02/10/2006

«Los pobres somos los que vamos presos»

Mañana empieza el juicio oral y público que Carmen Ifran enfrentará junto a 14 compañeros por la «Causa Legislatura». Carmen nos recibió en su hogar, la Asamblea de Flores. Con signos de angustia, que hacen mella en su físico, sólo desea que la espera se termine y por fin ella y sus compañeros recuperen definitivamente la libertad.

Juicio a la inocencia

«No seremos, los inocentes y presos de nuestra mente ante el dolor. Los miedos ante el temor de ser encarcelados nuevamente. Éramos 15, seguimos siendo 15 detenidos.

«Después de un tiempo, nos miramos, nos abrazamos fuerte como dándonos valor, deseando que esta tortura termine. (…)

«Hoy nos dimos cuenta que jamás estuvimos en libertad. Solo soñamos, empieza el juego de nuevo, en el banquillo de los acusados, solo escuchamos cantidad de artículos que ni siquiera comprendíamos. (…)

«Solo sé de la palabra JUICIO, JUICIO. Juicio ¿a qué? A los sueños de libertad, a la inocencia, al derecho del reclamo, al atropello policial al mismo atropello que vivimos el 16 de julio. Por cuánto tiempo podremos soportar esta injusticia.

«Volvemos a recorrer los caminos del miedo»¦ incertidumbre»¦ alejamiento»¦ holocausto»¦ agujero negro»¦ pérdida de identidad»¦ bolsas negras»¦ pasillos fríos»¦»

Así escribía en junio de este año Carmen Ifran el malestar que le provoca enfrentar a quienes están dispuestos a ver en cada protesta una incitación al desmán y en cada persona que participe de la protesta, un contraventor a la civilizada norma que rige hoy en la Ciudad de Buenos Aires.

Pero la valentía y el compromiso no son dejados de lado en ningún momento. Aun con la angustia (traducida en un estado de ánimo muy delicado) que le genera a Carmen, ella participó de la marcha por la aparición con vida de Jorge Julio López: «Tenemos que estar todos, hay una impunidad tan grande… A este señor no se lo comió la nada. Dios quiera que aparezca con vida. Yo igual voy a seguir yendo a las marchas, me resisto a no ir a las manifestaciones», nos espeta mientras nos acomodamos para escuchar su historia…

16 de julio de 2004. La protesta y la detención

 ANRed: ¿Qué recordás que sucedió ese 16 de julio?

 Carmen Ifran: Salimos de acá de Flores, casi a las 12 y media pasada. Íbamos tras el bendito Código de Convivencia. Para todas las que ya tenemos 50 años, sabemos lo que vivimos en las décadas del ’70 al ’90: vivir presas y nunca saber el por qué estuvimos tantas veces presas, 21 tras 21, con una cantidad de artículos, y no era lógico volver a eso.

En la época de la dictadura tuvimos muchos apremios ilegales. Te llegaba una apelación de afuera, estuvimos amenazadas, nos daban muchos golpes, subían la radio, te amenazaban con cables eléctricos, solamente por prostitución.

Mira lo que es la paradoja de la vida, en ese momento una persona que te arrebataba la cartera, que andaba «mecheando», bah, el que te robaba, se iba con 10 días de arresto, nosotras por prostitucion nos daban 21 días, sólo por estar ejerciendo la prostitución.

Fuimos a protestar para que no volviera eso y no te olvides que también se iba a votar la imputabilidad a los menores de 14 años, a los cartoneros, o sea todo lo que molesta a la sociedad, lo que es denominado la «lacra de la sociedad». Qué daño puede hacer un pibe que cincha esos carros como animal, horas y horas, para llevar el sustento a su casa, por favor.

Entonces, estuve en la Legislatura, fui, me manifesté, caminé, grité. También tengo una familia que necesita una ocupación, trabajo, protesté «Â¡basta, que sea de muchos y no de pocos, que ya se termine esto!». La respuesta nos llevó un año y dos meses de cárcel. Nunca llegué a esas puertas, nunca fue mi intención romper, no quería hacer ningún daño, eso era una locura. Pero terminé presa sin saber ni siquiera por qué. Dicen que la policía me vio que estaba rompiendo, pero ¿por qué no me detuvo en el momento si yo estaba cometiendo un hecho ilícito? Y recién a las cinco y media de la tarde, me detienen a más de 4 o 5 cuadras del lugar.

