14/08/2015

¿Muerte accidental de un africano?

3-1061.jpg

El martes 11 de agosto, en medio de una macrooperación policial en la localidad tarragonesa de Salou, estado español, Mor Sylla, un trabajador senegalés de 50 años, cayó al vacío desde un tercer piso, muriendo al instante. La Policía había irrumpido en ése y en dos pisos más a las seis de la mañana bajo orden judicial con la sospecha de que eran viviendas vinculadas con ‘una red dedicada al top manta’. Por Xoán Perillán. Foto de @fisiofan: Concentración en Barcelona para exigir responsabilidades por la muerte del senegalés Mor Sylla en Salou (Tarragona).


El pasado 9 de agosto las calles a lo largo y ancho de Estados Unidos se llenaban de homenajes, actos y manifestaciones para recordar la muerte del joven afroamericano Michael Brown a manos de la Policía. Los disturbios y la violencia policial se sucedieron en distintas partes del país.

Ayer martes, un suceso nos tocaba más de cerca. En medio de una macrooperación policial en la localidad tarragonesa de Salou, Mor Sylla caía al vacío desde un tercer piso, muriendo al instante. Se trataba de un migrante de origen senegalés, de 50 años que llevaba ya veinte como vecino de Salou.

La Policía había irrumpido en ése y en dos pisos más hacia las seis de la mañana bajo orden judicial con la sospecha de que eran viviendas vinculadas con ‘una red dedicada al top manta’.

La versión de los Mossos d’Esquadra fue que el fallecido saltó por la ventana justo cuando los agentes entraban por la puerta, sin que estos llegaran a estar de ningún modo involucrados en la muerte.

La comunidad senegalesa, familiares y amigos, comenzaron a concentrarse en la Plaza de Sant Jordi, culpando a las autoridades de la muerte y reclamando la liberación de los doce detenidos en la redada de la mañana. Exigían también que el cónsul senegalés inspeccionase el levantamiento del cadáver, pero la Policía intervino para llevárselo rápidamente, desoyendo las demandas, lo que dio comienzo a los enfrentamientos que desenvocarían en disturbios.

Las líneas de tren tuvieron que ser cortadas. Más de 24 personas heridas, barricadas de contenedores, lunas de coches policiales rotas y el pavimento levantado son los escenarios dejados por la rabia y la impotencia.

A raíz de los disturbios, la red de microblogging Twitter estalló en indignación por parte de los simpatizantes de manifestantes y Policía. Esto ha llevado a la aparición de varios twitts racistas, especialmente en cuentas de policías o cercanas a los Mossos, que condenaban los disturbios y se solidarizaban con la policía.

Desde la otra parte, mucha gente clamaba apoyando a la comunidad senegalesa, consciente de la persecución y acoso que viven a diario. Además, en un lugar como Catalalunya, donde la Policía acumula más denuncias por abusos o malos tratos que en ningún otro lugar del Estado y los casos de torturas y asesinatos inundan el historial de los Mossos d’Esquadra, a la gente le cuesta creerse la versión policial.

Es una historia que ya suena tristemente familiar, además de que la Policía suele negar toda responsabilidad por sistema, lo que reduce aún más su credibilidad.

Mucha gente ha recordado también que este cuerpo de policía autonómico suele grabar en vídeo sus actuaciones, en concreto las entradas en domicilios, lo que ha llevado a medios como Catalunya Plural a solicitar las grabaciones para probar la versión policial. La petición ha sido respondida con el más absoluto silencio.

El representante de la comunidad senegalesa dejaba claras las dudas albergadas por sus compatriotas con respecto al hecho de que Mor se hubiese tirado por la ventana. «Alguien que lleva veinte años viviendo en Salou y que ha sido detenido mil veces no va a saltar sólo porque vayan a entrar en su casa (…), no se va a tirar por unas camisas».

El hermano de Mor declaraba en la misma tónica: «Un vecino le oyó gritar al caer, y alguien que se tira voluntariamente no grita». Por su parte, ha interpuesto una denuncia contra los Mossos a la espera de que se abra una investigación para clarificar lo ocurrido.

En cualquier caso, los detalles de lo que pasó en el domicilio no son lo realmente destacable en esta situación, ni el problema de fondo. No es relevante si Mor se tiró o lo tiraron.

Lo que importa es que es un muerto más, una víctima de un sistema de exclusión que ha hecho estallar la rabia a quienes no pueden más. La cara más visible de la violencia policial, económica, social y política que viven los trabajadores del top manta, los africanos y los inmigrantes.

En este sentido se han pronunciado colectivos como el Espacio del Inmigrante de Barcelona, Tanquem els CIE o la propia CUP, que ha sacado un comunicado en el que declaran que:

«Aún no se saben las circunstancias concretas de la muerte, pero sí que contextualmente vienen directamente derivadas de las políticas racistas, excluyentes, xenófobas y de apartheid que hace tiempo que impulsan la Unión Europea, el Estado español, el gobierno de la Generalitat y muchos ayuntamientos locales».

