06/09/2015

La memoria que brota desde el corazón de la provincia

fuerzas_tareas_5.jpg El pasado lunes 31 de agosto, se llevó adelante la octava audiencia a la Armada y la Prefectura, en el marco del juicio a la Fuerza de Tareas Nº5, en La Plata. En esta ocasión, el eje de los testimonios giró alrededor del secuestro y la desaparición de Norma Raquel Raggio y Raúl Alberto Balbuena, quienes fueron secuestrados el 28 de octubre de 1977, en el partido de Azul, provincia de Buenos Aires, para luego ser trasladados a esta ciudad. Por ANRed y La Retaguardia Reaccionaria*/Imágenes: archivo.


Crónica de la audiencia VIII, lunes 31 de agosto de 2015

El último lunes 31 de agosto, se llevó adelante la octava audiencia del juicio a la Armada y Prefectura, en el marco de los juicios a las Fuerzas de Tareas Nº5, en La Plata.

En esta oportunidad, el eje de los testimonios giró en relación al secuestro y la desaparición de Norma Raquel Raggio y Raúl Alberto Balbuena, secuestrados el 28 de octubre de 1977, en el partido de Azul, para luego ser trasladados a la capital de la provincia.

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En esta oportunidad prestaron sus testimonios a la reconstrucción histórica y política del horror de las prácticas de las fuerzas represivas del estado, María Celeste Balbuena, hija de ambos desaparecidos; Hugo Horacio Balbuena, hermano de Raúl; y Carlos Núñez, quien estuvo secuestrado junto a Norma. Además brindaron su relato Roberto Ángel Almada, quien fue delegado y trabajó en Swift, y a Ricardo José Reynoso.

Otra vez el trabajo y la fábrica como núcleo del «peligro”

El primero en dar su testimonio fue Roberto Ángel Almada.

Roberto fue trabajador y delegado en la empresa Swift. En ese tiempo, en la fábrica, solían trabajar trece horas por día y ya antes del golpe, eran crecientes las amenazas y las presiones contra los trabajadores.

Contó que «encontraba papeles en el vestuario del frigorífico que decían: «˜Terrorista: te vamos a desaparecer a vos y a tu crío”. Después del golpe, comenzaron a sacar trabajadores de la fábrica.

Fueron a buscarlo mientras estaba fuera de su casa. Armados, amenazaron con volver por su pareja y el hijo de ambos si no se entregaba. Su padre lo llevó después a Prefectura, en Ensenada. Echaron a su padre y ahí mismo lo detuvieron, encapucharon y esposaron; lo golpearon e interrogaron.

Estuvo tres días, luego de los cuales fue liberado con la advertencia de no caer de nuevo, pues en ese caso no volvería a salir.

Parir el cautiverio en el corazón de Buenos Aires

Luego brindó su testimonio María Celeste Balbuena. Narró la historia de sus padres: Norma Raquel Raggio y Raúl Alberto Balbuena, hoy desaparecidos.

Tenía un año cuando fueron secuestrados; por ello tuvo que reconstruir la historia de sus padres para comprender la suya.

Norma Raquel Raggio y Raúl Alberto Balbuena, fueron secuestrados el 28 de octubre de 1977 en Cacharí, partido de Azul.

Norma, su madre, estaba embarazada. «Tengo la esperanza de recuperar a mi hermano nacido en cautiverio”, dijo María e interpeló: «ahora que somos libres y podemos decir lo que pensamos, ¿también tenemos que ser desaparecidos? Ellos pelearon por una patria más justa”.

Luego escuchamos a Hugo Horacio Balbuena, hermano de Raúl Balbuena.
«Yo tenía catorce años cuando secuestraron a mi hermano, en octubre del «˜76”, comenzó Balbuena a reconstruir su historia, que es la de su hermano, su cuñada y tantos otros trabajadores y trabajadoras que sufrieron la represión del estado genocida bonaerense.

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Pero el de su hermano no fue el único caso. Hugo contó acerca de otros desaparecidos en la zona: «yo trabajaba en el mercado y un día se acerca una vecina y me da una carta para un muchacho que trabajaba en un puesto cercano. Me contó que la estaban persiguiendo. También me mostró una pastilla que tomaría en el caso de que la agarraran”.

La carta informaba un asesinato. Finalmente, la detuvieron. «Cuando le entregué la carta al muchacho, me dijo que no le llevara nunca más nada”, contó Balbuena. Además, se refirió a otro joven, apodado «Tito”, que paraba en su casa. «Una noche estaba muy triste. Me dijo si no me quedaba con él mientras veía algo. Me habló de la situación política, de lo que ellos querían. Cuando me fui a dormir, él estaba muy borracho. A la madrugada entró un operativo y lo mataron”, recordó Balbuena.

En relación a Norma, su cuñada, contó que Carlos Núñez, quien había estado con ella en el BIM3 (Batallón de Infantería de Marina Nº3), le dijo que intentara hablar con Monseñor Plaza para lograr liberarla.

Hoy está desaparecida, como también el que fue su compañero. «A mi hermano lo mataron por un ideal desinteresado, desinteresado porque éramos trabajadores”, terminó Hugo.

Del centro de detención a dar rienda suelta a la memoria

Escuchamos después el testimonio de Carlos Núñez, quien fue secuestrado en octubre del «˜76.

Militares, que llevaban consigo una foto de su hermana, María Rosa Núñez, lo ataron y lo subieron a un coche. María Rosa, como su pareja, eran militantes.

Carlos recordó que estuvo en la Comisaría 1era y luego fue trasladado al BIM3. Pasó, además, por el CCD (Centro Clandestino de Detención) de Arana.

Estuvo en un calabozo junto a Norma Raggio y un matrimonio, Diego y Elisa. Norma estaba embarazada. Los muchachos eran contenidos por Diego y Elisa, quienes eran mayores. Norma le contó cómo la trajeron a ella y a su compañero Raúl a La Plata. Ambos militaban.

Por otra parte, Carlos contó también que había frecuentes traslados a Arana. Y narró además el horror experimentado en ese lugar: los gritos de tortura de mujeres y varones.

«Era desgarrador. Cuando te llegaba el turno, te buscaban en la celda, te pegaban una trompada y te llevaban esquivando cuerpos”, recordó con dolor Carlos. Los cuerpos eran de trabajadores, trabajadoras, estudiantes, militantes, personas secuestradas por el aparato represivo que habiendo sido poco antes torturados pedían agua al que sintieran cerca.

En el interrogatorio le colocaron un detector de mentiras. Le preguntaron sobre lo que no sabía. Doce días estuvo en total en cautiverio y fue liberado. Su madre y su hermano habían estado buscándolo. Cuando a su madre le dijeron que habían matado a su hija, María Rosa, fue al BIM3. Quería recuperar a su nieto. Diez días estuvo exigiendo por él. Le dijeron finalmente que debía ir a la Comisaría 8va. Allí, el comisario le confesó que ya había preparado la apropiación del bebé, pero pudo lograr que se lo devolviera. Carlos dijo también que su hermano fue asesinado en el «˜77.

Mirar a la cara del horror y ver la cobardía de los infames

El último testimonio fue el de Ricardo José Reynoso, secuestrado en la tarde del 22 de abril de 1976: una camioneta con cinco hombres de la Marina y otros cinco en un coche. Ya encapuchado y atado, un oficial le puso la bota en la espalda y el fusil en la nuca y se lo llevaron.

Ricardo conocía muy bien la ciudad, por el paso de las vías pudo calcular el trayecto. Supo que lo llevaban a Subprefectura de Marina.

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En aquella época, como otros testimonios en este juicio han señalado, la organización de los trabajadores suponía una amenaza para las clases hegemónicas que pretendían conservar sus privilegios. Ricardo solía tratar con las diversas organizaciones políticas y participar de las discusiones de los trabajadores.

«Como ellos, también yo quería un país mejor”, dijo Ricardo. Nombró algunos compañeros: al «Negro” Páez y a Etchepare, entre otros.

Durante los interrogatorios no le sacaron nada porque no sabía nada. Amenazaron con matarlo a él y a sus compañeros.

Luego de las torturas, las preguntas y el asedio militar, fue trasladado al CCD de 1 y 60 (Infantería).

En ese lugar le pusieron una pistola en la boca y lo golpearon. Tres meses estuvo allí y también pasó por la U9 (Unidad 9).

«Por más que me golpearon, no lograron quebrarme”, recordó Reynoso. También mencionó en la audiencia que en el frigorífico los trabajadores eran vigilados por personal de U9.

Contó además los efectos de la tortura de los que fue testigo: testículos quemados, rostros desfigurados, infecciones a causa de las vendas y también la vejación de las mujeres.

Por último, pidió al tribunal dirigirse personalmente a los genocidas, y aunque le fue negado, pudo sin embargo aludir a la cobardía de los infames.

Al final de la audiencia, el tribunal leyó la resolución respecto de la defensa del exComandante de Operaciones Navales, Antonio Vañek. La defensa ha intentado excusar a Vañek argumentando aparentes desórdenes neuronales e incapacidades que pudieran apartarlo del juicio. El tribunal no acogió el planteo y sigue considerando a Vañek perfectamente competente para ser juzgado.

*Facebook: La Retaguardia Reaccionaria.



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