 ANRed: Más de 4 horas después que empezaran las acciones y lejos del lugar…

 C.I.: Yo ya me estaba yendo. El micro estaba en Belgrano y Balcarce esperándonos, yo no me ubico bien, pero viste esa callecita cortita, esta es la calle ancha de la legislatura, y la callecita angostita, ahí estaban todos los carros de asalto de la policía estacionados.

Íbamos cantando «para el pueblo lo que es del pueblo», con Marcela, mi compañera, de la mano. A ella se le ocurre entrar a comprar cigarrillos, compramos los cigarrillos, cruzamos, nos detuvimos a ver una iglesia, nos compramos otro pancho. Hicimos media cuadra, alguien me toma por la espalda, me vuelvo, y escucho que le dicen a Marcela, «¿Estás con ella?»; «Sí»; «Bueno, al suelo». ‘Aterrizó’ un camión y nos subieron. Eso fue todo lo que pasó.

Cuando pasaron los carros de asalto ahí me di cuenta que eran policías. Es obvio eso: pero jamás se identificó como un policía. Yo pensé que era un loco, alguien que nos quería robar la cartera, el celular o lo que fuera. Porque a mí me agarró de atrás. Y así me detuvieron.

 ANRed: Arrestos en forma muy irregular y de ahí a Ezeiza…

 C.I.: Hasta que llegué a ese bendito penal, primero pensé que estaba por averiguación de antecedentes, luego pensé que iba a estar detenida por 10 días, hasta que se aclarara todo el panorama, pasaron 8 meses, paso el año y los 2 meses, y ahora vamos a juicio.

Del arresto al penal 3 de Ezeiza. No había explicaciones. Lo único que queríamos era irnos, los abogados decían que con esos cargos era difícil, que no ganábamos la calle tan fácilmente, llegamos a un juicio ahora.

Además que no entendemos nada, porque después vos estás presa y vas aprendiendo a leer un código penal, que nunca me interesó, pero nosotros por los cargos que tenemos no podemos nunca estar libres tampoco, porque nosotros superamos de los 5 a los 15 años, ese el pedido que tenemos, en ese marco vos no podés lograr la libertad.

Nosotros estamos bajo los cargos de «coacción y privación ilegítima de la libertad». Hacé de cuenta que este mismo artículo lo tiene cualquier persona que haya hecho un secuestro, rigen de 5 a 15 años de cárcel, son excarcelables; nosotros estamos en libertad, pero procesados. Quiero que esto ya se termine. Por favor, quiero recuperar mi vida, caminar por las calles, quiero sentirme libre, pero yo nunca hice tanto daño como para vivir lo que estoy viviendo, ni terminar con un par de años en la prisión.

 ANRed: ¿Qué otros cargos tienen en la causa?

 C.I.: Los cargos son «coacción agravada», «privación ilegitima de la libertad», «obstrucción de elementos públicos» y dos compañeros que tienen «resistencia a la autoridad». Eso es las detenciones que nosotros tenemos. La privación ilegítima de la libertad es una de las cosas que más pesa en nuestra causa. Ni siquiera supe que legisladores estaban, nunca estuve cerca de una legisladora. Y no hay pruebas, ni fotos.

Yo vivo buscándome entre todos los recortes de diarios y no me encuentro. Sólo me ví que estoy en una foto, con un ademán estúpido. Estaba comiendo un pancho, ya eran cerca de las 4 y pico de la tarde, todavía estaban jodiendo con las puertas y agarro el papel mismo del pancho y les digo toma fijáte si lo podes romper con esto. Ni sé quien estaba en esa puerta, pero estoy hablando de una distancia considerable de donde yo estaba a la puerta. Ese es todo el ademán estúpido que yo tengo. Nada mas. Yo no fui para destruir. Yo siempre voy a las marchas, toda mi vida he ido a las marchas, y jamás me atreví a tirar ni una baranda. Voy a las marchas porque me gustan, porque soy peleadora por esos derechos, y porque estamos en democracia.

 ANRed: Si fotos no hay, ¿qué otras pruebas tienen? ¿Quiénes son los testigos, alguien q te haya visto a vos agarrar piedras…?