También interesante es el comentario hecho en Twitter por el regidor barcelonés Jaume Asens, de Barcelona en Comú.

Especialmente por el hecho de que nos recuerda la responsabilidad de la clase política, pero también la de toda la sociedad civil catalana, española y europea.

Nuestra complicidad con las políticas coloniales que las multinacionales, ejércitos y nuestros gobiernos implementan en los países africanos, que obligan a miles de habitantes de ese continente empobrecido a huir de la miseria y buscar refugio en el continente que se lo ha robado todo.

Cómplices con las políticas de cierre de fronteras que provocan que los migrantes y refugiados tengan que arriesgar la vida cruzando mares o saltando vallas para conquistar su derecho a la movilidad. Cómplices con las políticas de segregación que interponen multitud de fronteras invisibles dentro de nuestras sociedades, en nuestros barrios, en los hospitales, en el trabajo, en las playas, impidiendo el derecho ‘a existir’ a aquellos trabajadores extranjeros calificados de «ilegales».

Entrevistados, algunos vecinos de Salou decían haber pasado miedo durante los enfrentamientos y se quejaban de que algunos escaparates se habían roto y el mobiliario urbano había sufrido desperfectos.

Tan de espaldas vivimos a la realidad de violencia que los europeos imponemos al resto del mundo, que cuando alguien desesperado lleva a la calle la realidad de violencia que padece a diario nos escandalizamos; pidiendo que vuelva la normalidad a nuestras vidas en las que nosotros nos sentimos cómodos y seguros, en la que nosotros somos los protagonistas. Incluso si esa «normalidad» conlleva de por sí violencia para los demás.

Justo el mismo día que pasaba esto en Salou, la policía griega de la isla de Kos vaciaba un extintor sobre una multitud de refugiados sirios que pedían recibir documentos que les permitieran moverse de la isla. El mismo día se suspendía en funciones a un agente que el día anterior había sacado un cuchillo y tratado a empujones a varios refugiados. Miles se apelotonan en la isla y las autoridades han intentado concentrarlos en un campo de fútbol ante la saturación, pero siguen sin darles salvoconductos.

Ferguson, Salou, Kos. Sucesos en partes del mundo que a pesar de las distancias y los contextos tienen mucho en común. Las tres situaciones están provocadas por el racismo de una sociedad, la occidental, que a pesar de los años y los lavados de cara no ha conseguido superar su pasado colonial y se sigue creyendo el centro del universo.

Las tres son situaciones provocadas por la violencia policial, que es la cara más visible y amarga de un sistema opresor que ejerce la violencia desde los aparatos institucionales de forma cotidiana y sistemática contra los más débiles, los descastados, los marginados.

Y las tres son situaciones que dejan ver que las llamadas «democracias occidentales» son en realidad sistemas políticos profundamente racistas, desiguales y que esconden una realidad muy violenta bajo su máscara de bienestar y paz social. Que esconden la exclusión de una gran parte de su población en base a los ‘derechos de ciudadanía’, que no es otra cosa que la forma moderna de dividir a los humanos de primera de los humanos de segunda. De aquellos que estan en la zona del Ser, de los que están fuera de ella, que diría Fanon.

En los años setenta, eran los presos políticos los que ‘saltaban misteriosamente’ por las ventanas de las comisarías o de los pisos francos. Hoy son los inmigrantes.

El hecho de no hacer nada para combatir esta situación es ser cómplice de la barbarie, y es muy ingenuo pensar que podemos continuar viviendo en nuestra posición de privilego, viendo cómo el mundo o mejor dicho otros mundos, se hunden a nuestro alrededor sin que la sangre nos salpique. O por lo menos, los cristales de algún escaparate roto.

Publicado en Periódico Diagonal

5-691.jpg

Comunicado ante la muerte de Mor Sylla

Comunicado ante la muerte de Mor Sylla de Salou y la persecución a las personas migrantes

A las seis de la mañana del martes 11 de agosto moría Mor Sylla, un trabajador senegalés de 50 años, cayendo del balcón de su casa desde un tercer piso cuando lo perseguían lo Mossos d»™Esquadra al entrar a su domicilio durante una operación contra los trabajadores del «˜top manta»™, según el relato de altos mandos de la policía autonómica.

Aún no están claros los hechos ya que testigos y familiares denuncian que «los Mossos d»™Esquadra entraron en la casa y la víctima se asustóy corrió hacia el balcón donde, voluntaria o involuntariamente, le empujaron” y hasta denunciaron «forcejeos” de parte de la policía.

