qué punto la «cooperativización” es algo positivo y qué cosas deben ser tenidas en cuenta para mantenerla?

A.V: A priori no es «algo positivo”, en el sentido en que esta situación es el resultado de un impasse al que ha llegado el conflicto. La «doble impasse”, el «empate” en el que estamos: no cobramos un mango nosotros, pero al mismo tiempo no pudieron desmontarnos. La cooperativización de la asamblea es el desenlace natural del momento en el que estamos: hace cuatro meses que llevamos adelante un plan de lucha. El mismo va a seguir pero, mientras tanto, tratamos de poner a producir el medio que estamos ocupando hace ya 70 días. No creemos que la cooperativa sea ninguna salida suprema ni la emancipación de los trabajadores por parte de ellos mismos. Consideramos que hay un patrón que nos abandonó y que nos tiene que pagar. Que hay un Ministerio de Trabajo que fue cómplice y seguimos peleando por eso y no pensamos que vamos a construir el socialismo en Amenábar 23.

Sabemos de las dificultades para llevar adelante la cooperativa y por eso consideramos que la variable permanente sobre la cual tenemos que concentrar nuestros esfuerzos es la lucha contra el Estado: el reclamo de un criterio de pauta y de la pauta arreglada, el reclamo de subsidios para atravesar esta transición y exigir que actúe en función de preservar los puestos de trabajo. No pensamos que con la cooperativa vayamos a resolver los problemas salariales que tenemos. Es la forma que toma ahora el fondo de lucha.

¿Qué reclaman al Estado exactamente en términos de financiamiento?

A.V: Primero, la deuda. Esto para cubrir los salarios caídos, eventualmente las indemnizaciones y para capitalizar la primera etapa de la empresa. Hacia adelante nos tenemos que sentar con el gobierno a discutir. No estamos reclamándole una pauta por fuera de lo común. Lo que sea extraordinario para Tiempo Argentino tendrá que ver con criterios de índole laboral. Un esfuerzo que pueda hacer el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Industria, la Secretaría de Medios, etc., en función de paliar un daño muy grande que ha hecho un empresario que tendría que estar en cana. Ahora, en materia de normalizar la pauta, que es un «derecho ciudadano”, pedimos un trato igual. Lo que reclamamos es que el gobierno haga pública su política de pauta y que en la misma nosotros estemos incluidos.

¿Cómo se llevaría adelante el medio como cooperativa?

A.V: Están funcionando las diferentes comisiones que abordan distintos temas, tanto desde el punto de vista de la comercialización como de la difusión como la estructuración de la página web. Nos lanzaríamos en papel en forma semanal y todos los días un portal web.

¿Cómo sería la línea editorial del periódico de la cooperativa?

A.V: El debate está abierto. La idea sería, aunque todavía no está resuelto en estos términos, hacer reuniones de las viejas secciones del diario donde se ratificara o rectificara su organigrama de funcionamiento previo y donde se dará la discusión de la «línea editorial” y el perfil periodístico del diario y de la web. La propia asamblea va a ser también un espacio donde se van a ir presentando las posiciones.

Va a ser un debate colectivo por el sencillo motivo de que la línea editorial la impone el que pone la plata. Acá la plata no la pone nadie más que los compañeros que duermen en el piso, que le ponen el pecho a la asamblea, que se movilizan en las marchas. La línea editorial la pone el que capitaliza el medio: en este caso, los trabajadores. De cualquier forma, tampoco habría una «línea editorial”, ya que esta idea es una idea patronal. Se van a expresar editorialmente las opiniones políticas que subyacen al interior del diario. Van a florecer las mil flores. Si hubiera un compañero macrista, se va a expresar el macrismo de ese compañero. Si hubiera compañeros kirchneristas, se va a expresar; y si hubiera compañeros de izquierda, lo mismo. Es decir, en un punto lo que importa es definir el producto periodístico que queremos. Después, la línea editorial, va a ser la expresión viva de los compañeros que trabajamos. Como debiera ser en todos lados. La libertad de expresión no admite líneas editoriales.

Lo que el martes se vota

Este martes 19 de abril, «se vota el Consejo Administrativo de la Cooperativa. Los compañeros que van a gestionar la misma. El Consejo es formal porque ya está claro que la que va a dirigir va a ser la Asamblea, cuya soberanía es fundamental porque es la única manera de resolver que un eventual cuello de botella que pueda encontrar la cooperativa frente a las imposiciones del mercado no se transforme en una autoexplotación de los trabajadores. La garantía de que el proceso no se vea abortado es que siga estando colocado en el eje de la lucha contra la patronal y el Estado. Entonces el protagonismo de la asamblea es clave, hacia adentro en la medida de que los balances sean públicos y transparentes y que las grandes decisiones se tomen en forma colectiva, pero también especialmente hacia afuera porque con el fin de ampliar la mirada a una perspectiva más general y seguir la pelea en esta mesa de trabajo”.



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