 C.I.: La policía es el único testigo que hay. Son los únicos testigos que existen, no hay más. Hay testigos que declaran que no se dio el quórum por falta de banca, o sea que no estaban todos los legisladores, hay legisladores que dicen (ellos dicen, eh) que salieron a pagar el parquímetro, entraban y salían, que hablaban con los manifestantes, hay quienes dicen que no se sentían coaccionados, hay quienes dicen que de repente tenían miedo, porque podíamos estar drogados, enfermos o ebrios.

Pero yo voy a esto, insisto, ¿por qué no detuvieron el ilícito en el momento? Entonces yo sé por que me estás deteniendo, me estás deteniendo porque yo estoy rompiendo, dejaron que todo se destruyera y después empezaron a detener gente. Es cosa de locos, normalmente la policía actúa en el momento, si encuentra los ladrones, los encuentra en el momento, después ya no los va a encontrar nunca más. Acá pasó lo mismo, ellos están tan seguros»¦ creo que son unos cuantos policías. No hay testigos civiles, ni transeúntes, ni los legisladores, eso no existe para el fiscal.

 ANRed: Las organizaciones de Derechos Humanos estuvieron con ustedes.

 C.I.: Nosotros tuvimos el apoyo de todos los movimientos populares, según cual sea el resultado de lo que pase ahora, bueno, será lo que pasó con Roser, las chicas de Repsol, no estamos solos nosotros.

Roser salió libre de culpa. Tenemos las chicas de Repsol, que no sé si ya fueron a juicio o no. Ahí tenés vos, ellas no eran prostitutas, ellas estaba defendiendo su fuente de trabajo, porque ellas se pararon en la puerta de una fábrica. O sea no es por lo que yo sea, sino por lo vos querés defender, que es tu trabajo. Y el pibito de Haedo, hasta el patrón dice que es incapaz de portar un arma, simplemente venía de trabajar, ganaba sus 20 pesos.

Ahora, vos decime, ¿hay alguien preso por el asesinato de Cabezas? ¿Hay alguien preso por la AMIA? No. ¡Estaba por salir Chabán mientras nosotros estábamos presos!, y no salió porque no le permitieron los movimientos populares que salieron a la calle, sino hoy estaría gozando de libertad, mientras nosotros seguíamos presos.

Han matado a compañeras mías en las rutas. ¿Hay algún detenido? No. Cuanta impunidad hay que están todos libres, cuantas cosas hay… Lo que pasa es que ahí hay mucho dinero, eso es lo que pasa, los pobres vamos presos nomás, o acaso tengo que entender que la jueza Ramond(1) en su momento se equivocó. Porque nosotros no estamos ahora con ella, con quien nos procesó, estamos ahora con otra jueza. Tengo fe en ese bendito emblema que dice JUSTICIA.

 ANRed: Era un escarmiento: amedrentar a los que quieren protestar.

 C.I.: Muy duro»¦ pero qué más escarmiento quieren, ya tenemos a Santillán, a los pibes del puente, a los muertos del 20 de diciembre. Somos pueblo. Cuando tenés que salir a reclamar por tus derechos, porque si ves que el hambre es un crimen y que las cosas están mal, alguien te tiene que escuchar, tenés que hacerlo así porque no hay otra manera, no hay correo electrónico que lo lean, que vos le puedas decir, o ir con un megáfono y gritarles «tengo hambre, necesito trabajar, atrás mío tengo una familia».

Yo ahora tengo que ayudar a mi familia, tengo que terminar de formarlos, si yo no les llevo el sustento a sus casas, se incrementaría un ladrón más a la vida, por necesidad. Hasta ahora ellos no han tenido necesidad de delinquir, porque yo los puedo bancar, los puedo mantener, y después de todo no estoy haciendo nada malo, yo estoy poniendo mi propio cuerpo, no estoy robando, estoy poniendo lo que tengo para alimentar a mi propia familia. Eso es lo que yo estaba haciendo.

Ezeiza. 1 año y 2 meses en el Penal.

 ANRed: ¿Cómo vivías en el Penal? ¿Qué pasaba dentro?