Es necesario de manera urgente aclarar esos terribles hechos, sólo una comisión investigadora, independiente del Gobierno y la policía y formada por organizaciones de inmigrantes, derechos humanos y familiares y compañeros de Mor, puede realmente llevar al esclarecimiento de los hechos.

Sin embargo, lo que está claro es que la muerte de Mor Sylla fue provocada por la persecución policial. Una incesante persecución que en todo el Estado español tiene en jaque a los miles de jóvenes, mayoría inmigrantes de origen subsahariano en «˜situación irregular»™ según las exigencias de las reaccionarias leyes de extranjería, sin derecho a un trabajo digno.

La reforma del Código Penal, «Ley Mordaza”, tipifica la venta ambulante como delito, siendo motivo de entre 6 meses y dos años de cárcel; lo que puede generar a estos trabajadores antecedentes penales, aumentando así las trabas legales para obtener su residencia y provocando incluso la expulsión del país previo paso por un CIE.

En particular en Catalunya, a principio del mes de julio el jefe de la Guardia Urbana, Evelio Vázquez, «”máximo responsable uniformado del cuerpo desde 2011 nombrado por el anterior alcalde Xavier Trias (CiU)»” anunció que el Consistorio de Barcelona le había permitido el refuerzo de unidades policiales tanto contra los manteros como los «˜lateros»™ que venden latas de bebida en la calle.

De este modo, la flamante alcaldesa Ada Colau «atendía” a la reaccionaria petición de los «sindicatos” policiales que días antes habían exigido apoyo de los antidisturbios a los agentes ocupados de la campaña contra el «top manta”, ante la resistencia que en ocasiones ejercían los vendedores y otras reacciones solidarias con ellos de parte de ciudadanos de a pié. Por tanto, durante el verano de la capital catalana luce un nuevo despliegue decretado por el área de Seguridad del equipo de Barcelona en Comú, que activará a medio centenar de policías antidisturbios entre la USP -destinados a horario diurno- y la Unitat Nocturna Operativa Centralitzada (UNOC).

Estos son los peligros a los que se enfrentan las personas inmigrantes que no tienen medios para subsistir, una vez que han logrado saltarse las vallas de Ceuta o Melilla. Según diferentes organizaciones en defensa de los inmigrantes, alrededor de 600 personas fueron encarceladas entre 2003 y 2010 por vender en la calle.

Existe una fuerte campaña mediática y de la guardia urbana que acusa a los «top manta” de «actividad ilegal” que «perjudica a los artistas y las grandes firmas de moda por vulnerar derechos de propiedad intelectual e industrial” y de «ocasionar millonarias pérdidas económicas”. El Gobierno, la Generalitat de Catalunya y muchos ayuntamientos y gobiernos municipales como el de Barcelona no sólo no han frenado esta campaña reaccionaria, sino que han garantizado esta política represiva, racista, xenófoba en todo el Estado español imperialista.

La reacción de los familiares, compañeros y amigos de Mor Sylla ha sido la movilización inmediata junto a los movimientos sociales, colectivos de inmigrantes y organizaciones de izquierda, exigiendo el esclarecimiento de los hechos y denunciando a los responsables de la muerte de Mor. La policía continuó respondiendo con la represión a los manifestantes, que volvieron a las calles al día siguiente y que continuarán convocando manifestaciones, a las que apoyamos e impulsamos.

La muerte de Mor se suma a las más de 60 mil personas refugiadas y migrantes desaparecidas en el mediterráneo, a las más de 15 personas asesinadas en la playa de Tarajal en Febrero de 2014, a las más de 10 personas refugiadas y migrantes arrolladas en Calais en el último mes. Ante ello decimos:

Basta de persecución y criminalización del Estado y las fuerzas represivas a los trabajadores del «top manta”.

¡Ningún ser humano es ilegal! Abajo las leyes de extranjería, la reaccionaria política migratoria europea. Por el cierre de los CIEs y el fin de las deportaciones.

No a la Ley Mordaza que persigue a los que luchan y a los sectores más precarios de la clase trabajadora.

Trabajo digno para todos, con igual salario y condiciones laborales. ¡Nativa o extranjera la misma clase obrera!

Clase contra Clase | @ClaseVsClase



0 comentarios

1000/1000
Los comentarios publicados y las posibles consecuencias derivadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores. Está prohibido la publicación de comentarios discriminatorios, difamatorios, calumniosos, injuriosos o amenazantes. Está prohibida la publicación de datos personales o de contacto propios o de terceros, con o sin autorización. Está prohibida la utilización de los comentarios con fines de promoción comercial o la realización de cualquier acto lucrativo a través de los mismos. Sin perjuicio de lo indicado ANRed se reserva el derecho a publicar o remover los comentarios más allá de lo establecido por estas condiciones sin que se pueda considerar un aval de lo publicado o un acto de censura. Enviar un comentario implica la aceptación de estas condiciones.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba