03/10/2006

Rabiosos y talentosos

jrbis.jpg«Juguetes Rabiosos» es una revista de literatura que desde sus páginas se propone charlar tanto con los escritores como con sus lectores. ANRed decidió sumarse a la propuesta, pero eligió hacerlo cara a cara y reunió a sus responsables en un encuentro en donde la palabra, como no podía ser de otro modo, se convirtió en la protagonista excluyente de la cita. Una palabra cuyo sentido permanentemente viaja a la búsqueda de nuevos significados.


Domingo a la tarde y nos encontramos en la Feria del Libro Independiente; diversas publicaciones, fanzines y ejemplares circulan libremente, como las palabras que se escuchan producto de los debates, charlas y del recitado de poesías. Sobre un stand divisamos un par de revistas amontonadas, su nombre: «Juguetes Rabiosos», llama nuestra atención. Al hojearla, descubrimos notas de Bertol Brecht, Raymond Carver y de Rubem Fomseca, entre otros grandes escritores.

Su lectura nos atrapa y poco a poco nos vamos introduciendo en esas páginas en donde conviven múltiples voces que esperan poder dialogar con quien advierta ese mundo, hasta que alguien dice: «Teníamos muchas ganas de escribir y de pensar, pero no sabíamos muy bien qué escribir ni qué pensar», el que habla es Kike Ferrari, uno de los fundadores de la revista, que cuenta los comienzos inciertos de un proyecto que hoy se puede conseguir gratuitamente y que es financiado completamente por sus integrantes.

«La idea básicamente es abrir un espacio que pueda ser difusor de ciertas ideas sobre la literatura. Al ser nada más que tres, tenemos acuerdos profundos acerca de lo que es la literatura, en qué espacios de la cultura se mueve y qué relación tiene con la política o con
los procesos sociales»
, afirma Juan Mattio, otro de los creadores del proyecto, a la hora de definir qué es lo que buscan.

Pero lo que nunca se termina de saber es quiénes van a hacer esos receptores que completen o le den un nuevo sentido a lo que leen. Y al respecto, Ana Marchesano, la voz femenina del grupo, sostiene lo siguiente: «Creemos que los lectores potenciales de Juguete Rabiosos no son demasiados. Apuntamos a que sean todos los que tengan ganas de charlar sobre esto, pero no sabemos cuántos serán. Nos sentimos un poco solos en nuestra forma de vivir la literatura y pensamos que son pocos los lectores que vamos a encontrar».

 ANRed: ¿Tan seguros están de qué serán pocos los lectores?

 J.M: En una charla que tuvimos, Rivera decía que estaba el lector pulsional, que es el tipo que lee todo el tiempo, que tiene tres libros en la mesa de luz. Y por otro lado, está el lector que lee. Y que sus regalías, lo que gana, lo obtiene de esta segunda clase de lectores que lo compra porque lo ve en las vidrieras. Pero que él se considera un lector del otro tipo, un tipo que lee varios libros al mismo tiempo, que está todo el tiempo pensando en literatura. Y en ese sentido sí son menos los lectores que puede tener Juguete Rabiosos porque nosotros apuntamos a tener un público lector voraz. Desde ese punto de vista no sé si pocos son menos.

 K.F: No hay demasiados lectores, no de esos compulsivos que además de serlo quieran conversar. Bueno a ellos apuntamos nosotros, no a los lectores que van a la Feria del libro o que leen en vacaciones.

 ANRed: Hoy se encuentran en esta Feria del libro independiente, ¿qué opinión les merece el evento?

 J.M: Es un lugar interesante. Pero hacerla antagónica a la otra Feria del libro no tiene ningún sentido. Me parece que el lector puede ir a cualquiera de las dos. Yo, como lector, iría a las dos, dado que ambas tienen cosas interesantes. Lo que tiene de atrayente esta, me parece, es que al no venir a hacer un Shopping y ser un encuentro más de abajo, no comercial, permite crear lazos. Yo puedo charlar con vos, con los que están vendiendo libros, con los que están escribiendo. Se puede crear lazos mucho más fácil que con la Feria del Libro en donde no voy a conocer seguramente a nadie.

 ANRed: ¿Cómo ven hoy los espacios que hablan de literatura?

 K.F: Creo que hay un espacio vacío hace muchísimo tiempo que es el espacio del pensamiento alrededor de la literatura. Hay literatura dando vueltas, pero lo que falta es un espacio de debate, de pensar en torno a ella. No es que nosotros vengamos a ocupar ese lugar, pero teníamos ganas de charlar la literatura y en vez de hacerlo en nuestra casa tratamos de hacerlo mediante la revista.

ANRed: ¿Y por qué les parece que ese espacio fue quedando desierto?

 A.M: Yo no sé si hay un espacio vacío de lugares desde dónde pensar la literatura. Lo que veo es que los lugares donde se piensa a la literatura provienen de la academia, que para mí no es una forma interesante de pensarla. Se aborda desde el lugar del crítico literario, no del lector pasional. Como dice Pavese: «En la Academia, ante la página escrita, se olvida que un hombre nos habla». En ese sentido, creo que está vaciada de humanismo. Pero nuestro proyecto no pretende llenar un lugar vacío, lo hacemos porque nos gusta. Después puede ser que pensemos que hay lugares vacíos, pero no es lo que nos mueve. Tratamos de manejarnos con nuestros tiempos, de no correr, de hacerlo y disfrutarlo. Encontrar gente que le guste, que la disfrute, que tenga ganas de pensar con nosotros.