 C.I.: Dentro del Penal escuchas cosas, estaba con 130 chicas en total. Me decían la «piquetera». Una se pone a hablar con las chicas y todas esas pibas son mulas (vendedoras de droga), pero nunca caen los que tienen «el camión», los millones, y si caen nunca te enteraste, nunca lo encontraste en los pasillos. Quién cae: la gente que está vendiendo, cuánto le queda, pesos, monedas. Si agarraron un camión, sale un día en los medios y ni te enteras si está libre o no, pero si llega a caer una tonta que la agarraron con 7 u 8 papales (de cocaína), todos los días sale en la tele. El otro pasó al olvido, ya no saben si está preso o que. Todo por pobres.

En el Penal hay para estudiar, hay panadería, peluquería, bijouterie, pero estás privada de tu libertad. Así vivís en un Penal, amén de que es el lugar del dolor. Podes tener todas las cosas y aprender a manejarte ahí adentro pero… cada puerta que se cierra atrás es un cacho de vida que se te va. Es algo que yo no quiero para ninguno de mis 14 compañeros, que tengamos que volver a recorrer otra vez los pasillos de los penales por esto. En 1 años y 4 meses pendí mi vida y todavía no me puedo encontrar, así estoy todo el día, tristeza y dolor. A los 9 meses me visitó mi hijo. Yo lo dibujaba en el techo y ya olvidaba su cara.

 ANRed: ¿Estuviste con tus compañeras en Ezeiza?

 C.I.: Esto es una tortura. Yo siempre digo que la Legislatura es mi herencia. He llegado al margen de la locura porque no me puedo controlar, no puedo controlar mis tiempos, mis miedos. Estaba Marcela, incapaz de matar una mosca, fue para acompañarme y terminó en una cárcel. Ella con su hijita, qué necesidad. Estropeó la vida, perdió la casa, perdió todo. Ella primero estuvo conmigo en Ezeiza, después se manejó con la unidad 31, porque tiene planta de madre y como ella quería tener a su hijita, bueno, se fue para la 31 con Margarita Meira. Ves Margarita, ella tampoco es prostituta, una señora q tiene su comedor comunitario. Todos fuimos por lo mismo. Los pibes vendedores para seguir con su trabajo, Margarita para seguir manteniendo su comedor. Todos fuimos por trabajo, somos todos gente de laburo nada más.

Yo me podría haber enriquecido si me hubiera puesto a vender drogas y todas esas porquerías, pero no. Yo lo único q supe toda la vida fue eso, pararme en la esquina y laburar. No siempre laburé de esto, yo he laburado en casa de familia, he hecho mil cosas, pero dentro del margen de lo que se puede hacer, no de lo que no se puede hacer.

 ANRed: ¿Tuviste oportunidad de estudiar?

 C.I.: No. Yo a los 9 años dejé la escuela, estuve 4 años en primer grado y no me entraba nada, ni la o, q era redonda. Aprendí a leer mas en el penal y a escribir, es lo único que sé hacer, de cuentas no sé nada. Escribir si sé. Y leo muy bien, me encantaba leer «Patoruzitos». Pero no tengo escuela. Toda mi vida trabajé, con mis viejos, eran medianeros, plantando cebollinos, recogiendo limón, manzanas, todas esas cosas. Esa ha sido mi vida»¦

No hay cosa más difícil que defender a un inocente, leí una vez en un libro.
_Yo ya no quiero otra vez arrastrar las bolsas, las rejas, las peleas, porque ahí es una pelea todos los días, la adaptación de costumbres para poder vivir, se hace muy difícil ahí. Yo particularmente no tuve problemas ahí, pero es un Penal no es un colegio para señoritas, tenés que ver, escuchar, agachar la cabeza, te guste o no te guste.

Nos despedimos de Carmen, que debe mantener reposo. Pronto tendrá la reunión con sus abogados. Sabe que por defender sus derechos es una víctima del sistema de impunidad, con justicia para unos y nada para otros. Pero también sabe que luchando es la forma de conseguir lo que tanto ansia: Justicia.

Ernestina Arias


(1) La jueza Silvia Ramond. Dos «antecedentes» de su accionar:

 A mediados del 2001, la jueza de instrucción Silvia Ramond expresó en una entrevista
que «… los inmigrantes peruanos, hasta hace unos años eran «scruchantes» (arrebatadores que no usan armas en la comisión de los delitos). Ahora, desde hace más de un año integran bandas armadas junto con argentinos. En las villas, el peruano maneja el tema del tráfico de cocaína, el paraguayo, en cambio, maneja la marihuana (…) el paraguayo es un poco violento, dado a los hechos de sangre con armas blancas…»

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) calificó lo expresado por la jueza como «discriminatorio». «Las manifestaciones emitidas por la señora jueza respecto a los nacionales de Paraguay y Perú podrán generar un justificado temor de parcialidad en aquellos ajusticiables que sean originario de esos países», decía por aquellos días el CELS.

 «Durante el primer año la causa no avanzó. La jueza era otra, Silvia Ramond, pero cambió porque la ascendieron. El juez Ormaechea ordenó una serie de pericias que fueron las que terminaron desarmando la trampa que montaron los de la Brigada», así se expresaba en julio de este año la abogada Paula Escuasi, sobre cómo, ya sin la jueza, se agilizó el proceso en la causa por el asesinato de Lucas Ariel Roldán, un limpiavidrios de 29 años muerto por cuatro balazos de 9mm en marzo de 2003. La Justicia detuvo y procesó por «homicidio simple» a tres ex integrantes de la Brigada de la Comisaría 52ª: los oficiales Lucio Montero, Juan Alberto Morteyrú y Rubén Solares, alias «El Percha», «un policía que fue acusado aunque nunca juzgado por varios presuntos fusilamientos de adolescentes en la zona.»

(Fuentes: Diario Judicial y Página 12 )


Carta Abierta de Maria del Carmen Ifran

Prostituta – Presa política de la Legislatura, detenida el 16/07/04 por 14 meses, dispuesta a enfrentar el juicio oral y público el 03 de octubre de 2006.

Buenos Aires, 24 de julio de 2006

Con el mayor respeto me dirijo a la opinión pública y a todas las personas de buena voluntad, con el fin de contarles de mí y sin ánimo de justificarme por el rol que me ha tocado vivir en esta vida.

Ser prostituta no es una elección, no es ni fácil ni agradable, no es un oficio digno para cualquier mujer, en realidad es una opción desesperada para poder sobrevivir en este sistema. «Opción» que casi siempre es inducida por quienes se benefician lucrativamente con la explotación de nuestros cuerpos, los conocidos proxenetas, con o sin uniformes.

No, no es fácil, porque a esto hay que sumarle la indiferencia y/o reprobación de la sociedad que, entre otras cosas nos obliga, a ser hipócritas y ocultar cómo nos ganamos la vida porque no suma méritos declararse prostituta.

Pero somos parte de esta sociedad y como tantos otros soportamos las políticas de los distintos gobiernos de turno, que no nos brindan oportunidades de empleo, formación, capacitación, vivienda, etc., empujándonos así al camino de la marginación.

Señalar a quien toma esta «opción», sin enmarcar al individuo en el conjunto, es olvidarse del ser humano que con sus defectos y virtudes, fortalezas y debilidades, vive, sueña y lucha por un cambio positivo en el plano personal y por un país con oportunidades para todos. Me hice consciente de ello y por salir a reclamar por mis derechos, encontré como toda respuesta CÁRCEL.

Me considero rehén y víctima del Estado por dos veces, primero por no poder elegir y segundo, por no resignarme a salir de la calle y tener un futuro distinto. Les pido que comprendan que los años pasan, la vejez se abalanza sobre mí, los sueños se me frustran y las oportunidades se me acortan a diario. Me resisto a dejar una herencia de hijos y nietos sin educación y mal alimentados, privados del cariño que aún tengo para brindarles.

Soporté todo este avasallamiento y mantengo aún mi brasita de esperanza para revertir la situación y espero que esta se transforme en una hoguera para acercarle el calor necesario a todos mis seres queridos, y recuperar junto a ellos, la fe en un verdadero cambio para los que habitamos este país, que así como me ha brindado, también me ha quitado cosas.

Solo pido la comprensión y el apoyo de todas/os para enfrentar el juicio oral y público del próximo 3 de octubre. Se que estaré acompañada por todas/os las/os que defienden las libertades democráticas.

María del Carmen Ifran

TEL: 4633 – 6087



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