21/07/2015

Frantz Fanon en su noventa aniversario

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El nombre de Frantz Fanon se encuentra irremediablemente inscrito en las grandes luchas sociales que se vivieron a partir de la apertura del proceso de descolonización. Nacido el 20 de julio de 1925 en Martinica y muerto en 1961 tras una lenta agonía, dejó en sus escasos 36 años dos de las más importantes obras sobre la situación colonial del mundo moderno. Su escritura crítica y revolucionaria tenía como objetivo radicalizar el proceso de descolonización iniciado tras el término de la segunda gran guerra europea. La escritura de Fanon se encuentra magistralmente expuesta en sus dos obras Piel Negra, Máscaras blancas y Los Condenados de la Tierra. De manera coyuntural, respondiendo al análisis concreto y específico de la situación, Fanon escribió una cantidad importante de artículos agrupados en Sociología de una revolución y Por la revolución africana. Por Jaime Ortega Reyna


Fanon tuvo una vida itinerante en el momento de mayor dramatismo del espacio europeo. Dejando Martinica se instaló en Francia, donde concluyó sus estudios de psiquiatría y comenzó su trabajo profesional. Sus conclusiones tras el trabajo en hospitales psiquiátricos se ve reflejada en su primer gran trabajo: Piel Negras, Máscaras blancas. En dicho texto Fanon incorpora una lectura crítica de Freud, proponiendo el concepto de socio-génesis, al tiempo que integra los adelantos del por entonces joven Jacques Lacan. Fanon también radicaliza sus posturas políticas. Piel Negras es justamente un intento por reflexionar sobre las causas que permiten al sujeto colonizado identificarse con el colonizador. La incorporación del tema del lenguaje y la crítica a las formas tradicionales de entender el comportamiento del sujeto colonizado «”el «hombre” negro»” le permiten replantear las explicaciones tradicionales al respecto. El estatuto colonial está anclado en el conjunto de las relaciones sociales, pero también en la intersubjetivad: «Un hombre que posee el lenguaje posee por consecuencia el mundo que expresa e implica ese lenguaje”. La política del colonialismo se juega en la manera de nombrar y decir al mundo y por tanto el de jerarquizar el orden social.

Sin duda alguna, la potencia de Piel Negras no tuvo la resonancia a nivel mundial que tendría su obra publicada póstumamente (1961), Los Condenados de la tierra. Prologada por Jean Paul Sartre, una figura aliada clave para los procesos de descolonización del universo francés, Los Condenados de la tierra discute los temas que serán los más polémicos en la argumentación de Fanon en torno a la liberación: la violencia revolucionaria, la cultura nacional, el papel de los políticos y dirigentes del mundo colonial. Francia es el lugar de amalgamiento de experiencias coloniales de distinto orden. Por sus ciudades y universidades conviven caribeños, asiáticos y africanos. Al tiempo se conocen y radicalizan sus posturas políticas. Pero es a partir del año 1954, cuando el conflicto con el colonialismo francés estalla en Argelia, que se ponen a prueba las teorizaciones, las posturas políticas y a los propios sujetos. La conformación del Frente de Liberación Nacional (FLN) y la adhesión que a él hacen las grandes masas coloniales tanto en Francia como en Argelia serán resueltas a través del enfrentamiento directo y cruento. Francia, una «democracia occidental” arraigada, no perdona a sus colonizados la insubordinación y ensaya las peores torturas y métodos de exterminio en la posguerra, después exportados en los años oscuros de la Doctrina de Seguridad Nacional en América Latina.

Los rumbos de la descolonización

El colonialismo es ante todo una antropología en acto, esto es, el fenómeno colonial jerarquiza, ordena, distingue, matiza el mundo del colonizado según su perspectiva, según sus intereses, según su capacidad de ejercer el poder. A ello Fanon responderá con la articulación conceptual de la liberación, a partir de dos componentes fundamentales: la violencia revolucionaria y la cultura nacional. Quizá sea éste segundo aspecto el de mayor relevancia para nuestros días. Fanon entiende la necesidad de que el colonizado reconstruya ese mundo ordenado antropológicamente por el colonialismo a partir de una cultura pasada, pero también futura; a través de prácticas que subviertan el mundo colonial y de la articulación de una forma distinta de «decir” y articular el sentido del mundo (de ahí la importancia radical que guarda el lenguaje).

Fanon articuló la propuesta de una comprensión desde la «zona del no-ser”, es decir, de todos aquellos sujetos que no obtenían en el orden colonial un lugar o un momento de reconocimiento ni de representación. Eran animalizados de manera espontánea por la «conciencia” y la «razón” colonial. El producto era esa «zona del no-ser” donde se amalgamaban aquellos que estaban fuera de las relaciones intersubjetivas del mundo colonial. Se trataba de un grado de exterioridad total. El colonizado no era reconocido como humano digno. A ello Fanon opondrá, entre otras cosas, la idea de la descolonización, de la subversión de esa sociedad dividida que es la sociedad colonial. Una apuesta política centrada en la idea de cultura nacional.

La cultura nacional sería la creación heroica de los colonizados al momento de enterrar al colonialismo, con sus prácticas, sus segmentaciones, sus jerarquizaciones. No debe confundirse la apuesta fanoniana de una cultura nacional articulada desde los sujetos colonizados que luchan por conformar una nueva estatalidad, con las culturas criollas que han conformado Estados-nación monolíticos, autoritarios, capitalistas y excluyentes. La apuesta fanoniana es indudablemente más radical: «En la situación colonial, la cultura, privada del doble sostén de la nación y del Estado se deteriora y agoniza. La condición de existencia de la cultura es, por tanto, la liberación nacional, el renacimiento del Estado”.

La liberación, como horizonte descolonizador, pasa por la articulación de dicha cultura nacional, que no se encuentra enterrada en el pasado, sino presente en los actos de resistencia (ocurridos y por ocurrir). La apuesta fanoniana por esta cultura sigue siendo de gran vigencia en nuestros días, pues plantea la necesidad de articular las prácticas, construcciones, epistemologías y discursos que apuestan a la constitución de un campo político más amplio, no limitado por los estrechos límites que ha impuesto el colonialismo.

El fantasma de Fanon por América Latina

De la presencia de Fanon por Nuestra América hay aún mucho que decirse. Fanon atravesó algunas de las principales publicaciones de la izquierda en América Latina, como Pensamiento Crítico y Casa de las Américas en Cuba, Historia y Sociedad en México, Pasado y Presente y Nueva Antropología en Argentina.

Su obra fue (y lo sigue siendo) traducida y publicada en México y Argentina por editoriales de gran prestigio como el Fondo de Cultura Económica. Ahora sucede algo similar en España. Textos importantes que aportaban al conocimiento de su teoría revolucionaria fueron traducidos, entre otros, por Juan Gelman o Víctor Flores Olea. Autores de las más diversas tradiciones intervinieron en el debate: podemos encontrar a Roberto Fernández Retamar, Adolfo Gilly, Carlos Fernandez Prado, Fausto Reinaga, entre muchos otros. La lectura de Fanon se cruzó con otras discusiones abiertas a partir de la revolución cubana, de los procesos de insubordinación de sectores de trabajadores, de la afirmación de una cierta racialización de la política como medio de disputa del poder.

Y es que, frente a las tradiciones radicales ancladas en los humanismos abstractos, la posición fanoniana se presentaba como una apuesta concreta y al tiempo radical. No se perdía en la búsqueda de supuestos esencialismos (étnicos), a la espera de ser restaurados por una emancipación humana futura. La apuesta de Fanon era por la construcción, desde el cuerpo de los colonizados hacia la articulación política. La disputa por la nación, por la construcción de un Estado y una cultura en dicho espacio era y sigue siendo el tema más relevante para Nuestra América. Los rumbos de la descolonización abiertos por Fanon aún están por ser explorados en toda su plenitud.

Fuente: El presente del pasado 2.0



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