-K.F: Me parece que la literatura es en una primera instancia, salvo que uno concurra a la academia, una experiencia solitaria, individual. Uno lee solo en su casa, en el bondi, en el parque, solo donde sea. A lo sumo le leerás un cuento en voz alta a tu mujer. Escribir también es una experiencia solitaria. Uno escribe solo y cuando viene alguien molesta. Pero antes, hace 30 o 35 años, existían espacios en donde se pensaba a la literatura no desde la academia, sino de la gente que leía. Ese lugar, creo yo, se disolvió entre la politización brava de una generación de gente que pensaba y la masacre que significó el proceso. Y después tuvimos 15 años de vacío, de televisores a precios baratos. El sistema no es estúpido cuando es necesario te pega garrotazos y cuando deja de necesitar garrotazos ofrece viajes baratos a Miami.

ANRed: Al ser una revista de literatura, ¿qué margen les queda para poder jugar con la actualidad?

 J.M: La editorial de la revista, por lo general, apunta a algo que esté pasando. El año pasado hicimos una sobre el aniversario de la Segunda Guerra Mundial. Y en este próximo número va a salir una editorial sobre la guerra de Israel y Palestina. Tratamos que la editorial sea el lugar en donde la revista mira a la actualidad, dado que estamos todo el tiempo dialogando con autores muertos porque casi todos los escritores que nos gustan están muertos.

ANRed: ¿Y qué lugar pasan a ocupar dentro de la revista los nuevos autores?

 K.F: No hay ninguna intención de ser una tribuna de autores nuevos. Lo fundamental para nosotros es fijarnos si tenemos algo para decir de ese autor y si nos interesa decir algo sobre lo que escribió o no.

 A.M: El año pasado, en la primera tirada, hubo una cierta intención de buscar a autores nuevos. Pero la verdad que era casi de compromiso, como si dijéramos las revistas literarias hacen esto, nosotros también tenemos que hacerlo. Aparte por una cuestión de que tenemos poco tiempo para hacer la revista; tenemos poco tiempo para leer, tenemos poco tiempo para escribir. Entonces leer un libro nuevo no pasa a ser prioritario.

 J.M: En algún punto eso sería falsear nuestra lectura. Nosotros no leemos así, si nos cae un libro altamente recomendado de un autor que está escribiendo ahora lo leo con el mismo entusiasmo con que leo a Rivera, pero la verdad que el ochenta por ciento de mis lecturas no pasa por ahí. Y no voy a hacer una revista de literatura que falsee mi lectura. Mi lectura es otra y «Juguetes Rabiosos» es una caracterización de nuestras lecturas. No mentimos, no hablamos de nadie que no nos guste o que no tengamos ganas de hablar.

 ANRed: ¿Cómo surgen las ideas para armar las notas?

 KF: Tenemos una reunión semanal donde se habla de literatura, sin que ello se refleje en alguna nota, aunque siempre una idea sale y por ella vamos.

 J.M: Donde se da un proceso colectivo es en la corrección, en donde entre los tres corregimos la nota.

 A.M: Surgen de lo que cada uno va leyendo, lo que sí trabajamos juntos son las cosas más chiquitas, como las perlitas o las cosas de humor. Por ejemplo, en el próximo número, habrá una nota de Kafka que surgió como una especie de intuición. Se me ocurrió decir un par de cosas acerca de Kafka pero me estaba yendo para el lado del análisis sociológico. Y con el comentario de mis compañeros la volví a reescribir. Y así estuvimos un mes.

 J. M: Lo interesante es que ahora mi lectura personal acerca de Kafka tiene un cincuenta por ciento de lo que charlamos en este último mes. Te obliga a pensar a un autor que capaz no lo tenías en carpeta en ese momento, pero aparece y durante un mes, todos los martes, charlábamos acerca de Kafka. Y eso requería que yo repensará a Kafka desde un montón de lugares posibles.

 K.F: Antes hablamos de la salida de la individualidad de escribir y leer solo. Yo estaba escribiendo una nota que va a salir en el próximo número de un autor americano, Chuck Palahniuk, escritor de «El club de la pelea». Y Juan vino con una idea de Raymond Carver que salió en este número. Y a mí me abrió el universo sobre mi mirada acerca de este otro autor. Esto es algo que únicamente se puede dar a través de la elaboración colectiva. No es que reneguemos de la individualidad de ninguna manera. Yo sigo pensando como decía Arlt de que no vamos a hacer la literatura hablando constantemente de literatura sino escribiendo un libro detrás de otro. Pero tampoco es cierto que encerrado adentro de una caja uno vaya a escribir su literatura, a menos que seas un ente.

«Juguetes Rabiosos» no está encerrada, circula, transita por la ciudad, sólo hace falta tomar un ejemplar y ponerse a charlar con esas páginas, con esos escritores que nos hablan y nos interpelan casi como una forma de desafiar a la clausura del sentido. Esa clausura que muchas veces pretende cerrar el significado a una única interpretación. Pero esto es imposible porque toda palabra nace, aun antes de ser pronunciada, para nunca tener que dejar de dialogar.

Mariano Minasso



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