06/10/2015

La palabra de Humpty Dumpty: los eufemismos del poder

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El uso que el poder hace del lenguaje, el uso manipulador del lenguaje, es tan antiguo como el dominio y el poder. «La realidad se camufla bajo eufemismos embellecedores.» explica Vicente Romano, doctor en Ciencias de la Información «es un sustituto biensonante de una palabra malsonante, como, por ejemplo, «campaña» por guerra. Por Una antropologa en la Luna



 Cuando yo digo una palabra -afirma Humpty Dumpty- significa aquello que yo quiero que signifique; ni más ni menos.

 La cuestión es -contesta Alicia- si uno puede hacer que las palabras signifiquen cosas distintas.

 La cuestión es -replica Humpty Dumpty- quién es el que manda, y se acabó.

«Alicia a través del espejo» de Lewis Carrol.

«En la época victoriana, no se podían mencionar los pantalones en presencia de una señorita.» escribía el escritor Eduardo Galeano «Hoy por hoy, no queda bien decir ciertas cosas en presencia de la opinión pública:
el capitalismo luce el nombre artístico de economía de mercado;
el imperialismo se llama globalización;
las víctimas del imperialismo se llaman países en vías de desarrollo, que es como llamar niños a los enanos; el oportunismo se llama pragmatismo;
la traición se llama realismo;
los pobres se llaman carentes, o carenciados, o personas de escasos recursos;
la expulsión de los niños pobres por el sistema educativo se conoce bajo el nombre de deserción escolar;
el derecho del patrón a despedir al obrero sin indemnización ni explicación se llama flexibilización del mercado laboral;
el lenguaje oficial reconoce los derechos de las mujeres, entre los derechos de las minorías, como si la mitad masculina de la humanidad fuera la mayoría;
en lugar de dictadura militar, se dice proceso;
las torturas se llaman apremios ilegales, o también presiones físicas y psicológicas;
cuando los ladrones son de buena familia, no son ladrones, sino cleptómanos;
el saqueo de los fondos públicos por los políticos corruptos responde al nombre de enriquecimiento ilícito;
se llaman accidentes los crímenes que cometen los automóviles;
para decir ciegos, se dice no videntes;
un negro es un hombre de color;
donde dice larga y penosa enfermedad, debe leerse cáncer o sida;
repentina dolencia significa infarto;
nunca se dice muerto, sino desaparición física;
tampoco son muertos los seres humanos aniquilados en las operaciones militares: los muertos en batalla son bajas, y los civiles que se la ligan sin comerla ni beberla, son daños colaterales; en 1995, cuando las explosiones nucleares de Francia en el Pacífico sur, el embajador francés en Nueva Zelanda declaró:

«No me gusta esa palabra bomba. No son bombas. Son artefactos que explotan»;

se llaman Convivir algunas de las bandas que asesinan gente en Colombia, a la sombra de la protección militar;
Dignidad era el nombre de unos de los campos de concentración de la dictadura chilena y Libertad la mayor cárcel de la dictadura uruguaya;
se llama Paz y Justicia el grupo paramilitar que, en 1997, acribilló por la espalda a cuarenta y cinco campesinos, casi todos mujeres y niños, mientras oraban en una iglesia del pueblo de Acteal, en Chiapas.»

El uso que el poder hace del lenguaje, el uso manipulador del lenguaje, es tan antiguo como el dominio y el poder. Chamanes, religiosos, políticos, económicos, intelectuales, utilizaron las palabras para confundir, aterrorizar, ocultar y mantener la ignorancia sobre las verdaderas relaciones de dominio y explotación. Además, «el ser humano es tan propenso al efecto hipnótico de los lemas como a las enfermedades contagiosas”, decía A. Köstler.

Un ejemplo ilustrativo es el que tuvo la Alemania nazi, con el comunicador filólogo Joseph Goebbels (ministro de Instrucción Pública y de Propaganda). El partido nazi se definía como Volksfreund (amigo del pueblo) y su órgano oficial de prensa era el Volksbeobachter (Observador popular). Hasta el automóvil barato se denominó Volkswagen, coche del pueblo. Los nazis amaban la palabra popular y pueblo. El escritor y superviviente Primo Levi cuenta:

Para mantener el secreto, entre otras medidas de precaución, en el lenguaje oficial sólo se usaban eufemismos cautos y cínicos: no se escribía «exterminación» sino «solución final», no «deportación» sino traslado, no «matanza con gas» sino «tratamiento especial», etcétera. (Levi, 1998: 196)

Chomsky cuenta que los EE.UU. calificaban de «aldeas estratégicas” los campos de concentración que creaban en Vietnam del Sur. La Autoridad Provisional de la Coalición es el eufemismo con que se denomina la ocupación y el saqueo usamericano y británico en Iraq. «Yo salía de uno de estos campos de concentración y no sabía que era un Holocausto lo que acabábamos de experimentar…» contaba el sioux Red Crow cuando hablaba de las «reservas».

«La realidad se camufla bajo eufemismos embellecedores.» explica Vicente Romano, doctor en Ciencias de la Información «es un sustituto biensonante de una palabra malsonante, como, por ejemplo, «campaña» por guerra. Eso es lo que ocurre cuando al bombardeo y destrucción de aldeas y campos de labor se denomina «pacificación”; al genocidio, «limpieza étnica”; a los millones de desplazados forzosos, transferencia de población o rectificación de fronteras; al apresamiento sin juicio ni cargos y a las cárceles secretas, eliminación de elementos no fiables; a los de Guantánamo, «combatientes enemigos”. Polvo residual dicen para camuflar la realidad de la lluvia radioactiva.

Un método es la combinación de términos contradictorios en frases hechas. Así, los propagandistas del Pentágono y sus voceros, los medios de producción masiva de comunicación, hablan de bombas inteligentes, guerras humanitarias, ataques defensivos, fuego amigo, daños colaterales, etc. La inteligencia se desplaza de las personas a las cosas. La frase «guerra preventiva” recuerda también las expresiones nazis de Erstschlag, primer golpe, y Blitzkrieg, guerra relámpago.
La frase «fuego amigo”, utilizada en el argot militar anglosajón se aplica para expresar la inocuidad y el embellecimiento de actos militares criminales. La de «daños colaterales”, surgida en la guerra contra Yugoslavia, fue declarada Unwort (la no palabra, la peor palabra) del año 1999 en Alemania. G. W. Bush riza el rizo de esta perversión lingüística cuando proclama que «guerra es paz”»

«Como ya apuntó G. Orwell, los actos de violencia pueden hacerse más aceptables mediante eufemismos como «seguridad”, «libertad”, «democracia”, «guerra limpia”, etc. El lenguaje se convierte así en una especie de placebo, la gente se siente mejor. Pero las bombas mutilan los cuerpos sin distinguir si son amigos o enemigos, niños o soldados»

Y también explica que en el marketing, para llegar a todos es necesario simplificar el lenguaje. De ahí que la simplificación sea una de las técnicas fundamentales. No se trata de argumentar diferencias, sino de establecer dicotomías claras: positivo o negativo, el bien o el mal, amigo o enemigo, amor u odio, verdad o mentira. Bush resucita a Hitler al aplicar la imagen del eje, «el eje del bien y del mal” . Los nazis de antes, como los fundamentalistas de ahora, tenían razón en la pereza a pensar. De ahí el lema: quien piensa, duda. Pensar ha sido siempre peligroso para los dominadores.

«Al final de cuentas, se esperaba que todos emitieran palabras desde la laringe sin que participaran en absoluto los centros del cerebro. Este propósito se admitía con toda fuerza en la palabra patolengua de la Neolengua, la cual significaba «graznar como un pato”. Igual que otras palabras del vocabulario B, patolengua tenía un significado ambivalente. Siempre y cuando las opiniones que se patolenguaran fueran leales, era una alabanza, así que cuando el Times se refería a un orador del Partido como un patolenguado doblemásbueno le dedicaba un cálido y apreciado elogio.» Escribía George Orwell en «1984».

En otro de sus ensayos de 1946, George Orwell afirmaba que el lenguaje político está diseñado para que las mentiras parezcan verdades, el asesinato una acción respetable y para dar al viento apariencia de solidez.
Para el éxito de la propaganda, los medios. Incluso el término de «comunicación de masas» es un eufemismo. Ni las masas se comunican entre sí a través de esos medios ni éstos son de las masas, sino de unos pocos que producen masivamente para las masas. «Cambio global» es el eufemismo de «crisis ecológica». La biosfera ha cambiado a lo largo de su historia, pero lo que ahora tenemos es una degradación causada por el ser humano, antropogénico. Paradójico es que llamemos vandalismo a la destrucción de las cosas hechas por el ser humano, y progreso a la destrucción de las cosas hechas por la naturaleza.

Los eufemismos como embellecedores de realidades desagradables tiene sus ejemplos más sobresalientes en la economía y en la bolsa, como cuando se habla de «crecimiento negativo» para indicar reducción de la producción, de las ganancias o incluso pérdidas o el de «redistribución negativa de los ingresos” por empobrecimiento de los trabajadores y de las masas populares. Los recursos humanos sustituyen a los antiguos departamentos de personal que son los que regulan los expedientes de regulación de empleo, amortizando los puestos de trabajo y flexibilizando la plantilla laboral como eufemismos de la palabra «despidos». ¿Te hablaron de «reestructuración», de «ajuste» o de «proyecciones de contratación negativas»? ¿Te invitaron a «tener éxito» en otro lugar? Estás despedido.

Cuando la multinacional que producía hardware, software y servicios para telecomunicaciones Nortel Networks decidió hacer despidos masivos en 2001, la compañía no habló de «reajustar» o «recortar»: ¡Nortel ‘OPTIMIZÓ’ a 65.000 personas!

«Ponga su dinero a trabajar» dice la banca. Dicen que el capital es el que trabaja, que es un factor de producción. Los trabajadores, no. Quizás sea por eso que nadie se acuerda de los derechos de los trabajadores en esta llamada sociedad «libre», de mercado «libre», con sus tratados de «libre» comercio, donde ni siquiera la revolución es libre. «Revolución es pagar una cuota mensual más baja. Hipoteca Revolución Santander.” reza una publicidad.

«En el diccionario de la máquina» escribía Eduardo Galeano «se llaman «contribuciones» los sobornos que los políticos reciben, y «pragmatismo» las traiciones que cometen. Las «buenas acciones» ya no son los nobles gestos del corazón, sino las acciones que cotizan bien en la Bolsa, y en la Bolsa ocurren las «crisis de valores».
Donde dice: la comunidad internacional exige, debe decir: la dictadura financiera impone. «Comunidad internacional» es, también, el pseudónimo que ampara a las grandes potencias en sus operaciones militares de exterminio, o «misiones de pacificación».
Los «pacificados» son los muertos. Ya se prepara la tercera guerra contra Irak. Como en las dos anteriores, los bombardeadores serán «fuerzas aliadas» y los bombardeados, «hordas de fanáticos al servicio del carnicero de Bagdad». Y los atacantes dejarán en el suelo atacado un reguero de cadáveres civiles que se llamarán «daños colaterales».

Y remata:

«El arte del buen gobierno permite no pensar lo que se dice, pero prohíbe decir lo que se piensa»



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