02/01/2016

Militar desde la cultura

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Desde 2010 funciona en Bs As Ar/Tv Trans, un espacio cooperativista donde las personas trans tienen la posibilidad de visibilizar las problemáticas del colectivo a través del arte. En 2015, la Cooperativa Ar/Tv Trans fue declarada por la Legislatura porteña de Interés Cultural, Social y para la defensa y la promoción de los derechos humanos. Entrevistamos a Daniela Ruiz, artista, militante y directora del proyecto, que busca terminar con los estereotipos transfóbicos a través de la cultura cooperativista. Por M. del Carmen González para ANRed


¿Cómo surgió la idea de formar la cooperativa?

La idea surge en 2009 cuando junto con muchas chicas que nos cruzábamos en casting nos dimos cuenta que no teníamos una manera de mirar un horizonte a futuro en lo referido a lo artístico. En primer lugar porque eramos estigmatizadas, en las productoras nos caratulaban sólo para los roles de travestis y prostitutas por más que estuviéramos capacitadas, tuviéramos formación actoral y contáramos con experiencia. Yo por ejemplo, egresé de la Fundación Julio Bocca y aun así me ponían en el papel de trans porque en ese momento no teníamos ni el documento de identidad ni el reconocimiento de derechos básicos que hoy podemos tener. A partir de allí, me surgió la idea de fundar la cooperativa Ar/Tv trans, en primer lugar, con el objetivo de visibilizar el colectivo trans y el encasillamiento en el rol prostibulario, y en segundo, poner en jaque lo artístico. Con esto me refiero a que la mayoría de las obras de teatro alternativo se hacen mediante cooperativas que no tienen personerías jurídicas y tampoco tienen una salida como fuente laboral ya que no toman un equipo estable. Entonces, comenzamos a estabilizarnos un poco en lo artístico y a proyectar una ONG, es decir, una cooperativa sociedad responsabilidad limitada. Nos juntamos con las compañeras que hoy conforman la organización, vamos al INAES y tramitamos nuestra personería jurídica y empezamos a mostrar distintos tipos obras teatrales ya como equipo de teatro.

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Vos mencionas que cuando comenzó el proyecto las personas trans estaban relegadas a papeles con un fuerte estigma social. ¿Crees que en estos últimos años esto se ha cambiado en le campo artístico?

Cambiar como cambiar no ha cambiado nada y no va a suceder si nosotras no comenzamos una transformación. Y esto es muy difícil, sobretodo porque la cultura alternativa siempre se pone en última prioridad, los gobiernos pueden percibirla como un gasto excesivo. El concepto de «cultura” es muy subjetivo. Además, también es una lucha constante de educación sobre género y una posibilidad para su difusión son las presentaciones que hacemos en distintos Centros culturales. Con este nuevo gobierno empezamos a tener ideas, políticas concretas no sólo sobre identidad sino también respecto de inserción laboral para las chicas. Nosotras empezamos a romper con los estigmas, el 1%, 2%, etc, de cupo laboral trans tiene que ser participe de la cultura y tiene que estar presente si realmente se quiere romper con la idea de que las trans sólo pueden prostituirse. ¡¿Quién mejor nosotras que sacamos a muchas de las compañeras de la prostitución e insertamos en le campo laboral y en la sociedad misma para lograr esto.

Mencionas el tema de la prostitución y tengo entendido que muchas chicas comenzaron a sumarse al proyecto para dejar de ejercerla e incluso que muchas veces utilizaban el dinero que ganaban para solventar el proyecto pero ¿Cuál es su posición sobre la regulación o legalización de la prostitución?

La prostitución es un tema muy delicado a tocar porque sabemos que a muchas chicas el sistema las ha colocado en ese único lugar. Pero en tal caso, voy a hablar de algo muy específico. Si nosotras pusimos un claro ejemplo de cooperativismo de trabajo en el arte, no solamente fue para visibilizar que somos más que un cuerpo que se vende a un prostituyente sino también de que somos personas que tenemos la capacidad de armar proyectos desde un lugar de trabajo digno. No sé hasta dónde es subjetivo llamar trabajo digno a la prostitución. La cooperativa respeta la actividad pero no la promueve, todo lo contrario, tratamos de que las chicas tengan las herramientas y la capacitación necesaria tanto para poder salir de ella como para poder decir «yo puedo salir” y lograr articular una vida social por fuera de aquella.

Dentro de la lista de sus obras tienen una versión bastante particular de la casa de Bernarda Alba que se caracteriza por una mirada desde la propia militancia trans. ¿Cómo gestaron esta versión?

En realidad, los códigos del teatro siempre son muy dinámicos. Realizar la versión original de La Casa de Bernarda Alba fue muy lindo y tuvo mucho éxito, pero haber puesto un poco más de la identidad trans en la obra fue un desafío para nosotras porque queríamos entrar en esta subjetividad de mujeres de su época. El haberle dado un toque trash, dark y trans fue una ruptura y nos permitió salir de lugares convencionales.

Hay una escena en su versión de la casa de Bernarda Alba que personalmente me llamó la atención porque creo que logran crear gran empatía con el personaje de Adela. En ella Adela es humillada por sus hermanas al punto de dejarla desnuda y creo que el espectador siente la gran vulnerabilidad por la que está pasando.

En realidad, dejo que cada intérprete haga fluir a sus personajes. Por lo general vamos haciendo muchos ensayos, distintos tipos de pruebas de cómo llevar el personaje y se va trabajando un estilo propio para cada rol. Si el espectador se siente identificado con el personaje es ya muy subjetivo, muy personal. Cada uno puede tomarlo como quiera, el teatro es la base fundamental de los pensamientos libres. Sin embargo, la Casa de Bernarda Alba y sus personajes tiene que ver varios factores, como la represión, que las chicas han vivido y que casi siempre vienen llevándolo internamente. No necesitan meterse tanto en un papel para representar la discriminación, el maltrato, la opresión por parte de madres y padres hacia los hijos, etc, porque la conocen .La sociedad, al igual que La Casa, es la que reprime y no deja ser lo verdaderamente se es.

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Estos últimos meses presentaste Travicienta, tu unipersonal. ¿Cómo fue esta experiencia?

Travicienta tuvo una repercusión bastante importante en los medios y que también fue muy productivo en lo educacional. Con una puesta en escena con 16 personajes y 6 meses de ensayo buscó diferenciar mi rol como activista de mi historia personal. Quise intensificar esto último mostrando cómo se lleva a cabo el proceso de aceptación propio como social.

La Cooperativa tiene planeado realizar la construcción de «La casa trans”. ¿En que consiste específicamente esta iniciativa?

La casa trans es el Centro cultural Cris Miró. Es una idea que estamos tramitando con el INAES y el INADI para poder tener el primer Centro Cultural Americano donde todos los compañeros y compañeras de la diversidad puedan venir y presentar tanto proyectos de cualquier disciplina artística, un nuevo instrumento para la inserción y capacitación de las chicas y un espacio donde todas las compañeras de la cooperativa tengan un puesto de trabajo en el área de producción cultural. Es un proyecto a futuro y tenemos muchas esperanzas de que se pueda dar. Sabemos que va ser difícil pero vamos por buen rumbo.

¿Cuáles son proyectos de la cooperativa para 2016?

Este 2016 llega con mucho trabajo. En enero estamos por comenzar con el festival Arte Trans que durará tres días, luego, el ciclo de teatro en diferentes Centros Culturales de CABA y en Febrero comienzan los cursos anuales de capacitación en el Alfonsina Storni en el área de teatro, arte corporal, producción artística, cooperativismo y fonética para en Marzo comenzar con la incorporación de nuevos estudiantes. Tenemos muchas expectativas. Por ejemplo, hace pocas semanas realizamos en el Ambigú la cuarta edición del Trava Cultural donde invitamos a varios amigos que distintos proyectos culturales. Siempre estamos buscando perfeccionarnos y crear producciones de gran calidad para darle lo mejor a la gente



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