12/07/2015

Tucumán: Cacique preso por defender la ciudad sagrada de los Quilmes

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El encarcelamiento del Cacique Francisco Solano Chaile es el corolario de una larga y sistemática historia de hostigamiento e intentos de desarticulación de la Comunidad India de Quilmes. Su estado de salud empeoró por las condiciones de detención y necesita una respuesta urgente del Juzgado que garantice su integridad física y atención médica. Por Sandra Tolosa


La lucha de la Comunidad India de Quilmes no es nueva. Lleva siglos. En ese sector del Valle Calchaquí, los indígenas reducidos por la conquista española fueron en parte trasladados a otras regiones (Quilmes, provincia de Buenos Aires, fue el punto más significativo). Otros quedaron encomendados o escondidos. Aprendieron a ser invisibles, a vivir en la servidumbre y en la negación de sus raíces. Con el tiempo se convirtieron en mano de obra disponible para los terratenientes locales.

Pero la Comunidad India volvió a comprenderse, a reconocerse en su pasado indígena y a defender sus derechos de preexistencia en el territorio allá por los años 70, cuando la lucha por condiciones de vida dignas logró imponerse sobre la negación y el sometimiento que los poderosos locales seguían ejerciendo sobre la gente vallista. Francisco Solano «Pancho” Chaile, Cacique reelegido en cada asamblea por sus comuneros desde hace muchos años, estuvo desde aquellos inicios de la Comunidad, cuando aún era muy joven.

Muchos años después, en enero de 2008, la Comunidad India de Quilmes produjo un hito histórico. Recuperó las hasta allí «Ruinas” de Quilmes, renombrándolas Ciudad Sagrada de los Quilmes en homenaje a la sangre de los antiguos, derramada en ese último bastión de resistencia indígena a los españoles.

El sitio, reconstruido durante la dictadura militar, había sido concesionado en 1992 por diez años al empresario local Héctor Cruz, durante la gestión de Ramón «Palito” Ortega. Favorecido por sus contactos políticos, Cruz hizo uso ilegítimo del espacio, construyendo sobre las estructuras arqueológicas un hotel de lujo, un playón de estacionamiento, un bar e instalaciones sanitarias. Vencida la concesión en 2002, la Comunidad comenzó un largo derrotero de pedidos a la justicia para que el espacio sagrado les fuera restituido y se sacara de allí al empresario. Recién a fines del 2007 se cumplió la orden de desalojo, efectuada por la Fiscalía desde hacía mucho tiempo. Pero el sitio no fue restituido a la comunidad. El Estado provincial, a través del Ente de Turismo, quiso nuevamente su tutela. Ante la negativa y la falta de escucha de los reclamos por vía legal, la Comunidad decidió recuperar esa parte de su territorio ancestral.

La recuperación del sitio en 2008 fue una afrenta para los intereses, tanto del empresario como del mismo Estado. Paralelamente, fue un hito porque demostró la fortaleza política de la Comunidad, permitiendo otras acciones de recuperación territorial en la zona.

Las represalias llegaron rápido y en distintas formas. Las diferentes acciones del Estado que presionaba para lograr el co-manejo del sitio, del empresario que intentaba recuperar su dominio, y de los propietarios locales que se vieron afectados por los pedidos de restitución territorial, fueron presionando a la Comunidad para debilitarla. Abandono, falta de apoyo, represión policial, desalojos y causas judiciales fueron los instrumentos utilizados por el poder para reducir la lucha. Causas penales de diferentes tipos que, iniciadas sobre personas físicas, evitaban la figura de la Comunidad para obviar la Ley Nacional 26.160 que protege provisoriamente a los Pueblos y Comunidades Originarias de acciones de desalojo de sus territorios. Causas sin sustento, basadas en la manipulación de la justicia según los intereses de los poderosos locales. Causas que desgastan, hostigan y atemorizan, y que no tienen otro fin que la desarticulación de la lucha política de las Comunidades que reclaman por sus derechos.

El 6 de junio de 2015 se encarceló al Cacique Chaile de la Comunidad India de Quilmes, provincia de Tucumán. Intentaba una conciliación con el grupo que tomó la Ciudad Sagrada en marzo del 2014, situación que la justicia no ha colaborado en resolver. Comuneros y comuneras vienen reclamando su liberación a las autoridades judiciales, mientras que la organización ANDHES ha elevado un hábeas corpus con el fin de resguardar la delicada salud del Cacique, que se encuentra en tratamiento médico. Sin respuesta alguna, la madrugada del sábado 11 de julio debió ser trasladado de urgencia desde el Centro Judicial de Monteros al Hospital Aráoz de Lamadrid.

La falta de cuidados elementales sobre la salud del Cacique, detenido bajo argumentos que, según su patrocinio legal, carecen de pruebas consistentes para sostener dicha detención, son consecuentes entre sí. Más aún, forman parte de la ya extensa saga de acciones deliberadas de criminalización -de variado grado de absurdidad- sobre referentes indígenas, que parece constituirse en la modalidad actual de desarticulación de las luchas territoriales, sobre todo cuando median intereses privados o del estado. Una desarticulación «legalizada”.

La detención, en un confuso episodio y en un contexto de división y enfrentamiento local, no sólo es una más entre las muchas causas que ya pesan sobre diferentes comuneros: es el corolario de una serie larga y sistemática de intentos de desarticulación de la unidad lograda en 2008 y de su potencial fuerza de lucha. Pero es además un golpe simbólico a la historia misma de la Comunidad, encarnada en el Cacique como figura presente durante toda esa existencia.

El respeto por las autoridades indígenas debe ser una exigencia básica en un país que se jacta de ser plurarista e inclusivo. Las autoridades judiciales son responsables de garantizar la salud del Cacique Chaile y de velar por su cuidado, además de impartir verdadera e imparcial justicia en el caso.

– Texto: Sandra Tolosa, antropóloga, integrante de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena en Argentina.

– Imagen: Cacique Chaile. Ceremonia de la Pachamama 2009. (Foto de la autora).

(*) Esta nota de opinión -fotografía incluida- puede ser reproducida libremente, total o parcialmente.

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