16/08/2015

Las elecciones argentinas y el FIT

candidatos-paso21.jpgBalance de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que tuvieron lugar el 9 de agosto en la Argentina. Por Guillermo Almeyra.


Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 9 de agosto de 2015 se caracterizaron por lo siguiente: votó menos gente que en elecciones anteriores (70 por ciento de los inscriptos); hubo más votos en blanco dada la similitud de las políticas de los diferentes candidatos principales, todos conservadores; hubo más cortes de boleta (votación por un partido, sufragando por otro y otros para puestos de diputados, concejales). Sobre todo, el candidato con más votos, Daniel Scioli, del oficialista Frente para la Victoria, con poco menos del 39 por ciento, obtuvo tres millones y medio de votos menos que Cristina Fernández en 2011 lo cual indica su poco arrastre entre los sectores más pobres. Con respecto al siguiente, el ultraconservador Mauricio Macri, también de origen peronista, Scioli obtuvo una diferencia de 8,5 por ciento.

Ahora bien, para ser elegido presidente en la primera vuelta, debe tener el 40 por ciento de los votos o 10 por ciento más que el siguiente más votado, requisito que no logró. Macri, por su parte, difícilmente pueda conseguir desde hoy hasta octubre, fecha de las elecciones presidenciales, una votación superior a la de Scioli, que en ese lapso reunirá sin duda votos de otros candidatos peronistas sin perspectivas (y hasta de sectores de centroderecha temerosos de la política derechista y aventurera de Macri).

Hay que destacar el hecho de que, como dijo José «Pepe” Mujica, todos los posibles presidentes son de origen peronista y menemista y que el electorado, en un 90 por ciento, escogió entre personajes con políticas conservadoras, ligados en mayor o menor medida a los grandes industriales y/o a los exportadores de soya y a Estados Unidos, con la excepción de la liberal democrática Margarita Stolbizer, salida de la Unión Cívica Radical de centro. Con la devaluación del yuan y la amenaza brasileña de salir del Mercosur, muy afectado por la devaluación del real brasileño, la política de los candidatos derechistas a presidente conduce a un ajuste duro si las luchas sociales no lo impiden.

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), la única organización anticapitalista y de izquierda presente en la elección presidencial, logró un 40 por ciento más de votos que en las PASO anteriores de 2011 aunque con relación a las elecciones parlamentarias de 2013 haya perdido 700 mil votos, cosa normal ya que, al contar poco más del 3,31 por ciento, no es una opción presidencial «“sobre todo con la actual polarización de los votos- pero sí parlamentaria (de hecho, siempre obtiene muchos más votos para diputados y concejales que para presidente).

El resultado favorable no oculta, sin embargo, que no se produjo el aluvión de votos hacia el FIT de trabajadores peronistas que esperaban ilusoriamente los dirigentes de los partidos integrantes del FIT pues muchos de esos trabajadores, descontentos con respecto al gobierno, prefirieron votar con un reflejo conservador para no saltar de la sartén a las brasas al permitir el triunfo de Macri en el caso de no seguir votando PpV.

En las elecciones de octubre próximo el FIT sin duda aumentará algo su caudal electoral con votos provenientes de sectores de izquierda y centro izquierda que quedaron fuera de la contienda al no conseguir el 1,5 por ciento de los votos establecido por la ley. El FIT, además, a diferencia de las elecciones pasadas, está instalado ahora en prácticamente todas las provincias, en algunas de ellas con resultados significativos, y es una fuerza nacional que, si en octubre consigue un caudal de votos similar al del 9 de agosto, le permitirá elegir nuevos diputados en la Capital Federal y otros distritos claves.

Este resultado del FIT se dio a pesar de una lucha interna llena de calumnias e injurias por ambos bandos que asqueó a muchos ex votantes críticos del FIT y trabó su crecimiento electoral. Sobre todo, se logró a pesar de una campaña lamentable y pobrísima, carente de propuestas. Los carteles del FIT mostraban, por ejemplo, como todos los de los demás partidos, sólo las caras de los candidatos como si éstos fueran productos comerciales y los spots electorales iban de dibujitos animados hasta cancioncitas de rock, sin una sola declaración política ni propuesta para ninguno de los problemas importantes que enfrentan el país y los trabajadores (fuera de que los diferentes integrantes del FIT están contra el ajuste, que harán todos los demás candidatos).

La pelea sin principios entre el PTS, por un lado, y el PO e Izquierda Socialista (que en este caso contó con el aporte de Pueblo en Marcha, un grupo de izquierda radical independiente), por el otro, se saldó con el triunfo del primero en la candidatura presidencial y la conquista por los segundos de la mayoría en los distritos fundamentales, con excepción de la provincia de Mendoza, baluarte del FIT. En cierta medida un empate en la cantidad de distritos donde cada fuerza es mayoritaria con respecto a su oponente del FIT, lo cual pesa sobre ambos sectarismos para mantener el Frente so pena de quedar reducidos al 1,5 por ciento cada uno.

La victoria de la fórmula del PTS, Nicolás Del Caño-Myriam Bregman- sobre la fórmula Altamira-Giordano, sacó del primer plano al líder del PO Altamira, infaltable candidato a presidente desde 1983, en parte como resultado del arraigo del PTS en Mendoza y en parte del posmodernismo que hace que ser joven sea un atributo indispensable y, casi casi, una demostración de capacidad (la presidente Cristina acaba de nombrar directora del Banco de la Nación a la hija de 26 años del ministro de Defensa, sin experiencia bancaria previa y con apenas cinco años de estudios superiores; licenciatura y maestría en Economía).

Ahora está por verse si todo el FIT (PTS,PO, IS y aliados) trabaja realmente para un éxito común en octubre y si el FIT lleva a cabo una política más abierta de alianzas electorales con otros sectores de izquierda. En especial, si eleva el nivel político de su campaña exclusivamente de denuncias, ofreciendo ideas y soluciones que justifican su calificativo de izquierda y socialista.



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