01/10/2015

Los pescadores de Caleta Córdova somos trabajadores furtivos

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Caleta Córdova es un pequeño pueblo de 600 habitantes con una fuerte identidad pesquera. Ubicado al norte de Comodoro Rivadavia sufrió los embates del neoliberalismo durante la década de los 90´cuando se produce la transformación del rol del estado que terminó afectando la vida socio-económica del país. Por Patricia Rodriguez para ANRed


Durante la década de los 90´ se producen cambios que produjeron la transformación del rol del estado que terminó afectando la vida socio-económica del país. En ese marco, se avanzó en la liquidación de la Administración General de Puertos de la Nación, descentralizando el sistema portuario.

Los activos portuarios fueron transferidos a las provincias, las que generaron distintas figuras administrativas. Lentamente, en Comodoro Rivadavia disolvieron la Secretaría de Pesca Municipal y otorgaron permisos de pesca a empresas extranjeras en detrimento del trabajador pesquero local. Por eso, César Viegas, vecinalista y tercera generación de pescadores de Caleta Córdoba denuncia: «Nosotros, los pescadores artesanales no existimos, porque el Municipio no nos otorga el permiso de pesca. El Municipio de Comodoro Rivadavia debe legislar de las 2 millas náuticas a la 14 y en adelante hasta la 200 le corresponde a Nación. Me obligan a trabajar y vender en negro, por lo tanto no puedo crecer, solicitar un préstamo. Somos perseguidos por Prefectura y prácticamente debemos «regalar” nuestros pescados a precios bajos. Nos condenaron a ser furtivos, ilegales, sin embargo, los empresarios, técnicos en redes, mecánicos tienen permisos y ni siquiera viven en la zona. Nosotros reclamamos que se nos incorpore al sistema, que se haga un registro y nos otorguen los permisos para poder vivir de nuestro trabajo. Los pescadores somos los que estamos en el mar continuamente, somos los fiscales entre el mar y el país, sabemos cuándo contaminan, depredan o dañan el medio ambiente, por eso nos borran del sistema”.

Beatriz Calvo, docente de la Escuela de Caleta Córdova recuerda la etapa próspera de los pescadores artesanales, durante la década de los 80´cuando un marinero ganaba lo que un petrolero. También la posibilidad de acceder a los recursos naturales con suma facilidad. Rememora la actividad de los cinco barcos pertenecientes a gente del lugar que contrataban a pescadores del barrio. Ellos contaban con una pequeña planta que daba trabajo a otros tantos, lo que creaba un mercado comunitario. Sin embargo, a partir de los 90´ las empresas extranjeras absorbieron las operaciones y generaron una política dependiente con respecto a la marcación de precios. También instalaron un mal manejo del recurso, porque se produce la pesca sin control, en tanto, por cada dos cajones de merluza que extraen del mar, tiran diez cajones de pescados chicos. Desechan otras especies que no les interesan, lo que produce la crisis pesquera que terminan en vedas. Bety sentencia que en realidad, nunca hubo control pesquero, porque desde siempre primaron los amiguismos.

Pese a todo, la resistencia continúa, por eso, Beatriz, insiste en distintas tentativas que contribuyan a la preservación del medio ambiente. A partir del 2010, en la escuela de Caleta Córdova, junto a otra docente dictó el Taller de Maricultura para la enseñanza de la cría de mejillones, lamentablemente, el proyecto cayó el año pasado.



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